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Carla Zúñiga, discípula de Radrigán, publica pieza teatral

En resumen

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-Tus obras parten de una noticia. ¿Es la realidad fuente inagotable de historias?

-Por supuesto que sí. Vivimos en un país donde suceden cosas como de película. Yo escribo de las historias de mis familiares, de mí misma, de las vidas que logro conocer en profundidad y que están llenas de lugares increíbles y dolorosos. En la vida real es cuando a la gente le pasan cosas muy terribles que la enajenan. A veces hacen cosas muy ridículas que ni ellos mismos logran comprender por qué las hicieron. De ahí saco mi teatro.

-¿Quién fue tu maestro en el teatro?

-Juan Radrigán fue mi profesor de dramaturgia en primer año de escuela: escribí una obra con él. Desde que lo conocí me enseñó muchas cosas, fue una de las personas más generosas que he conocido. Era alegre, pero con mucha oscuridad que se colaba a pesar de él. También era chistoso. Siempre decía cosas muy absurdas que me hacían reír y que escondían una crueldad profunda. Era culposo, humilde, lleno de ganas de vivir, con la mente de un joven muy sabio, amaba escribir y ayudar a escribir a otros.

-¿Qué sacaste en limpio del vínculo madre e hija? Tu obra apunta a eso.

-Una madre abnegada ama tanto a sus hijos que los sofoca y no los deja vivir (o morir). Al mismo tiempo, si la madre es fría, también hay mucho resentimiento y dolor. Es como si el rol de madre estuviera destinado a fracasar, a amar incondicionalmente y a siempre salir dañado. El personaje de la psicóloga Nélida es uno de los mecanismos de la madre para hacer que su hija entre en razón: una enfermedad que se puede curar como ecuación matemática.

Carla Zúñiga se crió mirando "ángel malo" y escribiendo cuentos que le leía a su madre.

3 preguntas

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Carla Zúñiga forma parte de la nueva camada de dramaturgos chilenos, formados por el fallecido Juan Radrigán. Fundó la compañía La Niña Horrible y acaba de publicar por Editorial Oximorón la pieza teatral "La trágica agonía de un pájaro azul", que apunta al vínculo entre madres e hijas. Este mes participará en el taller del Royal Court Theatre en Londres, becada.

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christopher contreras ramos

Los secretos de los juguetes ochenteros

Netflix estrena "The toys that made us", serie documental que indaga en el auge y caída de la industria en los años 80. Un golpe de emoción y nostalgia para quienes valoran la importancia de un Halcón Milenario de plástico.
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El cometido nostálgico que comenzó en Netflix con "Stranger things" se convirtió en la especialidad de la casa. Está claro que el grueso de los consumidores de la plataforma de streaming son cuarentones con melancolía que añoran sus universos infantiles y que las estrategias de contenido tienen una inclinación hacia ellos. Pero, si las referencias estaban hasta ahora diluidas en producciones revisionistas, "The toys that made us", es un golpe directo al corazón.

Estrenada simbólicamente dos días antes de Navidad, la serie documental revisa -en cuatro capítulos- la gloria y caída de la industria de juguetes de los años 80 y sus ventas billonarias gracias a nuestros entusiasmos de niño. Cada episodio está dedicado a una colección en particular -"Star Wars", "Barbie", "He-Man" y "G.I. Joe"- y es narrada por una voz graciosa que perfectamente pudo haber promocionado los productos de plástico en las transmisiones televisivas de esos años. El elemento cómico alcanza también una factura lúdica que enfatiza los testimonios insólitos, recrea con actores los hitos de la historia y ofrece un par de pequeños momentos animados que condimentan la narración.

Pero lo más revelador de "The toys that made us", además de las anécdotas, son los personajes que están detrás de esos divertimentos que alguna vez nos obsesionaron: hippies, freaks y empresarios excéntricos que estuvieron siempre al borde del colapso. Como los empleados de Kenner, una pequeña compañía de Cincinatti que fue la única que aceptó la propuesta de George Lucas de hacer figuritas de "Star Wars". Todo ocurrió a la rápida, desesperadamente, pocos meses antes del lanzamiento de una película que pudo haber sido un rotundo fracaso. El documental recuerda las reuniones, las tensiones de poder con Lucas, las improvisaciones (a uno de los diseñadores se le ocurrió armarle una capa a una de las figuras de prueba con un pedazo de su calcetín sucio) y las decisiones que finalmente terminaron revolucionando la industria, desde el complejo diseño de las naves hasta el tamaño de los muñecos, mucho más pequeños que los que se estilaban en esos años. Todo ese proceso creativo fue el comienzo de un imperio que ha recaudado más de 7.000 millones de dólares.

El primer capítulo se hace cargo también de algunas figuras fallidas que adquirieron la condición de mitos, como el Boba Fett que lanza cohetes -que en verdad se fabricó, pero tuvo un tiraje limitado- o un Emperador que venía con su trono galáctico (se extraña, sin embargo, el gran mito que circuló en el Chile de los 80: la existencia de un Darth Vader al que se le puede sacar el casco). En el caso de "He-Man" no hubo una película que sostuviera la creación de juguetes. Todo fue sui generis, desde la invención del héroe por un tipo obsesionado con el físicoculturismo hasta la ampliación delirante de un universo que acogió de todo: mitología nórdica, guiños medievales, criaturas, ciencia ficción y fantasías psicodélicas (como Sy Klone, esa bizarro He Man azul). Uno de los creadores, de hecho, confiesa que crearon algunos de esos personajes bajo el efecto del alcohol.

El capítulo de "Barbie", por su parte, es una fuente de anécdotas sabrosas. Y también el de "G.I. Joe", esa serie de juguetes que nació en los 60, decayó con los climas antibélicos de Vietnam y renació en los 80 bajo el nacionalismo de la era Reagan.

"The toys that made us" es una serie documental que resucitó a los juguetes de los años 80.


en resumen

"The toys that made us" contempla una nueva temporada con cuatro nuevos capítulos. Los cuatro de ahora los dirigió Tom Stern y cada uno dura cincuenta minutos.

Por Andrés Nazarala R

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