Becas de Estudio de Post Grado, la Orfandad de la Región de Atacama
Claudia Peñailillo Cronoro , Periodista, licenciada en Comunicación Social, Guillermo Cortés Lutz, Doctor en Historia - Grupo de Estudios de Atacama GEA
Existe cierto consenso de que la educación inicial universitaria, el pre grado, no debería ser el fin de los estudios de una o un profesional, y menos si esta educación inicial es débil o de poco alcance, muchas veces las universidades regionales son más escuelas especializadas que universidades, ya que pareciera que no pueden desplegar toda su potencia en cuanto a la docencia, la investigación y la extensión. Por ende nuestra masa crítica en Atacama es simplemente muy débil frente a sistemas universitarios más fuertes y principalmente con relación a Santiago. Es un antecedente histórico ya, que donde hay sistemas universitarios dinámicos el progreso alcanza a toda la sociedad.
Por ello es tan valioso, desde la óptica de generar progreso y bienestar, para Atacama y Copiapó, que nuestras y nuestros profesionales puedan continuar estudios de postgrado como; Master y especialmente Doctorados, y si fuera el caso Post Doctorados. Pero, sin duda para un profesional de región es casi imposible acceder a estudiar en el extranjero sin apoyo estatal. (por cierto la otra opción es ser millonario). Para ello existe Becas Chile y ahora tenemos el Ministerio de Ciencias, donde se podía acceder a postular para ganar una beca que cubra las necesidades de los futuros o futuras científicas de Atacama y Copiapó, y que una vez que terminen sus post grados vuelven a sus lugares de origen a desarrollar nuevas investigaciones y aportes científicos.
Hoy no existe, por segundo año consecutivo la posibilidad de postular a estas becas, por falta de presupuesto o alguna otra razón que yo desconozco. Y aquí va a surgir otro problema, quienes van a poder continuar con sus posgrados, no van a ser las mujeres y hombres de Atacama y Copiapó, sino que se perfeccionaran, solo los hijos de la rancia oligarquía, los dueños del dinero, y se va a generar una brecha profunda, ahora entre profesionales. Los de regiones seremos de tercera o a lo sumo de segunda calidad, con relación a los de Santiago y a los privilegiados que puedan pagar sus estudios en el extranjero.
Me pregunto, ¿Cómo la Universidad de Atacama, va a mandar a sus docentes al extranjero? porque no lo puede hacer con su presupuesto, o como van a poder perfeccionarse otros profesionales que tengan interés en aportar a Copiapó de manera más rigurosa y científica. Tener un instrumento estatal de perfeccionamiento académico debería ser una política de Estado, con especial atención y privilegios para las regiones, para las científicas mujeres, para los pueblos originarios, para el mundo de la discapacidad.
En esta nueva Constitución que vamos a escribir, debería quedar esbozado un principio de equidad para regiones sobre una política de Becas y Postgrados, ya que esta es una herramienta real para el desarrollo de Chile, pero, no pueden estar fueras las regiones , sus capitales regionales, y provinciales. Hoy estamos en la orfandad.
El qué dirán
Por mucho tiempo recibimos una enseñanza basada en creencias, juicios valóricos y reglas que fueron formando nuestra personalidad e identidad como individuos. Esa formación, quizás, nos ha ido perjudicando en el transcurso de los años. Nos dijeron tantas veces: que dirán si "hablas con la hija de la empleada"; si "no tienes un trato distinto con el jardinero"; o si "eres hijo de obrero o hijo de ingeniero".
¿En qué nos transformamos? Hoy llevamos el peso de una construcción moral y ética que nos moldeó para ser injustos, individualistas, arrogantes y xenofóbicos.
Los hijos de ricos, se transformaron en discriminadores. Los hijos de pobres, en personas llenas de odio y resentimiento. Tal vez, esos hijos que nacieron en cuna de oro, si hubiesen aprendido de sus padres el cómo ser personas amables, honestas y solidarias, serían hoy, - ya adultos -, individuos más justos con sus trabajadores, más empáticos y humanos, respetando a los demás en situaciones cotidianas o complejas, como en época de pandemia.
Tal vez, esos hijos que nacieron en campamentos o en barrios marginales, si hubiesen tenido la oportunidad de recibir una buena educación pública, habrían sido hoy, - ya adultos -, personas con más opciones de trabajo y oportunidades, sin tener que soportar el desprecio de la sociedad.
Basta ya de actuar o vivir en base al "qué dirán". Que no nos importen lo que hablen de nosotros los demás, que no nos importen los reproches o los cuestionamientos de otros. Basta ya de limitarnos, sin permitirnos ser auténticos en concordancia con lo que pregonamos o rezamos. Seamos justos y tendamos la mano a quien lo necesita, no miremos en menos al otro por ser extranjero, no creamos ser superiores porque hoy ostentamos un alto cargo.
Los niños, niñas y jóvenes de hoy tienen la oportunidad de recibir una nueva enseñanza desde sus hogares. Hagamos el esfuerzo por mejorar aquello que nos dañó y rompamos el molde de antaño para así contribuir a una sociedad más sana, justa y libre de prejuicios. Tenemos la oportunidad de cultivar un nuevo trato entre todos, de mirarnos de la misma forma y valorarnos. Hoy ya no más: "el qué dirán".