Adolescencia, juventud y exclusión social
Motivada por la una reflexión preciosa que logra plasmar en un corto Amelie, una adolescente de la ciudad de Chañaral, que muestra diversas problemáticas sociales derivadas del abandono, de la falta de conciencia ambiental, sumada a la condición per se de las consecuencias de un Estado ausente, me parece prudente reflexionar acerca de la exclusión social. Este concepto apunta a las circunstancias por el que las personas no son consideradas para participar o integrarse en la sociedad a la que pertenecen, desde el punto de vista social, económico y político. Esta situación está definida por las relaciones entre las clases sociales, el manejo de los recursos y el control del poder (Jiménez, 2008). El fenómeno se hace aún más complejo y pierde algo de dinamismo cuando hay factores intensificadores de la exclusión desde la perspectiva familiar, la edad y la falta de protección social, por mencionar algunas en términos generales.
Los procesos de desarrollo global, tecnológico y económico han tenido como consecuencia unas sociedades más avanzadas, con mayores niveles de bienestar, pero también han generado nuevos fenómenos que acaban configurándose como procesos de exclusión social. El concepto se torna complejo por las diferentes implicaciones de tipo económico, social, político, cultural y también ambiental que tiene, cobrando, asimismo, gran importancia la labor que debe cumplir el Estado en este contexto, e, insisto, en el compromiso que debemos hacer carne hacia la niñez, adolescencia y juventud. Tanto Amelie, como otros adolescentes y jóvenes, sienten y viven día a día estas diferencias, el detrimento y la falta de oportunidades derivadas de estos contrastes estructurales.
Esta exclusión social está muy relacionada con los procesos que se vinculan con la ciudadanía, es decir, con aquellos derechos y libertades básicas de las personas que tienen que ver con el bienestar, trabajo, salud, educación, formación, vivienda, calidad de vida. Y así, como existe la exclusión obviamente por el lado contrario está la integración. Como ejemplo podemos ver como el sector excluido está marginado de una serie de derechos básicos y de una calidad de vida digna que si se ha logrado de manera transversal en otras sociedades más progresistas con la implementación de modelos de desarrollo con un enfoque social y ambientalista.
La esperanza que tiene Amelie -plasmada en su creación audiovisual, viralizada en redes sociales-, así como otros adolescentes y jóvenes de nuestro país, confía en la posibilidad de que cuando se hable de equidad, de un medioambiente sano, de derechos sociales, de protección social, de una educación de calidad, entre otras temáticas de esta envergadura, por fin contemos con las herramientas, la voluntad y las competencias para concretarlo. Se lo debemos…
Carolina Cortés Henríquez
Directora Sename Atacama