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late que estamos en una situación de emergencia. La tasa de desocupación hace rato está con problemas para indicar el problema. Tenemos fiebre, pero no se está detectando la fiebre, estamos actuando como si no hubiera fiebre, no estamos atacando las causas del problema, estamos haciendo como que no hubiera enfermedad. Ese fue un poco el razonamiento para poder levantar el tema. Y, por supuesto, como nadie dice que esto es una emergencia, por eso he dicho que esto es una emergencia no declarada.

-¿De qué modo debiera enfrentar este problema la autoridad?

-En el contexto de un gobierno que está lleno de problemas, con frentes por todos lados, que además inicia la discusión presupuestaria, lo que no se visualiza como un foco de emergencia no se aborda, y debería estar abordándose. ¿Por qué? Porque ese ejercicio se hizo en medio de la pandemia. A mediados de 2021 se formó en el gobierno del presidente Piñera la Comisión de Recuperación de los Empleos y ahí nos tocó participar a distintos economistas de distintos grupos, sectores. Fue muy cortito, hicimos un informe, y a partir de ahí el gobierno implementó algunas medidas. Ahí surgió el IFE laboral y algunas otras. En ese minuto, el déficit de empleos no era 450 mil, sino que era un millón y medio, y veníamos saliendo de esa cuarentena gigante que hubo de más de 10 millones de personas en el mes de abril del 2021. Esto era urgente y teníamos además la presión de los retiros.

Obviamente que ayudó el declarar que había una emergencia. Se pusieron incentivos a las personas para que encontraran empleo formal, especialmente a las mujeres, porque eran las que estaban más rezagadas. Hoy día, por ejemplo, las mujeres están menos rezagadas que los hombres. Están mucho más cerca de recuperar su situación previa. O sea, cuando se hacen medidas hay algunas cosas que funcionan, otras que no, pero en este caso funcionó. Pero luego entró esta desaceleración de la economía, este freno que obviamente fue necesario producto de la conducta irresponsable con los retiros, que le adicionó una presión enorme a la inflación. Lo que ahora estamos viendo producto de eso es el freno que tuvo que aplicar el Banco Central, y pasamos al aumento muy violento del salario mínimo, que el gobierno lo tomó como en su agenda. Se legisló, cierto, hacia adelante, y vamos en camino a los 500 mil pesos, pero es un incremento muy fuerte en un contexto donde tienes muchas personas sin empleo. Estas personas, los 450 mil que he tratado también de caracterizar, todo esto usando los datos del INE, son personas que si estuvieran ocupadas estarían probablemente recibiendo el salario mínimo porque son de bajo nivel educacional. Hay políticas que hemos estado tomando, que a lo mejor si hubiéramos tenido esta sensación de que hay una emergencia, a lo menos se habría hecho un análisis más profundo y no ver solo los beneficios.

-¿Qué otras medidas se podrían tomar para enfrentar esta emergencia?

-Entendemos que ahora se acabó el IFE laboral, pero a lo mejor deberíamos mantener algo similar o alguna otra cosa, pero que esté orientado al perfil de personas donde ahora los empleos faltan, partiendo del hecho de que lo primero es reconocer la emergencia. No creo que en esta oportunidad haya que formar ninguna comisión de ningún tipo. Yo lo que haría sería reflotar incluso el documento de la Comisión de Recuperación de los Empleos, porque hubo un conjunto de medidas que se propusieron, algunas se implementaron, otras no. Hay un montón de temas que siguen vigentes. A lo mejor la discusión presupuestaria es una oportunidad para que se discuta sobre el tema, porque al parecer, el empleo no era una prioridad. Hay que estar mucho más alerta respecto a las cosas que se van a estar legislando en los próximos meses.

-¿Dónde habría que hacer foco?

