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La mejor inversión en tiempos de crisis

Rodrigo Rojas Vera , Rector Santo Tomás Copiapó, Andrés Benavente, Country Manager de la plataforma de inversiones SeSocio.com
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Como si el estallido social ocurrido en Chile no fuera poco, hoy se suman otros escenarios externos que podrían impactar en la economía de nuestro país en el corto plazo. Y es que el conflicto de Estados Unidos con Irán no solo genera reacciones en las bolsas internacionales sino también en el suministro mundial de petróleo y el valor del cobre. Metal rojo que afecta directamente al denominado "sueldo de Chile" y que las últimas semanas había alcanzado un importante precio con proyecciones de expertos que lo situaban sobre los US$3 por libra para 2020.

Todos sabemos que la incertidumbre siempre es un enemigo potente y más cuando conflictos internacionales pueden repercutir directamente en el bolsillo de uno. Pese a esto, la economía mundial sigue activa y en distintos formatos. Hoy las inversiones juegan un rol importante ya que el contexto es distinto, producto del estallido social el inversionista local está buscando alternativas tangibles de inversión y muchas personas están pensando en invertir sus fondos en el extranjero. Es ahí donde alternativas de inversión como el oro agarran fuerza por sobre otras.

Es interesante entender que el comportamiento de los inversionistas siempre se basa en el concepto de diversificación, por lo que un pool de alternativas y consejos para incrementar los ahorros, siempre serán bien recibidos.

Dentro de las opciones, el oro aparece como uno de los activos más cotizables para resguardar el dinero y además se está revalorizando mes a mes. Un metal precioso que puede comprarse de manera rápida y fácil, sin montos mínimos y desde la comodidad del hogar. Algo así como el "sueño del pibe". Una opción que solo te da el mundo digital, el mismo que es capaz de trasladarte en un solo click a bóvedas de oro ubicadas en Canadá y Singapur para que puedas adquirir activos y así hacer crecer mucho más tu capital en otras partes del mundo.


El derecho a contradecirse

Enero se acaba… en medio del calor agobiante del verano más caliente de los últimos años, de un ambiente político convulsionado y, por, sobre todo de la incertidumbre de lo que ocurrirá luego de las vacaciones cuando el país retome el conjunto de actividades laborales, educacionales y sociales que son parte de la cotidianeidad de la vida de toda sociedad.

Talvez ese sea el signo de los tiempos. Una profunda incerteza respecto de lo que vendrá, acompañado de otro rasgo que cada vez se hace más evidente, como son las contradicciones entre lo que sostenemos y lo que hacemos. Así, en el marco de lo que vivimos como país, afloran conductas y discursos que dan cuenta de las contradicciones que nos afectan, las que horadan de manera persistente la confianza, ya sea en las personas o en las instituciones, sin duda uno de los factores basales de la crisis que enfrentamos.

Estamos llenos de contradicciones cuando afirmamos que tenemos conciencia de que se deben mejorar las condiciones salariales y laborales de una significativa parte de los trabajadores, pero no se materializan hechos que den cuenta de dicha preocupación. Enfrentamos contradicciones cuando reclamamos el Derecho a la educación, pero restringimos ese derecho a otros impidiéndoles asistir a clases o rendir una prueba de selección. Nos ocurre cuando declaramos que existe la necesidad de abordar con urgencia los temas de pensiones, salud, educación, pero quienes deben procesar las leyes no sesionan para esto y no pueden renunciar, aunque sea parcialmente, a su descanso estival. Nos pasa cuando reclamamos que debemos retomar la seguridad y el orden público, pero no tenemos acuerdos mínimos de que significan y como se debe cautelar estos bienes. Nos sucede cuando existe acuerdo en que los ciudadanos deberían gozar de más y mejores servicios proporcionados por el Estado, pero no discutimos en serio cómo seremos capaces de financiar esas prestaciones en el largo plazo.

A nivel individual, en la última encuesta CEP, se demuestra una consolidación de como en la Opinión pública se produce una contradicción entre la satisfacción individual frente a la percepción de la satisfacción de los demás. 60% se siente totalmente satisfecho con su vida, pero solo un 11% cree que los demás lo están. Yo estoy bien, los demás no, parece ser la conclusión.

¿Alguien puede creer que si Chile estará peor, que si habrá malas expectativas en el mercado laboral, que habrá baja inversión, que si no habrá confianza en las instituciones…es decir todo el contexto estará peor, su situación individual será mejor?

Baudeliere nos decía: "En la declaración de los derechos del hombre se olvidaron de incluir el derecho a contradecirse".