E l Desierto Florido es uno de los fenómenos más majestuosos que se vive en Atacama y el país, por ello es que cada vez que llueve las expectativas por poder ver este fenómeno surgen y, con ello, también la desinformación.

Con las lluvias de hace unas semanas la pregunta era si se daría en los próximos meses y las dudas quedaron disipadas: Conaf, Seremi de MedioAmbiente y privados concordaban que faltaban precipitaciones.

Sin embargo, días antes, a través de redes sociales se "informó" que se había "adelantado" este fenómeno, específicamente en Cerro Caracoles en Caldera, lo que comenzó a levantar expectativas. Llamó la atención que la diputada Sofía Cid fue al sitio, en circunstancias que no había nada parecido a un Desierto Florido, dado que lo que había era una floración local y específica.

Nuevamente el mal uso de Facebook, Instagram o "X" se hizo patente, esta vez con desinformación en base al concepto que "se adelantó" el fenómeno.

Hay demasiada irresponsabilidad en esto, impulsada por ansiedad o el apuro de querer ver el Desierto Florido o bien por llamar la atención de la comunidad por un par de clicks o likes, lo que no ayuda en las políticas de promoción.

Y es que el sembrar expectativas que no corresponden, causan la decepción de los visitantes y causarán la decepción de extranjeros, que cada año esperan por venir y que no puede que no cuenten con la información exacta acerca del Desierto Florido.

No se trata de ser "aguafiestas", sino que poner las cosas en su contexto y ello implica no caer en exageraciones, sino que más bien en el tratamiento de información responsable. Las autoridades fueron claras: faltan lluvias para disfrutar el fenómeno.

A poco más de un año de que la Cámara de Diputados rechazara la idea de legislar el proyecto de reforma tributaria, aún no se vislumbra un proyecto integral en esta materia, sino más bien ajustes focalizados en aspectos específicos. Muchos creen, erróneamente, que cuando se habla de una reforma o ajustes tributarios, esto es sinónimo de subir impuestos, cuando lo cierto es que la discusión es mucho más profunda y compleja.

Como sociedad, es crucial avanzar más allá de la percepción de los impuestos como obstáculos para el crecimiento económico y desafiar la lógica de la competencia fiscal. Esta mentalidad ha contribuido a que las tasas de crecimiento en Chile y América Latina estén condicionadas por los ciclos de los recursos naturales y a que los Estados carezcan de recursos suficientes para abordar las necesidades sociales. Para satisfacer estas demandas sociales, es esencial asegurar una base financiera sólida y aumentar los ingresos permanentes del Estado.

En comparación con los países desarrollados, Chile recauda muy poco y de forma muy regresiva. En 2021, mientras que el promedio de la OCDE representaba el 35,5% del PIB, Chile apenas alcanzaba el 22,2%. Esta situación coloca a Chile como uno de los países de la OCDE con menor recaudación fiscal, solo por encima de México e Irlanda. Sin embargo, Chile no solamente recauda menos que los países desarrollados en la actualidad, sino que también recauda menos de lo que estos países recaudaban cuando tenían un nivel de desarrollo similar al del Chile actual.

Por otro lado, nuestro sistema tributario depende en gran medida de impuestos indirectos, tales como el IVA e impuestos a transacciones financieras. Esto ha generado que nuestro sistema sea considerado como regresivo en diversos informes de la OCDE. Por ejemplo, en 2021 el IVA representaba el 42,6% de los ingresos tributarios de Chile siendo, por lejos, la mayor cifra de la OCDE y el doble del promedio (21,3%).

En la próxima discusión tributaria, es vital reexaminar la estructura del sistema para promover una sociedad más justa y próspera. Afrontar los desafíos del sistema tributario chileno es clave para atender las demandas sociales ya que solo mediante finanzas públicas ordenadas y un sistema tributario equitativo podremos forjar el Chile que deseamos.