Convención Constituyente
Señor director: Desde el año 1811 y en adelante las constituciones chilenas han sido escritas por la oligarquía para su beneficio exclusivo, fueron hombres, conservadores, autoritarios, millonarios, ultra católicos, santiaguinos, los que han escritos estas constituciones, hasta llegar a la constitución dictatorial de 1980, donde entre otros participaron Enrique Ortúzar, Jaime Guzmán Errázuriz, Sergio Diez, Juan de Dios Carmona e integraron a Alicia Romo y Bulnes Aldunate. Pero, fue la Junta Militar la que la finalizó esta carta magna autoritaria, clasista, que nació para favorecer a los poderosos.
Por lo anterior es fácil darse cuenta que lo que hoy vivimos con la Convención Constituyente, nunca antes se había vivido en nuestra historia, nunca hubo tanto pluralismo, participación, equidad de género, integración de los pueblos originarios, de los territorios, en definitiva democracia a la hora de escribir una constitución. Por ello cualquier inversión que se haga en la Convención es totalmente justificada. Finamente es necesario decir que la Convención Constituyente es una necesidad republicana, un verdadero orgullo democrático , porque ella es la llave maestra para un Chile mejor.
Guillermo Cortés Lutz, doctor en Historia, Grupo de Estudios de Atacama GEA
No más a la "lógica de la postergación"
El estallido social de 2019 es un hito crucial en la historia sociopolítica Chile, al poner en primer plano las necesidades y demandas de las poblaciones en exclusión social. Al estallido, se sumó la crisis sanitaria y económica generada por la pandemia, que ha relevado las numerosas formas de pobreza y vulnerabilidad que han impactado directamente en la contención del COVID-19: hacinamiento, masificación del empleo informal y precario, prevalencia de enfermedades asociadas al consumo de alimentos baratos y nocivos para la salud, entre otras.
La pandemia demostró que logros en apariencia consolidados escondían una vulnerabilidad demasiado grande como para volver a ocultarla. La pobreza está lejos de ser un problema superado en Chile, de hecho, ha aumentado. Y existe una suerte de "lógica de la postergación" de los grupos más pobres y vulnerables, a quienes no se les hace partícipes de la solución de sus problemas. No se les pregunta, no se les oye, no se les considera.
Una convivencia social armónica requiere reducir las enormes brechas entre los estratos más privilegiados y los más desventajados, lo cual requiere que los grupos especialmente vulnerables descritos en el documento "Constitución y Pobreza", que redactamos 9 organizaciones de la sociedad civil -Techo-Chile y Fundación Vivienda, Fondo Esperanza, Emplea, Súmate, Infocap, Espacio Mandela, Servicio Jesuita a Migrantes, Centro Vives de la Universidad Alberto Hurtado, Comunidad Jesuita de Tirúa y Hogar de Cristo- y que presentamos ayer a la Asamblea Constituyente, sean parte de las discusiones en pos de la Nueva Constitución, y puedan ocupar un lugar dentro de esta nueva carta magna.
Para alcanzar la inclusión plena y efectiva de las personas en situación de pobreza, vulnerabilidad y exclusión se requieren cambios sociales en distintos niveles y con diferentes grados de profundidad, consagrando el reconocimiento de las personas como titulares de derechos en relación a recursos imprescindibles. Proponemos además reconocer el derecho a prestaciones específicas de determinadas poblaciones vulnerables, como el acceso a terapias de rehabilitación en el caso de las personas en situación de discapacidad, o el de servicios de largo plazo en el de las personas mayores y de las que viven en situación de calle. Esta protección, nuevamente, debe considerar un mandato específico al Estado: ser garante de principios como la dignidad y la justicia social. Esperamos que así sea.
Paulo Egenau, director social nacional del Hogar de Cristo
Empleo versus cotización
El destino de la cotización adicional fue la gran piedra de tope para sacar adelante la reforma previsional, y lo seguirá siendo en el futuro Gobierno.
Si bien el parámetro previsional de la tasa de cotización necesita ser aumentado, lo cierto es que un aumento en las condiciones actuales y futuras dificultará la contratación formal, pues se encarece el costo bruto de contratación. Por lo mismo cabe preguntarse qué se debe priorizar, el empleo o el aumento de cotización, y la respuesta es el empleo formal.
Hoy muchos beneficios están anclados a la tasa de cotización del 10%, como el seguro de invalidez y sobrevivencia, licencias médicas, accidentes y enfermedades laborales, etc., que son otros beneficios importantes de la seguridad social que se mantiene independiente de la tasa de cotización, por lo que se debe priorizar que un mayor número de personas accedan a estos beneficios y para eso no debemos encarecer la contratación. .
Eduardo Jerez