La Fiscalía de Atacama anunció ayer que formalizará y pedirá sanciones contra quienes incumplan la medida conocida como toque de queda, luego de masivos incumplimientos que se registran especialmente los fines de semana. Entre éstas, penas de hasta cinco años y un día y una multa de $300 mil, que incluso pueden ser aplicadas por el juez en la misma audiencia.
La medida es una consecuencia de las fiestas clandestinas y personas que, a pie o en vehículo, se pasean libremente en un periodo de tiempo que no corresponde, incluso muchas de ellas en estado de ebriedad y desafiando los controles.
Como en todo orden de cosas, se debe ser sumamente cuidadoso en los procedimientos y evitar actos injustos, aunque en este caso no debieran haber vicios dado que estamos hablando de una transgresión que es captada in fraganti y con muy poca justificación para hacerla.
Quizás sea un método válido para contener estas acciones de personas que creen que hemos vuelto a la "normalidad", pero también es indispensable contar con la referencia de sitios en donde pueden haber focos de fiestas y "carretes". Sectores como Las Dunas son asociados a estos, pero hasta el momento las autoridades no las mencionan en las detenciones o fiscalizaciones, quedando serias dudas del conocimiento real de dónde se mueven los copiapinos infractores.
Junto con el endurecimiento de las peticiones con las cuantiosas multas y altas penas, parece preciso indagar en las causas del tema. Estamos entrando a una etapa en que cientos en la semana y miles en estos meses están recorriendo distintos puntos sin que les cause temor el castigo, por lo que es interesante conocer quiénes específicamente son los más osados, si es que no les importa pagar una multa y si es que hay alguna razón, motivo o circunstancia extra que los haya motivado a incumplir la normativa.
Clave es entender que dadas las características de la pandemia, puede que -a pesar de las acciones de la Fiscalía- aquellas personas que adoptaron este "regreso" a su normalidad, sigan incumpliendo el toque de queda, lo que podría transformar los tribunales en un desfile de detenidos. Ante esto cabe preguntarse ¿el sistema puede llegar a estresarse?