Enfermos terminales no (deben) pueden esperar
Ante la gran polémica que se provocó por la resolución de la Corte de Apelaciones de Antofagasta que autorizó a una pensionada para retirar sus fondos de la AFP, para poder cumplir con pagos de su propiedad, aunque quedan más instancias judiciales, el tema está en la mesa, su resolución final sin lugar a ninguna duda, marcará un antes y un después de la intangibilidad de los citados fondos por parte de los chilenos, antes de que lleguen a jubilar.
Por lo que, ocupando la misma frase que ocupa la SP (Superintendencia de Pensiones) para justificar su negativa de anticipar los fondos a un pensionado, "La única finalidad de los fondos es financiar las pensiones del (de la) trabajador(a) cuando jubile", es muy pertinente hacerse la siguiente pregunta...
¿Aceptando, la explicación de la SP, no es acaso urgente, tratar el caso de los enfermos terminales, de poder disponer de la totalidad de sus fondos, fruto del trabajo de toda una vida, ahora ya, porque siguiendo el mismo razonamiento, estarían los fondos para poder pagar la respectiva pensión, pero lamentablemente por causas irreversibles de salud, el afiliado, beneficiario de estas pensiones, tiene su continuidad de vida en extremo comprometida, lo que correspondería , en justicia, que pudiera utilizarlos en lo referente a mejorar la calidad de la corta vida que le queda...
También es prudente mencionar que se deben tomar todas las medidas, en especial al aprobar el proyecto que se encuentra en trámite en el Congreso desde noviembre del año 2018, para que no exista ninguna posibilidad de hacer mal uso de esta justa resolución, por inescrupulosos, ya sea por "enfermos imaginarios" ó por parientes y cercanos "en extremo hábiles e interesados" , al dejar cabos sueltos en su aprobación legal, o sea los más conocidos como "vacíos legales", asunto muy común y utilizado en nuestro país para saltarse olímpicamente la legislación vigente...
Luis Enrique Soler Milla
La escuela especial y la familia en medio de la emergencia sanitaria
El Covid-19 se ha convertido en una inusual emergencia sanitaria, que ha remecido los cimientos sociales y económicos del país. La educación, sin mucho tiempo para reflexionar, debió detenerse, mirar a su alrededor, identificar las opciones y confiar en las potencialidades cognitivas de niños y jóvenes, para implementar las estrategias ofrecidas por el Ministerio de Educación. Pero ¿qué sucede cuando las capacidades cognitivas, sensoriales y/o motoras están afectadas?
El 16 de marzo se suspendieron las actividades académicas en todos los establecimientos educacionales de Chile, afectando según la Organización de Estados Iberoamericanos a un total de 4 millones 891 mil 92 estudiantes, de los cuales 416 mil tienen necesidades educativas especiales y asisten a escuelas preparadas para ellos (¿se podrá decir así sin sonar discriminador? La idea es no repetir la palabra "especiales"), aulas hospitalarias o establecimientos con programa de integración a lo largo del país.
Esta experiencia ha sido compleja para las escuelas. Algunas han incorporado las redes sociales como fuertes aliados, enviando a través de ellas mensajes de contención y apoyo a las familias. Además, han incorporado periódicas conversaciones telefónicas entre padres, especialistas, educadores y terapeutas; se han enviado videos elaborados por equipos de profesionales enseñando, por ejemplo, como contener a un niño descompensado.
La realidad y el contexto de cada familia con un hijo en situación de discapacidad son muy diferentes. Sin embargo, todas han vivido etapas como la conmoción, negación, tristeza, aceptación y reorganización, donde han aprendido a sacar lo mejor de sí, desarrollando habilidades sociales para lograr la autonomía de sus hijos.
Hoy, cuando se nos pide quedarnos en casa, las familias cobran un protagonismo diferente y, sin ninguna preparación profesional, más que la paciencia, organización, fe y amor, debieron desarrollar dentro de sus hogares diferentes actividades y estrategias para dar continuidad al proceso de enseñanza- aprendizaje de sus hijos.
Es en esta inusual emergencia sanitaria, donde nacen héroes y heroínas llamados padres, hermanos y abuelos, que siguen luchando 24 horas al día por la justicia de ver aceptados e incluidos en la sociedad a niños y jóvenes con capacidades diferentes.
Claudia González, académica Educación Diferencial UDLA