"Cuando vuelvan los circos, la parte más difícil será no poder abrazar a los niños"
Dice que "no podemos seguir encerrados" y que "la experiencia circense reúne emociones que ningún juego electrónico puede transmitir".
Agustín Maluenda Ríos, el popular payaso Pastelito, derrocha optimismo. Dice que nada lo derrumba, ni siquiera esta pandemia que dejó a su circo y a otros 107 varados a través de todo Chile, sin trabajo y en la más completa incertidumbre.
"Quedamos detenidos en San Felipe y nos quedamos cinco meses y medio por allá, y ya cuando fue posible decidimos regresar a la parcela donde está nuestro centro de operaciones. Todo lo ocurrido ha sido extremadamente duro y lo que más nos afecta es que no poder trabajar en lo que tanto queremos, de manos atadas hasta que esto retroceda. Este golpe nos obliga a reinventarnos. ¿Pero sabes?, la gente de circo no se rinde y he visto como los chicos hacen palomitas de maíz, manzanas confitadas o queques y salen con sus camionetas a vender a la calle. Somos unos bendecidos y, al menos en mi entorno, no conozco a ninguno que le haya ido mal", explica, mientras muestra a través de su celular una práctica en vivo de una malabarista rusa al interior de su carpa, como señal de que el trabajo y la rutina no se detienen.
-Siendo empresario, ¿cómo ha sido enfrentar esta inédita crisis?
-El rótulo de "empresario" me incomoda, lo confieso, porque a pesar de tener una formalización que dice: "Circo de Pastelito y Tachuela chico", en mi corazón siento grande el título. Eso se lo dejo al dueño de Cencosud, de Sodimac, del Líder, esos son gallos cototos. Yo me siento más cómodo en el papel de un jefe de grupo, y sería. En estas fechas, donde empieza la temporada alta, nosotros empleamos cerca de 80 personas. Hoy somos 35.
-¿Han recibido algún tipo de apoyo estatal?
-Como nuestra actividad es algo fuera de lo tradicional, no hemos recibido ningún tipo de ayuda, pero aun así nosotros hemos apoyado a toda nuestra gente en la alimentación y gastos de primera necesidad como, por ejemplo, con la leche y los pañales para los que tienen niños. No podíamos tirarnos a la quiebra y dejar botados a los colaboradores y sus familias. Como jefe de grupo hay que hacerse responsable, cueste lo que cueste.
-Los circos a nivel mundial han sufrido bajas en la popularidad y asistencia. Ringlin Brothers, uno de los más famosos, bajó la cortina después de 146 años de actividad ininterrumpida, aduciendo que sacar los animales del show fue un golpe fuerte.
-El Ringlin Brothers muere por una mala administración de los dueños que ya no eran gente de circo. Es un mito lo de los animales, porque incluso después de sacar los animales la gente empezó a ir más. Lo que sí admito es que el circo se convirtió en una alternativa de entretención y no en una prioridad como lo era antes. Pero de ninguna manera como algo que vaya a desaparecer.
-Las redes sociales o las Play Station son fuertes amenazas, porque a final de cuentas es el niño quien motiva a la familia para asistir a los espectáculos.
-Súper de acuerdo, pero un espectáculo presencial, en vivo, es otra cosa. La experiencia circense reúne emociones que ningún juego electrónico puede transmitir. Acá el secreto es que tengamos como gremio la capacidad de reinventarnos, entendiendo que son otros los tiempos y otras las demandas. Yo me acuerdo que cuando Las Águilas Humanas llegaba a una ciudad de Chile era todo un acontecimiento, se desbordaba. Hoy el circo compite con muchas otras cosas.
-¿Cómo se atrae entonces a este nuevo público?
-Siendo cuidadoso con lo que vas a presentar, siendo honestos, cuidando la marca. A mí me hizo bien trabajar en Estados Unidos, porque adquirí un estándar profesional. En el caso de nuestro circo, ayuda que cruzamos varias generaciones porque está mi papá (El Tachuela chico), con 64 años; le sigo yo con 44 y luego el Agustín JR, con 20. Además de trabajar bien las redes sociales, que es lo que la lleva, te insisto, nunca mentimos. Si avisamos que tenemos en el show al mejor malabarista del mundo, eso es cierto y además constatable, porque tú puedes buscar al artista en YouTube y verificar lo que decimos. Hoy, si mientes, te pillan al tiro.
