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Una voz de alerta

Cada cual puede tener sus propias opiniones, pero no puede tener sus propios datos. Rodrigo Rojas Veas, Rector Santo Tomás Copiapó
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Esta semana conocimos los resultados de la Encuesta de caracterización socioeconómica, CASEN, la que es realizada por el Ministerio de Desarrollo Social con el objetivo de disponer de información que permita conocer periódicamente la situación de los hogares y de la población, especialmente de aquella en situación de pobreza.

El principal hallazgo de esta versión es la constatación de que la cantidad de gente en situación de pobreza en Chile subió del 8,6 % en 2017 al 10,8 % en 2020, lo que marca un retroceso en la tendencia que llevaba nuestro país. En nuestra Región, la pobreza alcanzó al 9,5% situándonos por debajo de la media nacional, pero con un ascenso de un 1,6% respecto del año 2017. Pese a esta negativa evolución si observamos lo que sucede en nuestro entorno, nuestro País sigue siendo el que exhibe mejores indicadores en este ámbito ya que en el conjunto de América Latina, la pandemia elevó la tasa de pobreza hasta el 33,7 % y la pobreza extrema hasta el 12,5 %, según la Cepal. De acuerdo a los análisis habría 2 grandes razones para explicar este aumento, ambas bastante intuitivas por lo demás. De una parte, el efecto provocado por la pandemia de la covid-19 y por otra el impacto de las condiciones de una parte significativa de la población inmigrante, especialmente de aquella que ha llegado los últimos años.

Durante muchos años Chile logró reducir sucesivamente la pobreza, dando cuenta de la mejora sustantiva de la calidad de vida de amplios sectores de la población. Esto fue fruto de políticas económicas y sociales implementadas por los distintos gobiernos desde 1990 que dieron lugar a un periodo de crecimiento económico sostenido lo que, combinado con políticas redistributivas, educacionales y de fomento, permitieron que millones de chilenos y chilenas pudieran salir de la endémica situación de pobreza en la que muchas generaciones vivieron. Este es un logro de gran magnitud, poco reconocido en el discurso de muchos actores en la actualidad, pero que resulta indesmentible. Basta mirar el gráfico publicado esta semana por la Revista Pulso, en el que se puede ver con absoluta claridad como en 1990 Chile tenía un 68% de pobreza y luego de 30 años esta se situó en el rango del 8,6%.

Por ello, el crecimiento de la pobreza en esta medición debe ser una voz de alerta para todos y debe llamarnos a una reflexión serena y con altura de miras para enfrentarla. No bastarán las medidas de corto plazo para enfrentar la contingencia. Debemos volver a las políticas de Estado que tanto bien nos hicieron como demuestra la amplia evidencia disponible.

Cada cual puede tener sus propias opiniones, pero no puede tener sus propios datos.

Hoy se prueba la tolerancia

La gente elige a sus dirigentes para que velen por el bien común de la nación, y para que actúen con altura de miras y grandeza por el bienestar de sus habitantes, ya que la democracia que todos construimos no puede ser trizada por resentimientos y acciones violentas que justifican algunos obnubilados coterráneos. Omar Monroy, Historiador regional
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Si es necesario reiterar a diario el valor de la tolerancia como aporte en la sana convivencia de la comunidad, hay que hacerlo. En el horizonte se observan días que serán cruciales para la marcha democrática del país, lo que repercutirá en el devenir de las regiones. En el transcurso de la semana, asumirán los Gobernadores, esperándose que prime el espíritu republicano en los líderes que tendrán nuevos desafíos y responsabilidades en el desarrollo integral de sus territorios. Luego, en noviembre se efectuarán las elecciones presidenciales, proceso cívico que esperamos se realice en un ambiente de respeto a la diversidad política.

Algunos piensan que hay que exterminar, saquear, dañar o apartar a aquellos que no piensan como ellos, olvidando la declaración de los derechos humanos que dice: "Toda persona estará sujeta a las limitaciones establecidas por la ley, con el único fin de asegurar el reconocimiento y el respeto de los derechos y libertades de los demás, y de satisfacer las justas exigencias de la moral, del orden público y del bienestar general en una sociedad democrática". La mayoría de la ciudadanía anhela una mejor calidad vida y satisfacción en sus requerimientos en un contexto de respeto, orden, justicia y generosidad. Asimismo, desea que se disipen odiosidades, intolerancias e incertidumbres que no aportan a la construcción de un país unido y desarrollado.

La gente elige a sus dirigentes para que velen por el bien común de la nación, y para que actúen con altura de miras y grandeza por el bienestar de sus habitantes, ya que la democracia que todos construimos no puede ser trizada por resentimientos y acciones violentas que justifican algunos obnubilados coterráneos. La tarea de los verdaderos chilenos es trabajar por una sociedad más justa, fraterna, digna y democrática.

Frente a esta realidad, es importante fortalecer el valor de la tolerancia, ya que estimula la amistad cívica, el afecto, el diálogo, buen criterio y rectitud. Hoy se necesitan voces prudentes y constructivas que enseñen cómo debemos enfrentar los nuevos desafíos y tiempos que se avecinan con renovadas esperanzas y paz.

Pérdida de miles de empleos

El Centro de Encuestas de la Universidad Católica reveló que en junio cerca de 200 mil empleos terminaron destruidos en momentos que suben las cifras de pobreza. El combate de la pobreza no se remite a la entrega de ingresos directos, sino que a la reactivación de empleos y de las Pymes. No podemos perder la atención jamás en estos puntos.
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El Centro de Encuestas de la Universidad Católica reveló que en junio pasado se perdieron 200 mil empleos, una cifra impresionante y que se registra justo en momentos que la pobreza de ingresos y la pobreza extrema subieron a nivel nacional y en Atacama, en una combinación que terminará siendo perjudicial de alguna u otra forma y que, por ende, debe centrarnos en potenciar la reactivación de empleo y apoyo a las Pymes.

Lamentablemente el contexto de la pandemia ha logrado hacer lo que no pudieron realizar la crisis Subprime y la crisis asiática de 1998, es decir que Chile no avance y, por el contrario, en la lucha por la pobreza.

Ahora en un contexto de reducción significativa de casos y con una alta vacunación es indispensable que se agilicen los planes para recuperar aquel tranco que tuvo alguna vez el país.

La apuesta del Gobierno es poner menos restricciones para los vacunados y nuevos aforos son medidas que sin dudas ayudarán a dinamizar la economía y mejorar las condiciones de acceso al trabajo. Ahora en el contexto de vacaciones de invierno, los rubros hoteleros y comercio, entre otros, esperan recuperar en algo lo perdido, mientras que el regreso a clases de escolares supone que personas que tienen kioscos o que trasladan a alumnos tendrán una oportunidad de retomar sus emprendimientos.

Justamente se vienen oportunidades de todo tipo y hay que aprovecharlas, claro está tomando todas las medidas sanitarias del caso. No hay que confundir desesperación con malas prácticas y pensar que estamos volviendo a la normalidad en tiempos que no había coronavirus, sino que se debe convivir con esta crisis sanitaria que probablemente no se termine en el corto plazo.

Junto a esto debemos poner mucha atención en que la pobreza no se soluciona solamente colocando más ingresos, como lo menciona la directora ejecutiva de la Fundación Superación de la Pobreza, Catalina Littin, que apuesta a transformaciones estructurales para conbatir el retroceso en la materia.

Es preciso señalar que se trata de medidas momentáneas para ir en ayuda de quienes más sufren por esta crisis, pero que no serán para siempre y, por ende, es muy necesario potenciar las medidas que fomenten el desarrollo de empleos.