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Azules van con optimismo al Clásico Universitario y cruzados no se confían

COPA CHILE. Mañana se enfrentan en el estadio Santa Laura por cuartos de final.
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Este domingo, desde las 17:30 horas en el estadio Santa Laura, Universidad de Chile recibirá a Universidad Católica por el partido de ida de cuartos de final de Copa Chile.

Aunque en la semana se habló de una revancha por el resultado en el Campeonato Nacional, ahora ambos equipos pusieron paños fríos.

Por un lado, el entrenador interino de los azules, Sebastián Miranda, comentó la ausencia de Darío Osorio y Cristóbal Campos, asegurando que deben anteponerse a las bajas porque "nosotros somos un plantel, tenemos que estar preparados para jugar ante Católica".

"Desde las características de Felipe Gallegos, Pablo Aránguiz y Lucas Assadi, intentaremos que la falta de Osorio no tenga tanta relevancia. Si es que no tenemos un buen resultado, la excusa no puede ser que no está Darío", añadió el DT.

Por otro lado, habló de la disputa en el arco entre Martín Parra y Pedro Garrido: "Tengo que tomar una decisión y los dos están preparados para jugar. Tienen características similares, quizás Martín puede tener más experiencia, pero lo importante es verlos competir. La decisión que tome, primero se las haré saber a los jugadores".

ES "MATA Mata"

En Universidad Católica, el portero Matías Dituro comentó sobre el compromiso que "va a ser un partido totalmente diferente, sabemos lo que son los clásicos, independiente de cómo llegue cada equipo del torneo nacional".

"En un 'mata mata' puede pasar cualquier cosa, hay que afrontar el partido con mucha seriedad y compromiso, es una competencia que nos ilusiona mucho", añadió el argentino que está tramitando la nacionalidad chilena.

Para cerrar, insistió en que "no hay favoritos, esta es una competencia diferente. Tenemos que seguir creciendo. Tuvimos una buena semana de trabajo, eso me deja tranquilo para seguir creciendo como equipo".

Ayer, en el primer partido de la llave, Magallanes y Cobreloa empataron sin goles en el Municipal de San Bernardo, en una especie de final anticipada de Primera B.

La Roja no despierta: Chile pierde casi sin ideas frente al mundialista Marruecos

BARCELONA. Eduardo Berizzo reconoció que "necesitamos un mediocampo más dinámico", tras un amistoso marcado por la ineficaz presión de los nacionales.
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Frente a una selección mundialista como Marruecos, Eduardo Berizzo dirigió su cuarto partido al mando de la Roja -el primero con una nómina hecha por él- y no pudo demostrar grandes cambios respecto a las derrotas anteriores.

Con fuerte presencia de la Generación Dorada (jugaron Gary Medel, Arturo Vidal, Charles Aránguiz y Alexis Sánchez), la Selección Nacional salió a jugar proponiendo una presión alta que comenzó por Ben Brereton, pero a pesar de la intensidad no se pudieron quedar con la posesión del balón.

Así, el combinado que tiene como principales figuras a Achraf Hakimi y Hakim Ziyech se hizo dueño de las ocasiones de peligro, exigiendo a Brayan Cortés que estuvo sólido durante todo el primer tiempo.

Pese a los embistes del cuadro africano, Chile también tuvo una opción de abrir el marcador y estuvo a solo centímetros de comenzar ganando.

Tras un pase largo de Sánchez, Brereton apareció por el sector izquierdo y ante la salida del portero remató con mucha precisión, pero cuando el tiro iba en dirección al arco, un zaguero alcanzó a desviarla y el esférico dio en el palo para luego irse afuera.

De a poco el volante Sofiane Boufal fue tomando protagonismo y se volvió un dolor de cabeza para el sector derecho de Chile, tanto para Paulo Díaz como para Juan Delgado.

De hecho, el jugador del Angers de Francia llegó a reclamar un penal por una supuesta infracción de Aránguiz y también cayó afuera del área dándole un buen tiro libre a Ziyech.

En el complemento vinieron los mejores momentos de Marruecos y comenzó con un gol anulado a Hakimi, que de tiro libre batió a Cortés, pero un jugador "off side" de su equipo interfirió en la jugada.

Luego, en una buena conexión entre Sánchez y Vidal, el mediocampista de Flamengo recibió en el área y sacó un fuerte zapatazo hacia el arco, pero esta vez la suerte no lo acompañó y el tiro se estampó en el vertical.

