Pandemia y salud bucal
Durante este periodo de crisis sanitaria, los hábitos cambiaron y, tal vez, muchas personas equivocaron la higiene dental. ¿Cuáles son los problemas dentales que se pudieron producir o agravar por la pandemia, ya sea por el confinamiento o por temer ir al dentista por un posible contagio de COVID-19?
En base a mi experiencia trabajando en pandemia, he observado un aumento en el deterioro general de la salud bucal, principalmente por caries que no fueron tratadas a tiempo y progresaron a dolores intensos que el paciente no es capaz de tolerar. Cuando esto avanza a formas graves incluso, terminamos con pacientes hospitalizados producto de infecciones de origen odontogénico.
Los traumatismos dentales también han sido algo frecuente durante este período, tenemos niños más inquietos en sus casas. Gran parte de la población vive en departamentos, lo que no solo ha aumentado la ansiedad en los adultos sino también en los más pequeños.
¿Qué pudo haber afectado? En pandemia algunos hábitos se relajaron y esto puede haber influido en la formación de caries en la población, por ejemplo: un aumento en el consumo de alimentos azucarados, comer a deshoras, diminución del número de cepillados en el día, y que en muchas ocasiones los padres o cuidadores recurrieron a refuerzo positivo a los niños con dulces.
Siempre debemos considerar para prevenir: Cepillar al menos 3 veces al día por 2 a 3 minutos, utilizar pasta dental con flúor de mínimo 1000ppm de flúor en niños y de 1450ppm de flúor en adultos y adolescentes, utilizar seda dental, disminuir la ingesta de azúcar y fomentar el consumo de agua potable.
Dra. Consuelo Oviedo
Desarrollo de vacunas
La pandemia del covid-19 evidencia la dependencia de Chile respecto a la producción de vacunas; un panorama que plantea la necesidad de volver a desarrollar las propias, tal como se hicieran hasta el año 2002. Ahora, si bien por tiempo no alcanzamos a hacer nuestra propia vacuna para erradicar este virus, desde la industria farmacéutica sí creemos necesario tomar esta experiencia y diseñar desde ya, a nivel país, un plan que permita, en un futuro próximo, producir vacunas y productos biotecnológicos que resuelvan de manera oportuna la aparición de nuevas enfermedades. Esto, a pesar de opiniones detractoras que sostienen que el proyecto sería una alta inversión para un país de solo 17 millones de habitantes.
Chile tiene razones sobrantes para el desarrollo local de vacunas: investigadores de primer nivel en los centros científicos y universitarios; un eje sanitario riguroso y eficiente, somos Agencia nivel IV de la OPS en el Instituto de Salud Pública; además de un trabajo productivo que aporta con gran impacto a la economía local, de acuerdo al reciente estudio de Sofofa "Impacto de la Industria Farmacéutica en Chile: The Economist Footprint", el sector farmacéutico es el segundo más productivo del país. ¿Entonces, qué faltaría? Solo apoyo e incentivo estatal.
Elmer Torres Cortés, vicepresidente ejecutivo de Asilfa, Asociación Industrial de Laboratorios Farmacéuticos
Base ¿sustentable?
Si el Estado nos abandonó ya, digo la solidaridad generalizada, el Gobierno nos encamina a un "sálvense como pueda cada cual" porque ya dimos todo a modo de regalo, el resto es para proyectos pensados centralizadamente y, el Sector Privado nos endurece la tarea de permanecer estables con menos o sin ingresos, al demostrarnos ya una inconsciente alza en precios expresada en productos y servicios esenciales, entonces ¿dónde quedó la Patria y su abrigo?
No me digan que la política enaltece los destinos de un país o que una nueva Constitución podría resolver la tremenda cultura de lo informal que hoy vivimos, experimentando la sensación junto a la seguridad de que todo es sin un compromiso definitivo y perdurable determinado por voluntad decidida tempranamente, a riesgo de lo que ocurra más adelante.
Así como hoy se habla de pareja y no de matrimonio, o de Chile como si fuera una marca, corporación o competidor integrado por socios, de igual forma la vida estable y segura ha pasado, en este lugar de la tierra con tanta identidad de un pueblo real, a ser la de una entidad, algo así como un emprendimiento en el que los ciudadanos de una S.A. son socios y deben vivir por tanto, un riesgo permanentemente inestable con una intensidad variable que recuerda sin cesar una vida que podría acabar mañana, con el aderezo de la virtualidad, es decir, aparente.
Carlos Alberto Sepúlveda Durán