Copiapinos cuentan por qué salen de sus casas en tiempos de pandemia
POR CORONAVIRUS. A partir del crítico análisis de Bloomberg, sobre cómo el Gobierno de Chile ha manejado la crisis sanitaria, El Diario de Atacama constató en terreno que la mayoría de los ciudadanos dicen hacerlo por necesidad de llevar el sustento a la casa, exponiéndose a contagios que pueden afectarlos a ellos y a su círculo más cercano. También contaron cuáles son su principales dificultades, inquietudes y temores ante el avance del covid-19 en la Región de Atacama. Varios han debido separarse de sus familias.
"Las evaluaciones iniciales sugieren que Chile siguió el ejemplo de las naciones ricas solo para darse cuenta, una vez más, de que un gran porcentaje de sus ciudadanos son pobres", fue parte del lapidario análisis que esgrimió el medio estadounidense Bloomberg, sobre el manejo del Gobierno de Chile ante la pandemia de coronavirus.
En efecto, y pese a los llamados de "quedarse en sus casas", son muchos los jefes y jefas de familia que deben salir de estas para trabajar y llevar el sustento al hogar, con hijos que no tienen las condiciones para conectarse a las "clases online" y personas con temor de contagiar a sus parientes que pertenecen a los denominados "grupos de riesgo".
Además, existe fundado temor de contraer la enfermedad, toda vez que no podrían efectuar cuarentenas domiciliarias por vivir en espacios reducidos y hacinados. "Si cae uno, caemos todos", es el eco que más se repite.
A raíz de este diagnóstico, El Diario de Atacama salió a terreno para preguntarle a los copiapinos qué los mueve a salir de sus casas y cuáles son sus principales miedos e inquietudes dada esta crisis sanitaria por covid-19, que día a día suma más contagiados en la Región de Atacama.
Los relatos
En la fila de un banco en el sector céntrico de la capital regional, William Barraza, un comerciante que estaba esperando paciente el ingreso al recinto, afirmó que toda su familia la envió a Vallenar. "Allá están todos bien en Vallenar porque el avance de la pandemia ha sido más lento que Copiapó", comentó Barraza, quien agregó que "yo estoy solito en la casa, día a día haciéndole el quite al virus".
Asimismo, al final de la fila se sumó el alarife Marcial Muñoz, quien tuvo que salir de la casa con su esposa y sus dos pequeños hijos para realizar trámites bancarios. Relató que "estoy esperando que me envíen a otra faena, pero lo ideal sería llegar todos los días, porque lo que más ha afectado esto que está pasando, es a la gente que está trabajando en faena, y basta que caiga uno y apesta a toda la cuadrilla".
"Ojalá que todo esto cambie, se supere esto y vuelva el auge, vuelva todo lo que necesitamos, porque la gente de acá la estamos pasando demasiado mal", agregó Muñoz.
Uno metros más adelante, paradas en una esquina aledaña a la Plaza de Armas, dos vecinas de un campamento ubicado en la Población Juan Pablo II, confidenciaron las dificultades que las llevó a vender frutas y verduras en la calle.
"Soy mamá soltera, tengo tres niños, no tengo ayuda y son niños grandes que ya estudian, tengo que salir a buscar la plata para la comida, para el desayuno, para la once, y eso es lo que tengo que hacer", contó Andrea Toro, quien además mencionó las dificultades que tienen sus hijos para sacar adelante sus estudios.
"Los niños ni pueden estudiar online porque no tengo notebook, entonces al final quedo en la misma, así que nada, buscando guías al colegio, al liceo, y eso, exponiéndose igual uno", indicó la comerciante ambulante.
En la misma línea, su vecina Carla Ocayo, enfatizó que "soy mamá y papá a la vez de cuatro hijos y bueno, las ayudas no han llegado oportunamente y hay que, como todos los ciudadanos, trabajar, y hoy en día lo que nos queda es el comercio, porque las empresas no nos están entregando trabajo tampoco, al contrario, están despidiendo a la gente".
Ocayo sostuvo que su principal temor es, dada la exposición contagiar a los suyos, por que "si caigo yo caemos todos" y agregó que en su casa "tenemos un solo dormitorio donde dormimos todos, los niños, estamos hacinados, no tenemos una condición física para hacer una cuarentena como corresponde, como la gente de plata, que tienen los medios".
En las afueras de la Catedral de Copiapó, Ruth Hernández dedica sus mañanas a la venta de máscaras protectoras para llevar el sustento a su casa, donde vive con su pareja y los padres de él, que entran en el grupo de riesgo debido a su avanzada edad.
"Ellos se quedan más en la casa, y digamos que los que salimos hacemos las diligencias y las compras para que ellos no queden más expuestos, porque son los mayores de la casa", señaló la venezolana que lleva cuatro meses en Atacama y tres años en el país.
Además, Hernández sentenció que "como vivimos varias personas en la misma casa, si hay un riesgo de contagio y claramente estamos claros de lo que conlleva el riesgo de salir todos los días, y bueno, lo único que hacemos es cumplir las medidas en lo posible y siempre cuidándonos".
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