Aquella mañana de verano, Milena no quiso responder las múltiples llamadas que se iban acumulando en su celular. La mujer luego de realizar un encuentro espiritual descubrió que su amiga Madalena, la estresaba demasiado con ese informe diario que hacía de su vida cortándole normalmente dramas permanentes, noticias desmotivadoras y si le quedaba algo de tiempo, le preguntaba cómo estaba y si necesitaba alguna ayuda. Al cortar, ella sentía un tremendo cansancio y vacío emocional. Por lo mismo tomó con serenidad, la trascendente decisión de conversar con ella para explicarle que se rodearía desde ese día, de amistades que aportan, en beneficio de su salud.

Queridos amigos lectores, el tener un grupo de amistades que sean capaces de contener, escuchar, apoyar y respetar en su totalidad los espacios de sus semejantes, es un gran regalo de vida y debemos atesorarlo como algo inigualable. Si nuestros amigos son felices, positivos, sanadores del alma, lograran conectarnos, permitiéndonos captar sus vibras luminosas e incluso cálidas. Se sabe que las personas estamos fuertemente conectados, para responder al contagio emocional. El tener constante compartir con el buen humor de otros es una gran terapia para el corazón.

De los amigos podemos recibir mucho más que ayuda, nos permiten mejorar nuestra salud si son los adecuados. Al contrario, los seres humanos que solo piensan en ellos, que son egoístas, autorreferentes, solo desgastan, agotan, entristecen y agobian.

Esos amigos que son capaces de ayudar constructivamente, sin insistir en imponer su propio criterio en todo, son los ideales. Son esas mujeres y hombres que no viven quejándose, actúan de manera solidaria sin esperar nada a cambio. Podemos tener conversaciones agradables y reír largamente con ellos, aun sin motivos concretos y por cierto les aseguro que vale la pena contar con ellos.

Es sensacional rodearse de personas con tacto, respetuosas de los sentimientos, capaces de no mentir para lograr cualquier objetivo y además nunca hablar a tus espaldas de ti, no lo olvides.

Sigamos junto a todos los que tienen siempre el deseo de compartir el trayecto con alegría, donando lo mejor de sí, a tiempo.

Los glaciares, esas majestuosas masas de hielo que se alzan en silencio desde lo más alto de las montañas y las regiones polares, son mucho más que paisajes de postal. Representan una fuente vital de agua dulce, un regulador climático global y un testimonio viviente de la salud del planeta. Sin embargo, su existencia está en peligro como nunca antes. El 2023 marcó un hito devastador: la mayor pérdida de masa glaciar jamás registrada, un reflejo directo del cambio climático y el aumento sostenido de las temperaturas globales.

Frente a esta crisis, la decisión de la Asamblea General de las Naciones Unidas de declarar 2025 como el Año Internacional de la Preservación de los Glaciares no solo es oportuna, sino esencial.

Este llamado mundial, acompañado del Día Mundial de los Glaciares, busca generar conciencia sobre su importancia y sobre las graves consecuencias económicas, sociales y medioambientales de su desaparición.

Chile, que alberga más del 80% de los glaciares de Sudamérica, tiene un papel protagónico en este escenario. Según el Inventario Nacional de Glaciares de 2022, el país cuenta con 26.169 glaciares que cubren más de 21.000 km². Estas reservas de hielo representan una fuente crucial de agua dulce en un territorio que ya enfrenta serios problemas de sequía y desertificación. La desaparición de estos glaciares no solo pondría en riesgo el suministro hídrico de millones de personas, sino que también alteraría ecosistemas, amenazaría la biodiversidad y exacerbaría la crisis climática.

Sin embargo, proteger los glaciares no es una tarea sencilla ni puede recaer únicamente en el Estado. Este desafío exige un esfuerzo colectivo que involucre a todos los sectores de la sociedad. Las empresas deben asumir prácticas sostenibles que minimicen su impacto ambiental; las comunidades deben entender la importancia de preservar estos recursos y adoptar comportamientos responsables; y los gobiernos deben implementar políticas efectivas que combinen la protección ambiental con el desarrollo sostenible. El desafío es inmenso, pero no insuperable. Proteger nuestros glaciares es proteger el futuro de las generaciones venideras.