Duelen y mucho las cifras que el Centro de Estudios y Análisis del Delito (CEAD) entregó respecto a casos de violencia intrafamiliar contra el adulto mayor a lo largo de Chile. En 2020 solamente tres regiones no tuvieron un alza, mientras que el resto registró los mayores incrementos en cinco años, donde Atacama es una de las líderes lo que requiere la inmediata atención y contención de este perverso fenómeno que podría estar impulsado en un contexto de pandemia y no por culpa de la pandemia, como se puede pensar.
Los números muestran una de las peores caras del ser humano en esta crisis sanitaria. Pareciera que hay muy pocas situaciones que se dan en pandemia que se puedan comparar con lo sucede con los adultos mayores que están indefensos ante esta crueldad, lo que merece las más duras penas y reproches.
Estamos hablando de personas que ya el encierro les está haciendo un daño terrible, especialmente en las comunas en Fase 1. El no poder caminar al aire libre con tranquilidad ya sea por miedo, por no poder obtener permisos o por no tener a personas que los acompañen, se convertirá en una de las grandes mochilas con la que la sociedad deberá cargar durante los próximos años cuando eventualmente la pandemia sea parte del pasado.
Si le sumamos que hay un grupo que recibe daño físico y sicológico, estamos ante la presencia de la peor cara que puede mostrar la humanidad dado que son personas indefensas cuya condición solamente requiere de cuidados y cariño, pero jamás de agresiones que solo muestran la pobreza de alma de quienes la cometen.
Los adultos mayores, los mismos que son parte de la "bandera de lucha" para subir las pensiones, los mismos que han dado muestras de madurez cívica en las elecciones, los mismos que apoyan los cambios del país para que los disfruten las generaciones futuras, los mismo cuya soledad es retratada en la película El Topo, los mismos que hacen llorar a los chilenos por sus malas condiciones, son quizás los que están sufriendo más en esta pandemia, tanto por los efectos propios del encierro y la incertidumbre, como el actuar de personas.
Las denuncias suben, pero tampoco se debe olvidar la cifra negra, aquella que no está visible porque nunca se realizó acusación alguna. El panorama requiere ser cambiado de forma urgente.