-Mirando los números, los datos el INE muestran que la Región Metropolitana tiene un déficit bien pequeñito respecto de su situación prepandemia. O sea, está casi cerca. La zona norte, todas las regiones de la zona norte hasta Coquimbo, como un todo, también tienen un déficit muy pequeño, muy pequeño. El déficit mayor está concentrado en las regiones de la zona centro, Valparaíso, O'Higgins, el Maule, y en la zona sur. Muchas veces dependemos de la percepción que haya sobre el tema de la Región Metropolitana, pero es evidente que ahí no se va a ver (el problema), porque los datos lo que están mostrando es que efectivamente esto tiene una dimensión regional. Por ejemplo, si tú me invitaras a mirar el IFE y dónde se podría poner un IFE, está súper claro en los datos que en este minuto hay que poner un IFE en regiones. No tiene por qué ser en todas partes, porque vamos a poner recursos, pero tenemos que focalizarlos donde están las necesidades.

-¿Es posible hacer una reforma de pensiones en este contexto laboral y económico?

-Estamos en medio de una discusión sobre pensiones y se ha dado por prácticamente como que no es una materia de discusión el hecho de que vamos a incrementar las cotizaciones, porque sabemos que tienen que incrementarse, pero otra cosa es hacerlo en el contexto donde tenemos una enorme cantidad de personas todavía sin empleo. Un aumento en la cotización de cargo al empleador básicamente lo que hace es incrementar los costos laborales. Entonces, lo vamos a tener que hacer muy lento, especialmente teniendo en cuenta que estamos en esta situación. Entonces digo, llamemos las cosas por su nombre, digamos que esto es una emergencia laboral, porque, si no, capaz que ni siquiera sea punto de discusión que van a subir las cotizaciones, casi como no teniendo en cuenta las consecuencias. Por eso hay que tener cuidado.

-¿Qué le parece el nivel del debate sobre las pensiones?

-Ha sido difícil ponerse de acuerdo en el país, porque hay un ambiente que está bien contaminado. Por una parte, estamos discutiendo la Constitución y hemos tenido muchas elecciones. No estamos en un ambiente que, de alguna manera, facilite los acuerdos. Hay algunas excepciones, como la salida del proceso constitucional a una crisis social, o la Ley de Protección del Empleo que sacó el Congreso en pandemia. Pero han sido más bien las excepciones. Los retiros, por ejemplo, fueron la otra cara de la moneda. Fue la muestra de cómo, frente a una situación difícil, que en este caso era el empobrecimiento de la gente, se llegó a lo peor posible de las políticas públicas. La reforma de pensiones, de alguna manera, viene como detrás, pero también requiere un entorno armonioso. El gran problema es que tenemos elecciones el año próximo, entonces, en verdad, el espacio de maniobra que el Gobierno tenía para poder sacar su reforma era este año. No creo que sea más allá del primer semestre del próximo para poder llegar a un acuerdo sustantivo. De ahí para adelante, como que todos se van a diferenciar de nuevo porque van a ir a elecciones.

Se ha perdido tiempo. Pienso que el proyecto del gobierno en materia de pensiones era una megareforma no justificada y eso hace todo muy difícil. Si esa reforma quiere pasar, va a tener que simplificarse sustantivamente. El gobierno ya empezó a dar algunas señales en esa línea, pero creo que también le falta mucho trabajo técnico. Entonces, los tiempos juegan muy en contra. Para ser franco, aún sin emergencia laboral, los tiempos son cortos. Lo más probable es que vamos a saltar esa reforma para la próxima administración. Pero, de nuevo, le vamos a generar el problema a los que siguen, cosa que debería reflexionar la oposición.

"Considero grave que no se aquilate que estamos en una situación de emergencia. La tasa de desocupación hace rato está con problemas para indicar el problema. Tenemos fiebre, pero no se está detectando la fiebre, estamos haciendo como que no hubiera enfermedad".

"El déficit mayor está concentrado en las regiones de la zona centro, Valparaíso, O'Higgins, el Maule, y en la zona sur. Muchas veces dependemos de la percepción que haya sobre el tema de la Región Metropolitana, pero es evidente que ahí no se va a ver (el problema)".