Con esa única opción en la segunda mitad, la Selección pareció entregarse hasta que llegaron los goles de los africanos.

El primero lo anotó Boufal de penal a los 65 minutos con un potente disparo. La infracción la cometió Díaz con una confusa mano al barrerse para alejar el peligro que nació con Vidal perdiendo el balón en una salida.

Ya con el equipo alicaído, Berizzo intentó algunas modificaciones para refrescar el ataque, pero no dieron resultados.

A los 77', los cambios sí le dieron resultados a Marruecos, porque Abdelhamid Sabiri, que había entrado minutos antes, convirtió el 2-0 definitivo con un remate de distancia.

Este resultado significó el sexto partido consecutivo sin ganar de la Roja, que la última vez lo hizo contra Bolivia por 3-2. El siguiente desafío es Qatar, el martes desde las 14:00 horas.

"circulación lenta"

Tras el encuentro, Berizzo aseguró que "nuestra circulación de pelota era previsible, lenta, no encontramos espacios" y añadió que "la organización del rival nos impidió tener peso ofensivo".

"Fuimos superados por un rival con velocidad, con gente técnica que generó mucho peligro", analizó, explicando que "necesitamos un mediocampo más dinámico, con situaciones de pase más clara".

Vidal dice que Ben Brereton: "se tiene que adecuar"

Arturo Vidal comentó tras el partido que "Ben Brereton anda muy bien, está mejorando mucho, se está acostumbrando al equipo y a lo que quiere el entrenador", pero advirtió al delantero que esto "no es la Championship, donde juega. Acá son selecciones de primer nivel, se tiene que adecuar", aunque "es difícil acostumbrarse y todo proceso cuesta un poco".

6 partidos sin ganar acumula la Selección chilena. La última vez fue en febrero frente a Bolivia por las Clasificatorias mundialistas.

Permitido llorar: Federer se despidió acompañado de Nadal

TENIS. El suizo jugó el partido de dobles junto al español por la Laver Cup.
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Y Federer se fue. El día que el deporte no quería que llegara y para el que el tenis no estaba preparado, aterrizó como un mazazo emocional sobre el suizo, Rafael Nadal y todo aquel que haya disfrutado con este deporte.

Con Novak Djokovic aconsejándolos en los cambios, con las lágrimas de Lynette, la madre de Federer, con la mirada de Rod Laver en las butacas, la ayuda de Stefan Edberg y con el último toque de magia del mago de Basilea, que incluso metió una pelota por el hueco entre la red y el palo que la sujeta, el telón se bajó para la obra de arte que comenzó cuando en Suiza alguien decidió que el pequeño Federer empuñara una raqueta.

Esta vez el premio no era un título, el O2 agotó las 20 mil entradas para celebrar la despedida. Mientras la grada se cubría de azul y rojo, los colores de Europa y del Resto del Mundo en la Laver, amanecieron las primeras lágrimas. Lynette, madre del genio y transmisora de su revés a una mano, derramó el primer llanto.

Los mensajes se descubrían: "No te vayas". "No te retires nunca". "El tenis no será lo mismo sin ti". La melancolía, la tristeza, el amor a un tenista único se fundían en un escenario en el que lo que menos importaba era el resultado.

Rafa Nadal, villano de la carrera de Federer y causante de algunas de sus peores tardes, fue el apoyo necesario para que esta despedida el suizo no la hiciera solo. Su amigo y compañero de mil batallas voló desde Manacor, donde espera el nacimiento de su primer hijo, solo para que, cuando Federer necesitara una mano amiga, se encontrara con la de él.

En un partido con un ritmo irregular, con un Federer alejado de su tenis competitivo y un Sock y Tiafoe conscientes de su papel secundario en toda esta historia, Nadal, al que bombardearon a pelotas, tiró del carro de la legendaria dupla. El resultado, victoria para el resto del mundo con el super tie break, era una anécdota.

Muy emocionado, el suizo terminó a lágrima viva y coreado con un continuo "¡Roger, Roger!". "Fue una día maravilloso. Estoy feliz, no triste. Disfruté ponerme mis zapatillas una última vez. Tuve a mis amigos aquí, mi familia, a compañeros. Estoy muy contento de haber jugado el partido", añadió el helvético, que no paró de llorar en toda la ceremonia.

Afirmó que "nunca hubiera esperado todo esto. Yo solo quería jugar al tenis. Fue perfecto, lo haría de nuevo. Mi final fue como lo deseaba".