Luego que Chañaral sufrió las consecuencias del aluvión de 2015, la palabra "reconstrucción" y "esperanza" se convertían en propulsores de una mejor vida, surgiendo el "Plan Chañaral", que recogía las opiniones e ideas de los chañaralinos para su futura ciudad. Era una iniciativa innovadora y con buenas perspectivas, que resumía lo que se debe hacer ante una catástrofe: mirar un escenario crítico como una oportunidad.
Para Chañaral era una doble oportunidad, dado que podía significar un cambio a décadas de pesadumbre marcada por la contaminación por relaves, la falta de desarrollo urbano e injusticias históricas.
Pero a casi cinco años del 25M, esta carta de navegación llena de ilusiones pasó a tener un color gris, marcado por los dimes y diretes, y por situaciones confusas como que no tiene relación con el plan de reconstrucción impulsado durante el Gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet.
Que lamentable es que una idea tan linda en una ciudad tan golpeada como Chañaral, termine en un estado del que nadie parece saber cómo evolucionará y judicializada con dictamen de la Corte Suprema de por medio.
Lo ocurrido desalienta a las personas y las comunidades, ahonda la incredulidad en las iniciativas y potencia rabia que está acumulada en niveles desconocidos en la ciudad puerto.
Malo es que las comunas no se desarrollen por la falta de movilidad, pero peor es aún que no se desarrollen por errores forzados o no forzados, sumándole a esto un gasto millonario de recursos.
Chañaral se hace conocida por planes de emergencia y mitigación ante catástrofes que funcionan a medias como lo demostraron los aluviones de febrero de este año, pero sigue mostrando escenarios que no se quisieran en distintos sitios. En un sector de la playa justamente los aluviones de 2015 dejaron sendos socavones, que aún no son reparados y que contienen basura, microbios, desechos, entre otros elementos.
Llama la atención la debilidad de las autoridades locales en llevar la batuta de las quejas por un plan que podría haber cambiado la vida de los chañaralinos, pero que tras cinco años está lejos de ser garantía de un mejor pasar, convirtiéndose en un verdadero "castillo en el aire" en medio de un triste espectáculo, del que queda aún mucho paño que cortar.