Niños fuera del sistema: duro impacto social y para la región y el país
Un 7% de los hogares tienen al menos un estudiante alejado de la escolaridad en Atacama, lo que provoca graves perjuicios en el presente y en el futuro. El impacto por estas brechas golpeará tan duramente a la región y el país que en una década, o quizás años, faltará tiempo para lamentarse por las consecuencias de lo vivido actualmente.
Un estudio realizado por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso y pedido por la Mesa Social Autoconvocada, reveló que un 7% de los hogares tendrían uno o más estudiantes fuera del sistema escolar, lo que muestra una cruda realidad que trasciende lo educativo y llega a lo social, lo generacional, ahonda brechas y demuestra que una mejor o peor enseñanza depende de la ciudad en que se nace o los recursos que se tienen.
Junto a esto, queda en evidencia la centralización dentro de la región, dado que cuando hablamos de conectividad Copiapó es la ciudad con mejores índices con más de un 95%, a diferencia de Caldera que tiene poco menos de un 80%.
En cuanto al porcentaje de adolescentes y niños fuera del sistema, se trata de una cifra enorme y que no debería bordear el 1%, dadas las terribles implicancias que conlleva. Un estudiante en esas condiciones puede terminar desapareciendo para el sistema país y con ello un encadenamiento de situaciones, que van desde el mismo perjuicio en la formación, pasando por el peligro latente de entrar a mundos indeseados como la droga y que termina en una adultez con muy bajas oportunidades de entrar a la fuerza laboral y por ende, con una grave afectación al desarrollo de la persona.
Sería una injusticia plantear aquel paradigma del mérito por el esfuerzo y poder salir de las adversidades. Del grupo que está fuera del sistema, hay niños que están insertos en ámbitos perjudiciales en sus poblaciones u hogares y por ende, es muy poco probable que su capacidad de resiliencia esté desarrollada respecto a otras personas. Si no van a la escuela, liceo o colegio, las opciones de buscar ayuda y lograr ese concepto de "salir adelante" se reduce a la nada misma, mientras en paralelo miles de niños o adolescentes tienen las condiciones adecuadas y tendrán mejores perspectivas en la adultez.
La situación de menores de edad en vulnerabilidad debe ser mirada, además, con una perspectiva país, dado que un aumento de niños en esa condición terminará golpeando su adultez y no solo esto, incluso la capacidad productiva de la nación.
A ese 7% de hogares con al menos un estudiante fuera del sistema, se suman otros factores como la imposibilidad de hacer clases presenciales por la pandemia o las diferencias en conectividad. Y cuando se cruzan varios temas negativos puede ser inevitable que en unas décadas o, incluso años, se viva una crisis de tal magnitud que faltará tiempo para lamentarse por las consecuencias de lo que vivimos actualmente.