El domingo el Gobierno decretó la suspensión total de las clases a lo largo de Chile, pero antes decenas de municipios se habían adelantado con la medida, lo que mostró su poderío en el marco de la pandemia del COVID-19. El comienzo de semana no fue distinto: casas consistoriales han ordenado cierre de malls, comercio, parques y otros como en Vallenar y Caldera han declarado estado de emergencia, mientras que el Ejecutivo aún no dispone de acciones en ese sentido.
Ya hace unos meses las consistoriales realizaron una consulta ciudadana, que si bien no fue vinculante, les permitió entrar a espacios que parecían impensados.
Sin duda que la actuación inmediata de los alcaldes en una pandemia es un tremendo aporte, pero en esto hay que estar atentos al fondo del asunto, es decir cómo se están tomando las medidas del país y quién, en el fondo, debe liderar las situaciones críticas.
El Gobierno debería ser la "cabeza" de las grandes decisiones, pero pareciera aplanado y asediado por los municipios, no por un afán de poder, sino que por la prontitud propia de una emergencia, pero como dijo el presidente de la Asociación Chilena de Municipalidades (AChM) Germán Codina, las "medidas no tienen sentido si se realizan de manera desarticulada".
El camino es el trabajo en conjunto y no esta especie de confusión de roles, que no le hace bien al país especialmente con un Gobierno que cuenta con niveles de desaprobación históricos y que están entre el 6% y 13% en los últimos meses.
La Moneda necesita urgente un cambio, otra mirada, subir los estándares y sumar credibilidad.
No revertir todo esto es peligroso. Se debilitan el mensaje y los programas, crece la incredulidad y permite que personas u organismos vayan insertando propuestas que pueden terminar siendo un desastre para el país.
Claramente el Gobierno requiere evitar errores como la suspensión de clases, pero tiene poco margen y se le reduce cada día. La falta de injerencia en el pago por la detección del COVID-19 en Isapres y Fonasa -a diferencia de lo que sucede en otros países donde es gratis- y la ausencia de medidas rápidas en frenar en la especulación de precios como alcohol gel y mascarillas, no van a ayudar a una rabia, que ya está latente por los cuestionamientos a la propagación del virus.
Y estamos hablando del presente, porque en el futuro el camino puede ser más pesado. La Moneda ya debería estar de cabeza en cómo tratar el aumento de los costos de agua y luz, dada la cuarentena con tiempo indefinido, además del "shock" que tendrán las ya golpeadas pymes.