A principios del año 2010, asistir regularmente a unas reuniones al café del mall Plaza Real de la ciudad de Copiapó, el que coordinaba el músico Francisco Quiroga junto a la escritora - y pareja de aquel tiempo- Agustina Muñoz. ellos, Junto al pintor y gestor cultural municipal Fernando Rivera Lutz, quién por ese tiempo se venía reintegrando a la poesía, la cual dejó para cumplir funciones como Padre de familia y como funcionario en la casa de cultura de la ciudad. Fernando, Había realizado una actividad importante en la lucha contra la dictadura en los años ochenta, junto al ex poeta y hoy cocinero Gabriel Indey, en el grupo Taquicardia.
En ese café, nos reuníamos una veintena de potenciales bardos, que a pesar de la desconfianza, teníamos el corazón caliente y la boca llena de espinas, y era obvio que esto siempre sería así; porque estábamos, como toda provincia a lo menos 10 años atrasados de lo que pasaba en la capital nacional; y lo que pasaba en Santiago, era que cualquier cosa rara se consideraba arte; al alero del insipiente Fondart, de escritores qué llevaban bajo su brazo libros de Julio Cortázar y en su memoria la película El lado oscuro del corazón. Salvo algunas excepciones en la música, en la pintura, y en la literatura. La década del 90, nos legó una cultura vacía y de mierda, para no profundizar tanto; en donde aparecer en La hora 25 de TVN y escuchar el nuevo disco de los tres con letras, que, si decías que no las entendías, quedabas como el inculto de la temporada.
Nos acalorábamos continuamente en los debates que se daban en torno a un café, un trago y de la basura cultural que nos llegaba de Santiago, 10 años atrasada estaba la ciudad. Por ese tiempo nadie sabía mucho de poesía en el grupo, la falta de talleres y de estudios en la zona habían, y lo siguen haciendo, golpeado fuertemente el desarrollo intelectual de gran parte de ese grupo que, en la acumulación de libros de arte, antologías literarias chilenas de las décadas pasadas y otras obras de estilo cortaziano, veía la posibilidad de avanzar en medio de las divergencias ideológicas y en los ideales poéticos. Nadie sabía mucho de poesía y de poemas, incluso Fernando, no como ahora, que en ese tiempo todos los argumentaba mediante la pintura, y que hoy a mis años voy entendiendo lo importante de esa teoría que parecía que nadie escuchaba.
Claramente este grupo apareció con el fin de hacer algo, nadie sabía muy bien que, en una ciudad de calles deprimidas y oprimidas - por el sucio trabajo de los partidos políticos de la concertación en la región- lo único que sabíamos, que este espacio encarnaba, semana a semana, una especie de último refugio para expresarnos y ver en la palabra poesía, la posibilidad de ocultar nuestros estados quejumbrosos, en una metáfora.
Víctor Munita Fritis
Escritor