Hermanas y profesor recurren al ábaco japonés para enseñar matemáticas
INGENIO. Las chilenas Denisse y Jennifer Ávila y el peruano Carlos López impulsan un programa de aprendizaje en las aritméticas basado en el histórico soroban, que ayuda a quitarle lo abstracto a los números. Padres cuentan sus experiencias.
Leo Riquelme
Hace un año, Agustín debió someterse a una delicada cirugía en el cerebro. La operación resultó exitosa en lo clínico, pero obligó al niño de 8 años a tener que desarrollar sus habilidades nuevamente. "Tuvimos que enseñarle a hablar, caminar, a estructurar su mente todo de nuevo", explica su madre, Paula Sandoval.
Cuando el niño debía reincorporarse en los contenidos propios de primero básico, la mamá supo que en Chile se aplicaba un sistema de enseñanza de las matemáticas basadas en el uso de soroban, una bandeja para contar diseñada en Japón hace unos siglos, presumiblemente inspirado en el ábaco chino.
La familia se puso en contacto con Mosaico Soroban y el niño inició el programa. "En un mes y medio logró avanzar en la escritura de números, en su desarrollo cognitivo Hoy, él trabaja con su material y estoy maravillada con sus avances. Ya escribe números de tres y cuatro cifras", asegura la madre.
El programa local nació en la pandemia, cuando en el mundo las clases a distancia se masificaron y se convertían para muchos niños y padres en un problema. Buscando opciones que facilitaran la enseñanza, las hermanas Denisse y Jennifer Ávila, educadora de párvulos y psicopedagoga y relacionadora pública, respectivamente, conocieron el sistema desarrollado a partir de este ábaco japonés.
En el camino para interiorizarse más acerca del modelo, conocieron al profesor peruano de matemáticas y física, Carlos López, quien se dedicaba a preparar a niños para competiciones en su país y que en un diplomado de innovación docente se interiorizó en el método, que ya se aplicaba en varias naciones. En 2023 formalizaron el programa Mosaico Soroban.
El ciclo apunta a incorporar en el cerebro del estudiante estrategias basadas en tres formatos: con el soroban físico, el cálculo con las manos y luego la visualización hasta lograr el cálculo mental.
"Al funcionar con un ábaco, con esto los niños por primera vez tocan los números, y dejan de ser un concepto abstracto. Muchas veces, las personas no se enganchan con las matemáticas porque son abstractas, en cambio esta es una herramienta concreta y manipulativa. Es un juguete", dice López, coordinador académico del programa.
De niños a adultos
En dos años de funcionamiento Mosaico Soroban cuenta con 1.800 alumnos online en Chile, Perú, Argentina y Uruguay. La gran mayoría son niños, con niveles ideados para enseñar matemáticas entre 5 a 7 años, de 8 a 10 años y de 10 a 13 años, aunque desde 2024 sus promotores notaron un alto interés por personas de edades mayores y habilitaron programas para adolescentes y adultos.
Denisse Ávila cuenta que en este último módulo se matricularon dos profesores de un colegio. "Ahora se sumaron dos más, y sabemos que la dirección dio la aprobación para empezar a aplicarlo en clases (...) En un escenario ideal nosotros queríamos lograr clases híbridas y sumar la presencialidad en algunas instancias, pero la verdad es que enseñarle a adultos fue más urgente. La población envejece y sabemos que lo necesitan como una estimulación cerebral", comenta.
El sistema implica durante nueve meses dos clases online por semana, de una hora cada una, de enseñanza y práctica, más la opción de una tercera de reforzamiento. En ello se trabaja con dos libros y el ábaco japonés.
Esteban Neira, cuyos hijos están en el curso, contó en el Instagram del programa que al principio estaba "escéptico", pero asegura que en un año ha visto grandes avances en sus habilidades matemáticas: "Son capaces de hacer cálculos mentales rápidamente... sus notas en el colegio han subido mucho".
En Mosaico sostienen que el sistema es complementario a los contenidos del aula y algunos establecimientos ya les permiten a los niños llevar el soroban. "Nuestro sueño es que esto sea una forma habitual de clases en todos los colegios de Chile y el mundo", admite Denisse Ávila.