Las redes sociales y el Coliseo Romano
La previa del plebiscito constituyente se está transformando en un verdadera carnicería donde gana el que grita más fuerte y el que más denosta. Hay que rescatar el debate que importa. Son incluso aguantables las relaciones en redes sociales, especialmente Twitter, dada su lógica. Pero cosa distinta es que ensombrezcan el debate del plebisicito que debe estar marcado por las ideas.
Es un hecho que este comentario editorial no es el primero ni será lo último que se lea sobre las redes sociales y quizás el tenor de lo escrito sea muy parecido, pero no por ello pierde la importancia y, por el contrario, cada vez que sea meritorio debe ser publicado.
Se hace relevante a propósito de la previa del plebiscito para una nueva Constitución, que se ha convertido en un campo de batalla donde quien grita más fuerte o profiere el comentario más hiriente, termina ganando en lo que podemos considerar como un verdadero Coliseo Romano del Siglo XXI y con la gran diferencia de la falta de rostro de quienes están detrás de un notebook, celular u otro dispositivo.
Estamos ante un fenómeno que resiste todo. Distintos analistas de todo el mundo han advertido el tener una red tan nociva, que atrapa la conciencia, potencia sesgos y recoge todo tipo de ataques, transformándose en un sistema que se nutre precisamente de todo aquello que no requiere el proceso político considerado como uno de los más importantes en la vida nacional.
No se entiende ni se justifica tanto odio. Estamos hablando de dos opciones que como en todo juego democrático son igual de valederas y ni siquiera estamos hablando de una disputa en la que se deba gritar más o denigrar más para sumar votos, dado que todo indica que el Apruebo es la opción que seguramente ganará.
Desde un lado se siembra el miedo de que Chile se convertirá en el país de los demonios en una práctica que no es nueva. Viene al recuerdo todos aquellos pronósticos de grandes tormentas antes que volviera un socialista a La Moneda como fue el caso de Ricardo Lagos.
Por otra parte, la intolerancia contra quienes dicen que se debe mantener la Constitución, planteando aquellos absolutismos que no se condicen con un país democráticamente sano.
Las redes sociales, especialmente Twitter, han sido catalogadas como un verdadero Coliseo Romano, donde comentarios sangrientos y una verdadera carnicería termina siendo parte de la vida diaria.
Pero incluso eso es aguantable por la lógica de las relaciones que impera en estos ámbitos del Internet, pero del que debemos proteger en la previa por un plebiscito, donde solo un debate sano y con altura de miras llevará al éxito a una eventual nueva Constitución.