América Latina es una región expuesta al riesgo de desastres. Chile por su parte es un laboratorio de emergencias que hace que nuestro país esté siempre frente a una emergencia de carácter catastrófico. Las características geográficas unidas a un alto grado de vulnerabilidad y a los efectos adversos producidos por el actual cambio climático, sitúan a los países americanos en un alto riesgo de impacto por desastres.
En ese contexto de vulnerabilidad son las mujeres las que responden y enfrentan estos desafíos desde los ángulos más frágiles y difíciles. Las mujeres son las que lideran la acción de supervivencia y resiliencia de la familia ante riesgos de desastres y el cambio climático y son quienes mejor aquilatan esta experiencia. En una emergencia, mujeres y hombres no tienen las mismas vulnerabilidades, las mismas prioridades y tampoco las mismas capacidades de recuperación y por tanto una crisis no les llega, ni les impacta de la misma manera. La cultura, el sexo, la edad, la etnia, la clase social, la religión, la identidad sexual, y mucho más, condiciona el actuar y el escenario en donde se ubican las mujeres.
En esta pandemia que vive el mundo entero y que precisamente Chile vive de forma vertiginosa, donde las políticas públicas no son tan claras y las medidas a simple vista son cambiantes y contradictorias. El covid-19 puede ser vencido si somos capaces de establecer un sistema de medidas que conversen unas con otras y que nos ayuden a convivir o vivir con el riesgo.
Pensando que gran parte de la contaminación se está produciendo en el contacto estrecho, en hogares donde la construcción tiene precariedades y tiene una cantidad de metros que podría adjetivar como indignos. No se entiende como no se avanza en políticas agresivas que consideren fuertemente al hogar, donde se de paso a políticas lúcidas para avanzar con prácticas seguras y adecuadas para la gente. Por lo menos hasta hoy no se conocen o existen programas agresivos de enseñanza e información donde sean liderados por la mujer. Quien generalmente le da sentido al núcleo constituido por la familia, quien dirige y establece los alcances con gran valentía y destreza, quien tutela de gran forma a hijos, hermanos, padres y familiares. Un trabajo que sabemos de él, siempre presente pero nunca reconocido.
Existe un convencimiento que para tener logros frente al COVID-19 se debe tener un cambio de conducta generalizado y no consiste solamente en tener vacunas, consiste en vivir con el riesgo de forma adecuada, en donde cada uno de nosotros y nosotras asuma su responsabilidad y desarrolle su vida de forma madura y responsable considerando las nuevas realidades, y no cabe duda que esa misión tan compleja desde las célula básica llamada familia le corresponde por sus características y posibilidad de liderar por inteligencia, sensibilidad y capacidades múltiples a la mujer.
Luis Carrasco Garrido
Académico Dpto. de Prevención de Riesgo y Medio Ambiente UTEM, experto en Gestión del Riesgo y Educación