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Descubren el gen que agravó las peores pandemias de peste de la historia

FRANCIA. La evolución de Yersinia pestis, causante de la peste bubónica, puede haber prolongado la duración de dos de las tres grandes pandemias relacionadas con esta infección en la istoria de la humanidad.
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Efe

La evolución de un gen de la bacteria causante de la peste bubónica, Yersinia pestis, puede haber prolongado la duración de dos de las tres grandes pandemias causadas por esta infección en la historia de la humanidad, según un estudio publicado en la revista Science.

De esas tres pandemias, una se produjo en la cuenca mediterránea en el siglo VI, y la segunda asoló Europa en el siglo XIV y reapareció a lo largo de más de 500 años.

La primera oleada de esta segunda pandemia, conocida como la "peste negra", sigue siendo el acontecimiento más mortífero jamás registrado, ya que se calcula que mató a entre un 30% y un 50% de la población europea entre 1347 y 1352.

La tercera pandemia se produjo en Asia en 1850, se extendió por todos los continentes y aún persiste en zonas de Uganda, la República Democrática del Congo, Estados Unidos y Mongolia.

Un gen letal

El bacilo de la peste sigue siendo altamente letal debido a la presencia de varios factores que impulsan su virulencia, entre ellos el gen conocido como 'pla', un componente con muchas copias en el genoma de la bacteria 'Y. pestis'.

Este factor de virulencia permite a la bacteria viajar a los ganglios linfáticos y multiplicarse en ellos antes de extenderse al resto del cuerpo, provocando una rápida septicemia.

Al estudiar cientos de muestras de víctimas de la peste en el pasado, los investigadores, especializados en ADN antiguo, observaron una disminución del número de copias del gen 'pla' en las últimas fases de la primera y la segunda pandemia.

Los científicos del Instituto Pasteur (Francia) estudiaron la tercera pandemia de peste, analizando cepas vivas contemporáneas a partir de muestras conservadas en una colección del centro.

Sus resultados describen cómo la modificación del número de copias del gen 'pla' aumenta la duración de la infección en los individuos afectados.

Los investigadores consideran que este cambio genético puede propiciar periodos más largos de contagio en entornos menos densamente poblados, en los que el tiempo de transmisión de un individuo a otro es más largo.

Esta variación genética se ha observado en cepas de cada una de las dos grandes pandemias de peste, cientos de años antes de que acabaran desapareciendo.

Patógeno antiguo

"Nuestro trabajo es de los primeros estudios que examinan directamente los cambios en un patógeno antiguo, uno que todavía vemos hoy en día, en un intento de entender lo que impulsa la virulencia, la persistencia y la eventual extinción de las pandemias", señala uno de los autores, Hendrik Poinar, director del Centro de ADN Antiguo de la Universidad McMaster, Canadá.

Los investigadores, entre ellos el costarricense Javier Pizarro-Cerdá del Instituto Pasteur, probaron su tesis en modelos de ratón de peste bubónica, descubriendo que la reducción del número de copias del gen 'pla' provoca una disminución de un 20% de la mortalidad y un aumento de la duración de la infección en los individuos afectados, de modo que los roedores vivían más tiempo con la enfermedad.

Los investigadores creen que esta evolución genética se produjo de forma aleatoria e independiente en cada pandemia histórica de peste.

Los efectos mortales de la infección por el bacilo de la peste, 'Y. pestis', están ahora más controlados gracias a los antibióticos y nuevos métodos de diagnóstico, que han cambiado la dinámica evolutiva, aunque la mayoría de las cepas que siguen circulando hoy en África, América y Asia son muy virulentas, como las que antes eran responsables de la mortalidad masiva.

"Hoy en día, la peste es una enfermedad poco frecuente, pero sigue siendo un problema de salud pública, y sirve de modelo para comprender mejor cómo surgen y se extinguen las pandemias", concluye Javier Pizarro-Cerdá.

El ADN antiguo reescribe la Historia: los europeos no trajeron la lepra a América

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Los últimos avances en análisis de ADN antiguo obligan, en ocasiones, a reescribir la historia: un estudio acaba de desmitificar que los europeos trajeron la lepra a América al hallar muestras genéticas de individuos de Argentina y Canadá que padecieron esta enfermedad siglos antes de la llegada europea.

La lepra es una enfermedad que sigue afectando a miles de personas en todo el mundo. Cada año se registran aproximadamente 200.000 nuevos casos.

Hasta 2008 se pensaba que la bacteria 'Mycobacterium leprae' era la única responsable de la enfermedad, pero ese año se halló otra especie que también la provocaba, 'Mycobacterium lepromatosis', identificada en un paciente mexicano en Estados Unidos y, posteriormente, en ardillas rojas en Reino Unido en el año 2016.

Ahora, un estudio realizado por científicos del Instituto Pasteur, el centro nacional de investigaciones científicas francés y la Universidad de Colorado (EEUU), en colaboración con comunidades indígenas y más de 40 investigadores internacionales, incluidos arqueólogos, cuenta que fue esta nueva bacteria hallada en 2008 la responsable de los primeros contagios en América siglos antes de que llegaran los europeos.

El estudio, descrito en revista Science, se basa en el análisis de ADN de cerca de 800 muestras, entre restos humanos antiguos (procedentes de excavaciones arqueológicas) y casos clínicos recientes que presentaban síntomas de lepra.

"Este descubrimiento transforma nuestra comprensión de la historia de la lepra en América, al demostrar que había una versión de la enfermedad que ya era endémica entre poblaciones nativas antes de la llegada de los europeos", señala una de las autoras Maria Lopopolo, del Instituto Pasteur.

Enfermedad muy viajera

Los investigadores utilizaron técnicas genéticas avanzadas para reconstruir los genomas de la bacteria 'Mycobacterium leprae' de individuos hallados en Canadá y Argentina.

Los resultados muestran que las cepas antiguas de la bacteria, que datan de periodos similares en los dos casos (hace aproximadamente 1.000 años), eran muy similares desde el punto de vista genético a pesar de la distancia. Y, para los investigadores, es un indicativo de que el patógeno se propagó rápidamente por todo el continente americano en solo unos siglos.

Los científicos también identificaron varios linajes nuevos de la bacteria, incluida una rama ancestral que, a pesar de haber variado de especies conocidas hace más de 9.000 años, sigue infectando a los humanos hoy día en Norteamérica, lo que hablaría de una diversificación antigua y duradera de la bacteria en el continente.

Los análisis demuestran que las cepas halladas en ardillas rojas en el Reino Unido en 2016 forman parte de un linaje estadounidense que se introdujo en las Islas Británicas en el siglo XIX, donde posteriormente se habría propagado.

"Este estudio ilustra cómo el ADN antiguo y moderno puede reescribir la historia de un patógeno humano y ayudarnos a comprender mejor la epidemiología de las enfermedades infecciosas contemporáneas", señala otro de los autores, Nicolás Rascovan, también en el Instituto Pasteur.

Los investigadores subrayan que este proyecto de investigación se llevó a cabo en estrecha colaboración con las comunidades indígenas.