"Se ha perdido tiempo. Pienso que el proyecto del gobierno en materia de pensiones era una megareforma no justificada y eso hace todo muy difícil. Si esa reforma quiere pasar, va a tener que simplificarse sustantivamente. Entonces, los tiempos juegan muy en contra".

Columna

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Una madre fantástica

Desde su invención en el siglo XVIII el piano se fue perfeccionando mientras proliferaban quienes le extraían todo su potencial. Se sucedieron maestros y discípulos en el abordaje de esta máquina. Franz Joseph Haydn educó a uno de los más grandes compositores para este instrumento, el atormentado Beethoven, quien, a su vez, hizo lo propio con Carl Czerny, al que se debe el desarrollo más extraordinario de la técnica del piano moderno. De él fue discípulo Franz Liszt, el titán adherido a la máquina. Luego, su discípulo Martin Krause fue el maestro fundamental de este instrumento en el mundo del cambio de siglo. Sin embargo, el certamen indiscutible, el Premio Liszt se mantenía desierto por décadas, no había ningún pianista en toda Europa que pudiera ganarlo.

Mientras tanto, en el fin del mundo, una mujer en Chillán tocaba a Bach. Su pequeño hijo le pedía más y ella intuyó que podría tener talento. Comenzó a darle clases ella misma. En 1906, el terremoto de esa ciudad echó abajo la casa en que vivían. Ella lo creyó muerto, pero el niño salió de entre las ruinas.

Poco tiempo después, este niño se demostró una gran promesa del piano. Siempre junto a su madre, ella consiguió que el Congreso Nacional de Chile le concediera una beca para continuar estudios en Alemania. Viajaron a aquella capital de la música. La pianista chilena Rosita Renard lo presentó al maestro Martin Krause, ese mismo, el que había sido discípulo de Czerny. "Este niño será mi obra maestra" dijo él, a pesar que el chico no fue capaz de lograr en tres días dos de los doce estudios trascendentales de Liszt.

En 1914 estalla la Gran Guerra que iría involucrando a todas las potencias del planeta. Una especie de agujero negro succiona a Europa en su mismo centro. La cultura se suspende, cientos de miles de jóvenes talentos son arrastrados a la aniquilación. Muchos huyen a América, el continente de la paz. Los sistemas de pago se rompen, Lucrecia no sabía hablar alemán y su hijo ya no reciben la beca. ¿Acaso ustedes no volverán a su país?, le preguntan. No, no volverían todavía. La educación del niño no podía quedar trunca. Ni siquiera esa destrucción absoluta bastaría para doblegar las más finas sutilezas que el piano tenía que entregar.

Otra vez entre las ruinas, esta vez de una Europa humeante, aquel ya joven llamado Claudio Arrau León ganó el Premio Liszt, ese imposible de lograr.

Había triunfado Lucrecia León. La estupidez de los grandes hombres no había podido interrumpir lo más importante, la genealogía de lo bello y lo que un niño es capaz de dar.

Claudio Arrau había sido hijo de la guerra. Su padre Carlos Arrau Ojeda, oftalmólogo, junto a sus hermanos Eduardo y Maximiliano también médicos, participaron en la Guerra del Pacífico, en varias campañas. Otra guerra le quitó a su mejor discípulo. Karlrobert Kreiten comentó a sus amigos que Alemania perdería la Segunda Guerra, y una vecina lo escuchó. La Gestapo lo arrestó durante un concierto y lo colgó en la horca.

A 40 años del Premio Nacional de Arrau, no olvidar a la madre del cordero.

"Una mujer en Chillán tocaba a Bach. Su pequeño hijo le pedía más y ella intuyó que podría tener talento. Comenzó a darle clases ella misma. En 1906, el terremoto de esa ciudad echó abajo la casa en que vivían. Ella lo creyó muerto, pero el niño salió de entre las ruinas".