El primer ministro ruso, Dimitri Medvedev, aseguró ayer que Occidente y Rusia están nuevamente en una guerra fría, días después de que la OTAN acordara reforzar su presencia a lo largo de su frontera con ese país.
"Hemos ido cuesta abajo hacia los tiempos de una nueva guerra fría", dijo en la Conferencia de Seguridad de Munich.
"Casi a diario se nos declara la mayor amenaza para la OTAN en su conjunto, o por separado para Europa o para Estados Unidos u otros países. Pero las verdaderas amenazas que existen en nuestro pequeño mundo, y espero que entiendan esto, consisten en algo bastante diferente", aseveró y agregó que las relaciones con Europa están "estropeadas".
Por su parte, el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, le exigió a Rusia que suspenda los ataques aéreos a la oposición siria antes de que entre en vigor la semana próxima el cese de hostilidades en Siria.
"Hasta la fecha, la gran mayoría de los ataques han sido contra grupos opositores legítimos. Los objetivos de (los ataques de) Rusia tienen que cambiar para poder cumplir con el acuerdo pactado", dijo en Munich.
La misma petición hizo Francia, cuyo primer ministro, Manuel Valls, exigió que se tome en serio el alto el fuego que el Grupo Internacional de Apoyo a Siria acordó el jueves implementar en el plazo de una semana y exigió a Moscú que cese sus ataques contra la población siria.
"Para lograr la paz deben cesar los bombardeos a la población siria por parte de Rusia", dijo en la conferencia en presencia de Medvedev, quien negó los bombardeos a civiles.