Secciones

  • Portada
  • Actualidad general
  • Opinión
  • Actualidad general
  • Deportes
  • Clasificados
  • Servicios
  • Espectáculos

Recuerdan la historia del niño copiapino de 14 años que huyó de la escuela para ir a la Guerra

DEL PACÍFICO. El joven Víctor Barrionuevo se subió a un tren rumbo al frente de batalla y se enlistó en las filas del Batallón Atacama, participando en los combates de Los Ángeles, Tacna, Chorrillos y Miraflores. Una vez terminado el conflicto bélico, se dedicó a la minería, se casó y vivió una vida próspera en Antofagasta. Sus bisnietas se reunieron para visitar sus restos en el mausoleo de veteranos del 79.
E-mail Compartir

Redacción

Ana Olívares, gestora del proyecto de Ley "Día Conmemorativo a la Cantinera de la Guerra del Pacífico", entregó un relato a propósito de un nuevo aniversario del natalicio de Víctor David Barrionuevo Cerezo (1865-1930), un niño copiapino que estudiaba en la Escuela Bruno Zavala cuando se desencadenó la Guerra del Pacífico. Debido a su corta edad (14 para el estallido del conflicto bélico), sus padres no le permitieron unirse a la causa. Sin embargo, sus ganas fueron más grande y sólo debió esperar el momento justo para cumplir su cometido.

"Es así que una mañana, luego de despedirse de sus padres, Cayetano y Cruz, se dirige a la escuela junto a su gran amigo, Roberto Bemboll. A este le comentó que pronto saldría desde la estación de ferrocarriles el tren que llevaba de regreso al norte a los soldados del Atacama, quienes fueron dados de alta luego de ser tratados por las heridas causadas durante el histórico Desembarco de Pisagua, el 2 de noviembre de 1879, por lo que lo animó a que lo acompañe a despedirse de los gloriosos héroes mineros", dice parte del texto.

La autora citó además a Godofredo Araya, cronista quien relató la historia de Barrionuevo en el diario "El Ferrocarril" luego que este falleciera en Antofagasta en 1930, detalló: "Entre los soldados ya sanos iba Marcos Montt (…) Partía el tren y en este preciso momento, Barrionuevo subió al andén del carro y tomándose de las piernas de Montt, gritó a Bemboll '¡Me voy a la guerra!' y arrojándole el bolsón con los libros, le agregó '¡Guárdalos de recuerdo!'. Así este muchacho de 14 años despidiéndose del amor a sus padres y a los estudios, se fue tras el amor ardiente de las armas a defender su patria".

De esta forma, Víctor comenzó toda una aventura que lo llevó al puerto peruano de Ilo. Allí recibió uniforme que, como era de esperarse, le queda grande. También se le entregaron otros implementos como un morral, cantimplora y, por supuesto, un fusil con su respectivo yatagán.

"Ya se sentía todo un hombre y más orgulloso aún por formar parte de la compañía del reconocido Rafael Torreblanca Doralea. Combatir bajo sus órdenes era suficiente aliciente para superar cualquier miedo", indicó la misiva.

"Así de entusiasmado es que se enfrentó por primera vez contra el aliado enemigo en el Combate de Los Ángeles y se transformó en uno de los tantos héroes que alcanzaron la cima trepando cuesta arriba tan inaccesible objetivo y lo logró junto a dos jóvenes cantineras a quienes se les dio el deber de cuidarlas", agregaron en el relato.

Su participación continuó en la Batalla de Tacna donde vio morir al último de los juramentados del Atacama, el telegrafista Moisés Arce, quien no logró sobrevivir al fuego circular del aliado, no sin antes arrancar con sus propias manos varios jirones de su estandarte. Lejos de desanimar a Barrionuevo por ser testigo de tanta cruel realidad bélica, siguió siendo parte de los bravos mineros que se enfrentaron en Chorrillos y Miraflores para, finalmente, entrar triunfante en la capital peruana, Lima.

Con tan solo 17 años, se convirtió en un glorioso veterano del '79 y recibió por su valentía las medallas de plata correspondientes a las campañas ganadas. Si bien, ya había cumplido con su deber y servir a la Patria, su vida continuó llenándose de aventuras al incursio