Camino del Inca es más que una vía abandonada
Qhapaq Ñan significa camino real o camino principal y es el nombre Quechua para el camino que los Incas construyeron hace más de 600 años. Es una red de vías con dos columnas principales que están conectadas por caminos laterales. Atraviesan no solamente la Región de Atacama, sino que conectaban la capital de Cuzco con todo los rincones del imperio Inca, hoy está distribuido en seis países andinos.
Después del imperio inca fue usado por otras comunidades indígenas como los collas. En la Región de Atacama se observa hoy como una senda simple de menos de un metro de ancho, pero se reconoce por sus materiales y técnicas de construcción particulares y está acompañado de cerámica Inca y Diaguita, pircas y, entre otras, construcciones pircadas y lugares de ofrenda.
Carlos González Godoy estudia el camino del Inca desde el 2003 junto con un equipo de investigadores, entre ellos la historiadora Carmen Castells. González trabaja en el Instituto de Investigación de Ciencias Sociales y Educación de la Universidad de Atacama como arqueólogo y prehistoriador, función en la que desarrolla trabajos en la región, especialmente en la comuna de Diego de Almagro, Tres Puntas y el oasis de Finca de Chañaral.
Él, Castells y su equipo registraron alrededor 180 km del camino del Inca a pie desde el límite norte de la región hasta Copiapó. Carlos González indica que es una vía de comunicación muy bien planificada y que facilitaba la implementación del dominio inca sobre el territorio y sus poblaciones, llevando también su idioma el Quechua, su cultura y creencias.
Descubrimiento
El año pasado el equipo de investigadores descubrió que la orientación de algunos trazados rectos del camino tienen relación con la salida del sol en el solsticio de diciembre. Ese día se genera una sombra perfecta que divide el camino en cuatro. Según González, eso no es al azar: "Dentro de la ideología Inca el 21 de diciembre es la gran fiesta del sol que se hacía en Cuzco".
Tenía gran importancia para los tributos, la renovación de la vida y la fertilidad esencial en el desierto. Además el número cuatro tenía un significado particular para los Inca, puesto que representa las cuatro regiones del imperio y según mitos fueron cuatro parejas las que dieron origen al imperio Inca.
Según cronistas españoles, los Incas transportaban minerales como el oro o turquesa que probablemente sacaban con la ayuda de los pueblos Atacameños y Diaguitas en la región y los cuales llevaban hacía Cuzco. Pero según el prehistoriador el Qhapaq Ñan no fue solamente un instrumento de comunicación: "También tenía una gran importancia ritual". Los Incas lo construían con una vista perfecta a los cerros sagrados y lo entendían como "instrumento de integración y comunicación con la naturaleza", explica Carlos González Godoy. El equipo arqueológico, junto a los andinistas Cristian Peña, Álvaro Rojas y Gabriel Rojas, han encontrado hasta ahora 17 inéditos adoratorios inkas en cerros de la región, que se usaban para acciones rituales y sacrificios de cerámica, conchas y, posiblemente, niños.
Turismo
La vía tiene una riqueza patrimonial enorme, pero al ser una senda simple que fácilmente se pierde, según Carlos González, no es apta para el turismo masivo como en Cuzco, donde el camino del Inca es uno de los senderos más populares del mundo. Sin embargo, lo ve posible como atracción para el turismo cultural a pequeña escala conectado con el turismo astronómico después de más investigaciones. Con guías capacitados sería posible observar el solsticio de diciembre y su significado para distintas partes rectas de la vía.
Los objetos encontrados al largo del camino como los tambos (alojamientos temporales de los Inca), pircas o la cerámica también podrían ser interesantes para el turismo cultural. Sin embargo, antes de dar a conocer estos sitios arqueológicos, González recalca la importancia de proteger estos lugares y educar a los visitantes para que no haya saqueo, destrucción o contaminación.
Además señala la importancia de que empresas, instituciones públicas, comunidades indígenas y no indígenas, e investigadores académicos, trabajen en conjunto para seguir investigando, conservando y educando sobre el camino del Inca. La educación para él tiene un rol clave: "Nadie cuida lo que no conoce".