Capital humano avanzado en Atacama: pilar estratégico para el desarrollo regional
Adriana Fernández Muñoz , Académica Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, Departamento Trabajo Social de la UDA
La región de Atacama, se constituye hoy como un territorio vasto, rico en recursos naturales, historia y cultura, pero profundamente tensionado por desigualdades estructurales que limitan su progreso integral. En este contexto, el desarrollo de capital humano avanzado (CHA) emerge como una pieza estratégica para transitar hacia un modelo de desarrollo más justo, sostenible e inclusivo. Proceso complejo que exige transformaciones sistémicas en la educación, la economía, la gobernanza y, especialmente, en la forma en que concebimos el conocimiento y su relación con los territorios.
El capital humano avanzado hace referencia a aquellas personas que poseen conocimientos, competencias y habilidades especializadas, usualmente adquiridas mediante estudios de postgrado (magíster o doctorado), formación técnica avanzada o trayectorias de innovación y liderazgo en sus áreas. Se constituye por tanto, en un indicador clave de competitividad en economías del conocimiento, al reconocer que los recursos humanos de alta calificación son un recurso estratégico para una economía nacional y regional, existiendo una relación directa entre ambos.
Sin embargo, de acuerdo a la CASEN 2022, Atacama presenta un 0,64% Capital Humano Avanzado posicionándose como la región con mayor déficit en Chile. En coherencia a esta cifra, los resultados de las pruebas estadarizadas a nivel nacional le otorgan una de las más bajas puntuaciones, destacando en la prueba de admisión universitaria (PAES) el peor rendimiento nacional.
En este escenario, el territorio atacameño enfrenta desafíos significativos evidenciando brechas estructurales que limitan su potencial de crecimiento y equidad territorial. Persiste la desconexión entre la oferta formativa y la demanda laboral, existiendo una tasa de desocupación de 9.5% lo que evidencia la necesidad de articular oferta academia con los requerimientos del sector productivo, a lo que se suma una baja inversión en investigación e innovación, provocando que la juventud talentosa de Atacama migre a otras regiones o al extranjero para continuar su formación y, en muchos casos, no regrese.
Ahora bien, el desarrollo de capital humano avanzado no puede entenderse sin un ecosistema de ciencia, tecnología, conocimiento e innovación sólido ni desligarse de las desigualdades territoriales que afectan la calidad de vida, el acceso a oportunidades y la posibilidad real de incidir en los procesos de desarrollo desde y para la región.
Actualmente, la inversión en I+D sigue siendo limitada, pese que el territorio posee un enorme potencial para investigaciones aplicadas en áreas como minería verde, energías renovables, recursos hídricos, astronomía, patrimonio arqueológico y desarrollo social. En coherencia con esto, es fundamental impulsar una agenda articulada que promueva la formación e investigación aplicada con pertinencia territorial, integrando saberes locales, indígenas y científicos, que desarrollen políticas efectivas de retención y atracción de talento.