Del diagnóstico a la acción
Que simple resulta hacer diagnósticos de la crisis, pero que difícil ha sido generar propuestas concretas, de solución efectiva, para salir de ella. El desafío de gobernar no sólo involucra a los actores políticos sino que también al conjunto de la sociedad civil. De la misma manera que le exigimos a nuestra clase política nosotros, la ciudadanía, no podemos ni debemos seguir estando de brazos cruzados.
Rodrigo Durán Guzmán
Doble estándar
Luego de casi seis meses de protestas en Hong Kong, el presidente Trump firmó dos proyectos de ley en favor de las protestas en el puerto. El primero tiene relación con la violación de DDHH perpetuadas por funcionarios del estado, y el segundo prohíbe la exportación de municiones no letales para control de masas. Al comparar los reportes entregados por amnistía internacional y considerando un tiempo más prolongado de protestas en relación al escenario nacional, en el puerto asiático se han registrado 2 muertes, 2 pérdidas de ojos y 450 personas lesionadas; bajísimas cifras en relación a las 6 semanas de protestas en Chile que han causado más de 22 muertos, de los cuales 5 han sido por acciones directas de agentes del estado, más de 220 mutilaciones oculares y 1400 lesionados.
Ante este escenario debiésemos cuestionar el doble estándar de la lucha estadounidense por la democracia y los DDHH. ¿Por qué el presidente Trump no firmó un proyecto de ley similar prohibiendo armas no letales hacia Chile teniendo en cuenta las altas cifras de lesionados producto de las mismas? Considerando que el próximo objetivo planteado por China al corto plazo es la anexión de Taiwan utilizando la fuerza de ser necesario, según el mismo Xi Jinping, además del conflicto multilateral en el mar de China meridional, EEUU da una primera señal ya no solo económica, sino política respecto a sus intereses en la región asiática.
Patricio Torres Luque, académico de Ingeniería en Comercio Internacional de la UTEM
Pueblo originarios y cupos reservados
Estimado director: En los últimas días se ha discutido la posibilidad de contemplar escaños reservados para nuestros pueblos originarios en la Convención Constitucional. No sólo es una buena iniciativa, de reparación simbólica de la histórica falta de consideración y reconocimiento, si no que es imperativo a la luz del Convenio 169.
La decisión de establecer tales cupos no requiere consulta previa, porque existe consenso entre las propias comunidades de esta necesidad, evidenciada en el proceso constituyente del gobierno anterior, pero debe consultársele respecto a la fórmula para generar tal representación. La determinación del número de cupos y la forma de su asignación, distribución o elección es una cuestión de suma trascendencia. De no hacerlo correctamente, se corre el riesgo excluir, subrrepresentar o sobrerrepresentar a ciertos pueblos indígenas.
En el Censo de 2017, un 12,8% de la población se considera pertenecientes a un pueblo originario, es decir, 2.185.792 personas. Es previsible que tal número haya aumentado, a partir de la toma de conciencia sobre la propia ascendencia indígena, en un país mestizo como el nuestro. Sería un tremendo error histórico marginar a nuestros pueblos indígenas de la elaboración de la Nueva Constitución, en particular, a los nueve ya reconocidos por el Estado: Mapuche, Aymara, Rapa Nui, Likan Antai, Quechua, Colla, Yagán y Kawésqar.
Daniel Bravo Silva
Observando la hecatombe
Por más de un mes hemos sido testigos de qué manera la violencia se apoderó de las calles, aquella noche de viernes 18 de octubre con el edificio ENEL en llamas y decenas de estaciones de metro en Santiago eran señal inequívoca de un desastre mayor.
Las marchas pacíficas pasaron a ser un paréntesis entre delincuencia y saqueó, se inició la búsqueda de "santos seculares" y costumbres de violencia como "el que baila pasa" dio paso "el que paga pasa", recordándonos la atrocidad del nazismo en su ocupación de Polonia humillando a judios por el paso por las calles.
El gobierno simplemente no estuvo a la altura, sacó a las FFAA sin atribuciones y después dejó solos a Carabineros y la PDI, quienes han dado una lucha heroica a pesar de tener en muchos casos que aguantar golpes y agresiones, amenazas e insultos, a veces defendiéndose con piedras.
El INDH observó mucho de esto, incluso fui testigo como se reían observadores ante "el que baila pasa", siendo cómplices y también justificando la violencia.
¿Qué nos queda? la verdad bastante poco, no hay seguridad para un partido de fútbol pero nos prometen un plebiscito, los tribunales no funcionan dando penas irrisorias a delincuentes y saqueadores, y el presidente "chutea" al congreso las medidas que están dentro de sus atribuciones.
Francisco Sánchez, historiador