La ciencia ha sido la gran aliada de la humanidad durante esta pandemia. Gracias a sus avances, en tiempo récord se lograron crear vacunas y demostró que fue mucho más eficiente y rápida que otros departamentos de la vida, consolidándose en un mundo que la ha desplazado por actividades como la política, que si bien son necesarias, cuenta con actores -en este caso políticos de distintas tendencias- que terminan tomando decisiones sin la experticia adecuada o bien con otros fines que no son precisamente los más convenientes para la ciudadanía. A más de un año de iniciada la pandemia, esta reflexión y pensamiento debe ser primordial para salir adelante de esta crisis sanitaria y otras. Los científicos han hecho su trabajo a nivel mundial, pero lamentablemente los intereses políticos y hasta económicos se cruzan para ralentizar lo que se supone debería ser lo menos burocrático.
A diferencia de Chile, hay naciones a los que no ha llegado una sola vacuna. Debemos sentirnos orgullosos de esto, independiente de los cuestionamientos al Ejecutivo por su mal manejo de la comunicación de crisis y la excesiva confianza que se terminó verticalizando a la población.
La falta de producción masiva golpea a otros países y con ello, inevitablemente a Chile. La llamada inmunidad de rebaño no es posible si es que personas de otros territorios siguen ser vacunadas y con ello las políticas públicas locales terminarán trancadas o incluso en el despeñadero, golpeando de forma muy dura lo avanzado en el país.
Pero ¿tenemos el sistema perfecto? Lamentablemente no. En Chile, hay personas que siguen tomando decisiones y dando declaraciones sin sentido o para la "galería", como se dice. Hace unos meses, el diputado Gonzalo Fuenzalida (RN) dijo que no se vacunaría argumentando que menos de un año de estudio no es confiable para una vacuna, cuando basta leer un poquito más para saber que los coronavirus son de larga data y que por ello se facilitó la producción.
Hace unos días fue el turno del senador del PPD Guido Girardi, quien propuso que quienes fueron fiestas clandestinas realicen trabajo comunitario bajo la modalidad de "trazadores".
En este caso estamos hablando de una pésima política pública, porque esta labor requiere de personas adecuadas y no obligadas, por el bien de la población. Cuesta creer en la fiabilidad de las labores de alguien que quién sabe qué hará y cómo lo hará.
Tomar como ejemplo a China y Nueva Zelanda que tendrían trazadores obligados, no es lo adecuado, dadas las enormes diferencias culturales con ambos países.
Ahora que Atacama tiene un Centro de Trazabilidad es de esperar que no se llegue a ese punto por el bien de todos.