-Cuando el Cirque du Soleil aterrizó en Chile hace unos años remeció la forma de ver un circo con su propuesta. ¿Qué te ocurre con esta forma de espectáculo? ¿Te preocupa?
-A mí me encanta el Soleil, porque su trabajo le dio frescura e innovación al universo circense y se atrevió con algo que no hicieron los demás. Tener en pista una cantante de ópera, un violinista y armar una producción de alto vuelo muy conceptual es notable, pero no sé si a un niño le gusta exactamente, porque muchos se quedan dormidos. Lo siento un aporte maravilloso, pero jamás una amenaza. Cuando el Soleil llega cerca de las vacaciones de invierno llena todas sus funciones en la Ciudad Empresarial, mientras que nosotros, gracias a Dios nos va muy bien también, ahí en nuestra esquina de Alameda con General Velásquez. Hay público para todo y no lo tomo como una competencia, sino como una oferta más a lo que ya existe. Tengo muchos amigos en el Soleil y yo me inspiro mucho en las buenas cosas que hacen. Tampoco estoy de acuerdo que se trate del nuevo circo. Creo que es el circo es uno solo.
-Los niños están cada vez más exigentes. ¿Qué quieren ver hoy?
-Partamos de la base que el niño es el que pide al papá que lo traiga y al final este último es el quien mejor lo pasa, jajaja. Al final de cuentas quiere ver lo mismo que ve en sus redes sociales. Han cambiado los tiempos, las modas y si antes la rutina del trapecio lo hacíamos con música de vals, hoy el niño se me duerme, no te lo aguanta. El público disfruta mucho la interacción directa con los payasos, saludar los niños, hacer chistes. Cuando vuelvan los circos, la parte más difícil va ser no poder abrazar a los niños.
-Entonces son demandas simples.
-Claro, porque finalmente el público quiere diversión, sentirse bien, constatar que pagó su entrada y le gustó lo que vio. Y sin tanta parafernalia, pero con un buen audio e iluminación. Ya pasó esa época ser el que uno iba al circo a cooperar, porque le daba como pena. Si tú le presentas buenas cosas se van a sentir retribuidos. Y aquí vuelvo al ejemplo que pusiste del Soleil. Si el público con el Soleil lo pasa bien, acá con nosotros lo pasa increíble. ¿Y por qué razón? Porque entregamos risas, humor, energía. El Soleil es más teatral. Acá tengo gente que viene a ver el show dos y tres veces porque quiere desestresarse. Nos preocupamos de mostrar un formato que no se ve en otro lado y estamos atrayendo a gente joven, la que carretea. Nos es raro que de repente tengamos un grupo de 10 o 15 universitarios en nuestro show. Después nos dicen que se cagan de la risa.
-¿Cómo resulta trabajar con el papá y el hijo?
- Es difícil, porque por más que seamos socios, el papá es el papá y eso se respeta. Lo mismo pasa con mi hijo. He tomado la producción del circo, soy el que monto los shows y mi hijo (Pastelito JR) me ayuda en esto. Por su edad, nos ayuda a entender qué cosas les gustan a los muchachos de su edad.
-¿Sigues vigente como payaso o colgaste el atuendo?
-No, no, sigo igual vigente, lo que pasa que como trabajo en la trastienda me veo menos.
-Fuiste escogido el mejor payaso del mundo.
-Fue una cosa muy bonita que me distinguieron en Europa en 2015. Me entregaron cuatro premios y la crítica dijo que nunca habían visto un payaso tan hiperactivo, porque los europeos son más callados, más mimos. Me enorgullece, pero no es una cosa que lo ande diciendo a cada rato. Para unos seré Messi o Ronaldo, pero yo piolita no más.
-¿Cómo piensan encarar el futuro próximo?
-Si nos dicen que podemos atender con el 25% del público (su carpa grande tiene un aforo de 1.850 espectadores), yo salgo de inmediato a trabajar, porque una manera de levantarse es dando la pelea. Ya es suficiente tiempo de estar escondido, la gente tiene derecho a trabajar y los circos también. La gente con miedo, está claro, no va ir, y los que sí, irán donde les ofrezcan un lugar que les garantice seguridad. Pero lo que es claro es que no podemos seguir encerrados, o si no la gente se va a morir de hambre y pena.
"Si nos dicen que podemos atender con el 25% del público, yo salgo de inmediato a trabajar. (...) Es claro que no podemos seguir encerrados, o si no la gente se va a morir de hambre y pena".