El pasado 7 de junio, el funcionario de la empresa de envíos Starken, identificado como Cristian Arancibia, de 48 años, fue abatido por un grupo de asaltantes que le arrebataron un maletín con un monto millonario de dinero en efectivo. Todo quedó grabado por las cámaras de seguridad, cuyos registros, durante el mismo curso de ese trágico día se hicieron vírales en las redes sociales, así como también los vídeos que captaron los infructuosos esfuerzos del personal SAMU por salvarle su vida.
Ahora este martes 15 de junio, un estudiante de la Escuela Técnico Profesional identificado como Ángelo Sapunar, de apenas 16 años, fue víctima de un violento asalto por parte de un grupo de desconocidos en el sector de El Palomar. El adolescente fue internado de urgencia en el Hospital Regional de Copiapó con un golpe en la cabeza y una herida penetrante torácica, según las primeras informaciones del caso. No obstante, pese a los esfuerzos del equipo médico, el joven no resistió y murió en la madrugada de ayer.
Los casos de Cristian Arancibia y de Ángelo Sapunar tienen un denominador común, la violencia con la que actuaron los agresores y el hecho que estos aún no han sido ubicados por los entes persecutores.
La capital regional y Atacama en sí no está acostumbrado a este tipo de delitos violentos, en efecto, estos hechos policiales se ven de manera lejana en los noticieros de alcance nacional. Pero en lo que va del presente mes, ya han ocurrido dos casos en Copiapó que generaron impacto e impotencia en la comunidad, toda vez que se desconoce el paradero de los atacantes pese al esfuerzo del Ministerio Público y las policías a nivel local.
Copiapó quedó envuelto en un manto de luto, ya en el caso del agente de Starken, los trabajadores cerraron por duelo las sucursales y acompañaron a la familia de Arancibia con una caravana simbólica. En tanto que en la Escuela Técnico Profesional, aparecieron globos negros y blancos a modo de tributo para el joven estudiante, que perdió la vida a manos de la delincuencia.
Los familiares de las víctimas y la comunidad copiapina claman por justicia, de hecho, es el turno ahora de las policías y la Fiscalía para que hagan su trabajo y puedan dar con los autores de estos cruentos crímenes.