Un momento crítico vive el país. La declaración de estado de catástrofe terminó por confirmar el peor de los escenarios en la pandemia mundial del COVID-19, colocando al Estado como ente supremo para definir planes, restricciones y modos de afrontar la situación. Es tiempo de pensar en grande y no de pequeñeces. El coronavirus debe estar marcado por la mirada del aporte, la entrega de ideas y la crítica, que puede ser necesaria siempre que sea con una buena intención.
El rol de la ciudadanía es clave. No se puede pensar que todo el peso debe llevarse quienes coordinan estos temas y, a pesar que el Estado puede dejar caer todo su peso para quienes no ayuden (o derechamente conspiren) el combate de la epidemia requiere como factor clave el autocontrol.
Las cuarentenas preventivas deben ser la guía. Ya desde hoy estarán cerrados los mall y centros comerciales, pero desde ayer era primordial el no concurrir a estos centros.
La excesiva compra de productos y la especulación de precios son otros puntos negros, aunque esto debería ser regulado en el corto plazo. Pero ¿por qué no habernos autoregulado antes que nos dictaran las medidas más duras?
El cierre de los mall era inevitable ya sea por la propagación del virus o el reclamo de los trabajadores como pasó en Copiapó. ¿Por qué no nos quedamos en la casa desde este fin de semana? ¿por qué la autoridad esperó?
Pero lo hecho, hecho está y ahora es primordial seguir las pautas mínimas de comportamiento, potenciando el aislamiento social, lo que incluye incluso reuniones como cumpleaños. No estamos hablando de exageraciones, sino que de tomar el verdadero peso a un virus poderoso, capaz -como ningún otro- de estar más de nueve días en el ambiente, que afecta a adultos mayores, pero también a jóvenes. Incluso quienes puedan sanarse corren riesgos que deberán ser evaluados a largo plazo y, al menos en China, ya se han conocido casos de personas, que no son adultos mayores, que han perdido hasta un 30% de capacidad pulmonar.
No podemos fiarnos del sistema de salud. Si en Estados Unidos o países de Europa miran con desazón que sus sistemas sanitarios podrían colapsar ¿qué le queda a Chile?
Si ya no se tomaron acciones que correspondían a nivel personal en el pasado, hoy es el momento de tomar conciencia. Y la manera es hacerlo unidos y de forma solidaria. Por el bien de todos.