Chile se ve sometido a una intensa campaña de (des)información por parte de la industria española de la desalación que pretende dar su país como ejemplo a seguir. Frente a esta ofensiva, parece necesario recordar algunos datos públicos sobre las 12 grandes desaladoras (más de 1 m3/s cada una) de la empresa estatal española, Acuamed, que totalizan 409 Hm3 de capacidad anual instalada, más de la mitad del total español en desalación de agua de mar (exceptuando la desalación de aguas salobres) y la casi totalidad de las grandes desaladoras españolas.
Las inversiones de Acuamed se elevan a unos 3.700 millones de euros (MEUR) y aproximadamente la mitad fue destinada a desaladoras. Estas inversiones han sido financiadas por aportes en capital del Estado Español de 2.050 MEUR (55%), subvenciones de la Unión Europea de 1.050 MEUR (28%), y por una deuda contraída por la empresa con garantía estatal por 600 MEUR (17%). Esto significa que han sido obras públicas altamente subvencionadas y no Alianzas Público-Privadas en condiciones normales de mercado.
En términos de producción de agua desalada, en 2019, sus instalaciones entregaron unos 280 Hm3, un 68% de la capacidad instalada. Hasta el 2014, se había quedado por debajo de 100 Hm3/año, es decir menos del 25% de la capacidad instalada. Esta situación llevó a la Unión Europea a reclamar a España la devolución de parte de sus subvenciones por montos superiores a 100 MEUR.
Ante la existencia de esa capacidad instalada ociosa, el Gobierno Español decidió fomentar el uso agrícola de esa agua, el que alcanzó en 2019 unos 180 Hm3, es decir 5,7 m3/s de agua desalada, equivalente a lo que entregan cinco grandes desaladoras.
En Chile, se considera que 1 m3/s puede regar unas 2000 o 3.000 ha, vale decir que esa producción permitiría regar en Chile unas 15.000 ha, un 1 o 2% del potencial de regadío suplementario que existiría en las regiones centro y norte del país, estimado en un millón de hectáreas.
Mientras el consumo doméstico representa entre 5% y 10% del consumo total de agua a nivel mundial, el industrial u otros entre el 10% y 15% y el agrícola entre el 70 y 80%; la producción de agua desalada destina solo un 2% a agricultura, y el 98% se destina a usos municipales (60%) e industriales o varios (38%).
Chile se encuentra en un momento clave para definir la manera en que hará frente a la demanda de agua, pero debe hacerlo con todos los datos sobre la mesa. La experiencia reciente y concreta de España con la desalación no parece ser el camino correcto y los resultados están a la vista.
Manuel Egea
desde Murcia, España (territorio de grandes desaladoras).