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La Inteligencia artificial está disparando el riesgo de sufrir adicciones

"SCROLL INFINITO". Niños y adolescentes son los más vulnerables a los contenidos de ocio personalizados y sin fin que generan las IA, y podrían ser más susceptibles a caer en drogas o ludopatía. En jóvenes, se esfuman los recursos emocionales.
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AP

La inteligencia artificial (IA), con una capacidad de generar contenidos de ocio completamente personalizados y prácticamente interminables, está disparando los patrones más adictivos y engañosos de internet, según los expertos, que sitúan a los menores y a los adolescentes como los más vulnerables ante una tecnología diseñada para maximizar el tiempo que una persona pasa ante una pantalla.

Esta tecnología permite adaptar prácticamente en tiempo real el contenido que ofrecen las plataformas o servicios de internet (redes sociales, vídeos o videojuegos) a los gustos de cada usuario, lo que implica un riesgo directo, pero también implica numerosos riesgos indirectos, ya que puede relegar otras tareas o hábitos imprescindibles, como el descanso, el estudio, las relaciones sociales, las actividades al aire libre u otras formas de ocio.

Los patrones adictivos son aquellos comportamientos repetitivos que una persona adopta de manera compulsiva y que le resultan difíciles de controlar, y además de con sustancias (como el alcohol, el tabaco o las drogas) pueden dar la cara con determinadas conductas o hábitos, como el juego, la comida o el uso de las pantallas y de internet, y en este caso los sistemas de inteligencia artificial están multiplicando las pautas más dañinas.

Para prolongar el tiempo que los usuarios pasan en plataformas digitales, estas suelen emplear técnicas que inducen al 'scroll infinito' o a la reproducción automática para que una persona se mantenga enganchada sin darse cuenta del tiempo que está empleando, para crear una falsa sensación de urgencia con alertas constantes o para infundir temor a perderse algo importante cuando la persona está desconectada.

Planificadamente sesgado

Sergio Rodríguez, consultor de la Agencia Ejecutiva Europea de Investigación (REA), no tiene dudas de cómo la IA ha disparado esos riesgos asociados a los patrones más adictivos de internet ni de que las pantallas están sustituyendo al ágora como espacio de socialización, y alerta de que la población que más las utiliza -los jóvenes- es también la que menos recursos emocionales tiene.

"La población entre los 12 y los 21 años percibe el mundo a través de ese marco planificadamente sesgado, con el agravante de que contiene intencionadamente elementos adictivos", señalado a Efe Rodríguez, y asevera: "Los adolescentes sienten que controlan el mundo desde la palma de su mano, cuando en realidad es precisamente al revés".

Durante los últimos meses se han sucedido los trabajos de investigación que alertan del potencial adictivo de la inteligencia artificial por su capacidad de generar contenidos completamente personalizados y de una forma infinita; que advierten de los riesgos para la salud mental, sobre todo de los menores, y de los peligros que se esconden en los entornos digitales y que se pueden exacerbar debido a la irrupción de esta disruptiva tecnología.

La Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) publicó un informe sobre los patrones adictivos y sus implicaciones en la protección de los datos personales y concluyó que con la llegada de patrones de diseño cada vez más sofisticados algunas compañías han introducido en el mercado características que no sólo son atractivas, sino también "engañosas y adictivas" y que en muchos casos recopilan además muchos datos personales.

Esos patrones consiguen por ejemplo cambios de conducta en muchas personas que pueden ser considerados como síntomas de una adición -como desbloquear de forma inconsciente un teléfono móvil cada pocos minutos-, señala la AEPD en su informe, en el que señala que la naturaleza "omnipresente" de esos patrones de diseño adictivos puede tener consecuencias de largo alcance y que la exposición prolongada a ellos puede tener efectos perjudiciales para la salud (como alteraciones del sueño o mayores niveles de estrés o ansiedad).

Desintoxicación digital

Entre las medidas para protegerse de esos patrones y para favorecer la 'desintoxicación digital', este organismo plantea una combinación de concienciación personal y autodisciplina, así como estrategias prácticas, como deshabilitar las notificaciones para no acudir de forma constante a las pantallas, desactivar las reproducciones automáticas, establecer límites de tiempo o revisar la configuración de todas las aplicaciones.

Rodríguez ve también posibilidades de poner coto a esos patrones, tanto desde la formación como desde la regulación, y subraya en ese sentido la importancia de que las familias y la escuela formen a los niños y los jóvenes en el buen uso de la inteligencia artificial, de que ese uso sea "progresivo, crítico y creativo", y de evitar la larga exposición a los dispositivos.

A su juicio, la UE, por ejemplo, puso el acento en algo fundamental, la regulación, "pero apenas hemos dedicado recursos a la formación" a través de la escuela, y los usuarios desconocen cómo evitar el mal uso, cómo darse cuenta de que les están instrumentalizando, cómo ser conscientes de que pierden su autonomía, y de cómo un uso crítico y creativo puede ayudarlos en su maduración personal y profesional.

Los desastres naturales causan 10 veces más pérdidas económicas de las que se calcula y un ejemplo alarmante ocurre en la Antártica

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Los desastres naturales causan hasta 2,3 billones de dólares en pérdidas económicas reales, diez veces más de lo que se calcula como costes directos por los efectos multiplicadores que tienen y los daños que provocan a los ecosistemas, revela un informe producido por Naciones Unidas.

El estudio alerta que estos costos seguirán creciendo a medida que se intensifique la crisis climática y que los países en desarrollo cargarán con la peor parte, entre otras razones por la deuda que deben contraer para paliar los gastos de respuesta y reconstrucción.

Asimismo, se muestra cómo las decisiones que se tomen ahora, especialmente en cuanto a planificación territorial, inversiones y modelo energético, determinarán la exposición de las poblaciones a futuros riesgos.

Uno de los ejemplos más alarmantes que se menciona es el rápido derretimiento del glaciar Thwaites (Antártica), que podría provocar un aumento del nivel del mar de más de medio metro, lo que a su vez amenazaría infraestructuras costeras que tienen un valor superior a los 1,8 billones de dólares.

Además, tal situación afectaría gravemente a estados insulares como Kiribati y las Islas Marshall, y a megaciudades costeras como Nueva York o Yakarta, indica el informe.

Otro efecto del aumento en la frecuencia e intensidad de los desastres naturales es el aumento de los costos de las primas de seguros, la disminución de las coberturas y que las compañías de seguros empiecen a retirarse de ciertos lugares porque no les resulta rentable seguir ofreciendo seguros allí.

Un ejemplo de ello está ocurriendo en Australia, donde más de medio millón de viviendas podrían quedar sin seguro en 2030 por el importante riesgo de inundaciones.

Frente a este escenario, el informe evidencia que los recursos aún se destinan mayoritariamente a la respuesta de emergencia: el 96% de los 137.000 millones de dólares destinados a la asistencia para el desarrollo relacionada con desastres entre 2005 y 2017 se uso en socorro, reconstrucción y rehabilitación. Solo el 4% (unos 5.200 millones) se invirtió en prevención y preparación.

Entre las mayores desigualdades llama la atención que las pérdidas de 69.570 millones de dólares sufridas en 2023 por desastres en Norteamérica representaban el 0,23% de su PIB, mientras que las pérdidas de 4.300 millones en Micronesia equivalían al 46,1% de su PIB.