Muchas veces Josefa sintió deseos imperiosos de salir corriendo de aquel lugar para poder buscar a sus padres biológicos, sin embargo, una fuerza exterior misteriosa no permitía que ella abandonara a quiénes con generosa disposición desde el momento de su nacimiento, la habían acogido como una hija más regalándole ternura, apoyo permanente, cuidados, dedicación y de manera cálida, ilimitado amor... Sin darse cuenta transcurrieron los años transformándose la pequeña, en toda una mujer: hermosa, culta, sensible... Aquel domingo muy temprano escuchó como siempre en esa fecha, la canción que le traía recuerdos maravillosos envueltos en el celofán de la gratitud y otras reminiscencias muy tristes, empaquetadas a través del tiempo con el pliego del abandono... Ella jamás asumió el haber sido rechazada un día de invierno por sus progenitores, por lo mismo en cada rostro, en todo gesto intentaba encontrar respuesta a sus más profundo e indescifrable desvelo...
Respirando profundo se unió a la familia, apagó las velas de una torta pequeña y con serena emoción los abrazó uno a uno, hermanos, abuelos y padres, intentando borrar aquellos pensamientos traumáticos que tanto la atormentaban, rogándole a su intelecto, le ayudase a valorar a tiempo cada minuto allí vivido sin desmerecer las oportunidades que en ese hogar le habían entregado durante veinte primaveras desinteresadamente, guiados sin duda por la mano de Dios...
Sentados alrededor de una mesa llena de exquisiteces, compartieron ese nuevo comienzo con fe, agradeciendo cada cuál lo que les había tocado transitar.
La madre se acercó de pronto a Josefa y le entregó un regalo, cuándo lo abrió, encontró un álbum de fotos con toda la historia junto a ellos vivida, además de una linda tarjeta que decía lo siguiente: "Chiquita, si alguna vez en tú camino llegase a faltarte paz, no olvides nunca que eres nuestra hija, recuérdanos siempre como tus papás.
Hoy, ella es directora de una fundación que acoge a los abandonados del mundo, a través de su dolor creció tanto, que la capacidad de amar la transformó en una generadora de luces y ofrendas. Ojalá muchos seres humanos imitemos sus pasos.
Mily Soler Grez
Comunicadora social