La estandarización de protocolos para el funcionamiento del comercio llamado como "esencial" parece haber funcionado en Atacama y el país, aunque con los inevitables detalles. En cuanto a reclamos, no parece haber al menos de forma masiva, aunque para ser prolijo y celoso -como debe ser en una epidemia- no todo se ha aplicado, específicamente en el cuidado de manos de los usuarios. Si bien guardias echan elementos a la entrada en la supermercados, por ejemplo, a la salida esto no ocurre al menos en Copiapó. Pero asunto distinto es el llamado comercio "no esencial", donde estandarizar medidas puede ser mucho menos rápido, lo que puede derivar en graves errores de aplicación producto de la falta de concordancia y la aparición de ciertos actos de condescendencia, que pueden ser un riesgo.
En Las Condes, el municipio anunció la apertura del Mall Apumanque con un plan piloto estricto. Alarmas de distanciamiento social, la prohibición de pagar con tarjeta y el impedimento de probarse las ropas, forman parte de las medidas que pueden funcionar perfectamente en esa comuna, pero que dejan dudas si pueden aplicarse en Copiapó, por ejemplo.
Actualmente en el centro de la capital regional ya hay grandes tiendas abiertas, donde hay protocolos más flexibles respecto a Las Condes, como la posibilidad de probarse ropa sin que la Autoridad Sanitaria se manifieste al respecto, lo que puede ser controversial dado que aún no se conoce a ciencia cierta la duración del coronavirus en estas superficies.
En cuanto al uso de efectivo, no es una modalidad aplicable a todo el comercio copiapino, donde aún quedan tiendas que no tienen la opción de pagar con tarjeta y que actualmente tienen la posibilidad cierta de sacar el sistema, dadas las bajas ventas. Las alarmas de distanciamiento social parecen ser una idea que habría que preguntar si es aplicable a la realidad regional.
Citando estos casos, sería bueno saber la opinión del Ministerio de Economía respecto a si es posible una estandarización o al menos llegar a ciertos puntos comunes. Si no fuera el caso, estaríamos ante un eventual conflicto sanitario, promovido por el criterio de un alcalde o de determinada tienda en determinada ciudad. ¿Qué dirá el Ministerio de Salud?