"Es casi imposible reemplazar 200 años de evolución constitucional en nueve meses y que quede bien"
El experto constitucionalista analiza los hitos de la Convención, el trabajo de la mesa directiva saliente y el sello que debiera tener la nueva testera. También aborda el sistema político que debería proponer la Carta Magna, sugiere volver al voto obligatorio y analiza los temas candentes que vienen. "Recién comienza la discusión de verdad", afirma.
Fue una semana intensa en la Convención Constitucional. La renovación de la mesa acaparó la atención de la opinión pública y su desarrollo -nueve votaciones en dos días casi corridos- para que saliera humo blanco generó críticas y aplausos para quienes argumentaban que era una demostración de lo difícil que será ponerse de acuerdo o de la virtud que implica ver en vivo y en directo cómo se llega a acuerdos. Un caso de covid-19 y varios contactos estrechos agregaron incertidumbre mientras asumía la nueva mesa de María Elisa Quinteros y Gaspar Domínguez.
El devenir del proceso constituyente es seguido por la ciudadanía, pero también en especial por el mundo académico, que ve tantas singularidades en una instancia que cada día entrega lecciones o motivos de análisis. Jaime Arancibia, docente de la Facultad de Derecho de la Universidad de los Andes, investigador de POLIS, el Observatorio Constitucional de la misma casa de estudios, y doctor en Derecho de la Universidad de Cambridge, hace un repaso de estos primeros seis meses de Convención con Elisa Loncon y Jaime Bassa a la cabeza y proyecta lo que se viene.
-¿Cómo califica el trabajo de la Convención Constitucional en estos primeros seis meses?
-Hasta ahora la Convención ha cumplido de forma aceptable con las tareas y el programa trazado por el Reglamento: organización de comisiones, debates temáticos, audiencias ciudadanas y transparencia ante la sociedad.
-En ese contexto, ¿qué evaluación hace de la gestión de la mesa encabezada por Elisa Loncon y Jaime Bassa?
-Lo principal es que cumplieron bien con la difícil tarea de instalar y poner en marcha un órgano colegiado del que no había precedentes en Chile, con todo lo que ello implica, en un ambiente de tensión política y pandemia. Un bemol es que algunas de sus declaraciones y omisiones se alejaron del rol de representar y velar por el interés de todos los miembros de la corporación. El espíritu republicano demanda que las altas autoridades no incurran en prácticas partisanas estando en cargos directivos.
Lo bueno y lo malo
-¿Cuáles son a su juicio los hitos (negativos y positivos) del trabajo convencional hasta ahora?
-Lo positivo es que han oído a muchas personas y representantes del mundo social, de distintas partes del país. Destaco también el haber logrado un clima de trabajo conjunto pese a las diferencias de vida y
"No me parece bien el afán de varios de reescribir o refundar la Constitución entera (...) Con excepción de la Carta de 1980, la historia constitucional chilena ha sido de reformas y no de refundaciones. Es preciso retomar esa costumbre, propia de países desarrollados".