Un año de Reinserción Social Juvenil
La reinserción social no es solo una responsabilidad estatal, sino una tarea colectiva que requiere la colaboración de todos los actores sociales. Carolina Cortés Henríquez, Directora del Servicio de Reinserción Social Juvenil de Atacama, Yennifer Vallejos Meriño, Docente y archivera
El 13 de enero se cumplió un año desde el inicio de la primera etapa de la implementación del Servicio de Reinserción Social Juvenil, una pieza clave dentro del Sistema de Garantías y Protección Integral de los Derechos de la Niñez y Adolescencia. Iniciado el 2024 en la macrozona norte y el 2025 su segunda etapa en la zona sur, este servicio tiene como objetivo no solo ofrecer una respuesta adecuada a los jóvenes en conflicto con la ley, buscando su reintegración a la sociedad, sino que también actuar como una política pública para invertir, en el largo plazo, en seguridad pública.
Una de las principales innovaciones de este proceso ha sido la creación de una Política Nacional de Reinserción Social, que se traduce en planes regionales específicos, desarrollados en conjunto con diversos organismos a través del Comité Operativo Regional, que se encarga de coordinar esfuerzos y asegurar que los jóvenes reciban las prestaciones necesarias en áreas clave como educación, salud y tratamiento de consumo de drogas, fomentando una atención integral del Estado.
A lo largo de este primer año, nuestra región ha fortalecido su oferta de servicios gracias a la colaboración con múltiples instituciones, públicas y privadas, lo que ha permitido una respuesta más innovadora y efectiva para abordar las necesidades de los jóvenes, con programas que incluyen mediación penal juvenil, seguimiento post egreso, y una supervisión permanente de centros y programas, para garantizar la correcta implementación de esta nueva política pública.
Este proceso no sería posible sin el trabajo comprometido de un equipo dedicado, quienes han sido fundamentales para que cada joven atendido tenga la oportunidad de superar su pasado y construir un futuro mejor. La reinserción social no es solo una responsabilidad estatal, sino una tarea colectiva que requiere la colaboración de todos los actores sociales.
Aunque se han logrado avances, los desafíos siguen siendo grandes. La verdadera justicia no radica únicamente en castigar, sino en ofrecer una segunda oportunidad con el apoyo adecuado para que nuestros jóvenes puedan transformar su vida. Este primer año es solo el comienzo de un proceso largo, pero que tiene el potencial de cambiar vidas y, con ello, nuestra sociedad.
Día del veterano: La huella de los Bravos de Atacama
El 16 de diciembre de 1926, mediante Boletín Oficial N° 1328 del Ministerio de Guerra de Chile se estableció el "día del veterano del 79", como indica el documento oficial, se instituyó: "Con el objetivo de conmemorar los hechos históricos que se desarrollaron durante la Guerra de 1879 y de rendir un merecido homenaje a los veteranos, sobrevivientes de dicha campaña". Durante muchos años este día sirvió no solo para rendir honores a las y los veteranos a lo largo y ancho de todo el país, sino también fue una oportunidad para realizar actividades de beneficencia en donde se recaudaban fondos que iban en ayuda de estos hombres y mujeres que acudieron valerosamente a la Guerra del Pacífico. A medida que las y los veteranos del 79 fueron partiendo de este mundo esta fecha fue quedando en el olvido. Hoy, décadas después, diferentes organizaciones del mundo civil, en diversos espacios, han vuelto a posicionar este día, con la misma finalidad de su origen: rendir un simple y respetuoso homenaje a quienes defendieron la patria en este conflicto bélico.
Mucho hay que contar sobre esto en esta provincia. Nuestro territorio estuvo fuertemente representado por los Batallones de Atacama I y II, contingente civil de hombres y mujeres que se unieron de forma voluntaria a esta tarea, dejando sus funciones cotidianas en pausa para defender a Chile; artesanos, profesores, estudiantes, artistas y principalmente trabajadores mineros conformaron este grupo que se unió al ejército chileno. El historiador Benjamín Vicuña Mackenna los definió como "obreros de atlética musculatura" por su físico desarrollado en el duro trabajo de los cerros de Atacama. Los llamaron "Los Bravos de Atacama" por su arrojo y "Los Curitas" por su oscuro y largo uniforme. Con ellos dos valerosas y aguerridas mujeres en las funciones de Cantineras; Carmen Vilches y Filomena Valenzuela, que no solo asumieron tareas de cocina, costuras, asistencia médica, lavanderas y suministradoras de agua en combate, también fueron mujeres que acompañaron en el dolor como hermanas, como amigas, incluso como artistas, levantando ánimos en momentos duros de flaqueza.
En el retorno a casa vino el pago de Chile, la postergación, la marginalidad, pensiones o sueldos por retiros que fueron entregadas muchas veces tarde, y cuando sí llegaron no alcanzaron a sustentar una vida digna. La promulgación de una ley de "Recompensas Militares" para los soldados que hayan sufrido alguna pérdida anatómica durante la guerra, la organización comunitaria en torno a la creación de una Sociedad de Veteranos y Lisiados de la Guerra del Pacifico, la beneficencia, el olvido.
Este 13 de enero el llamado es a volver a posicionar la historia de hombres y mujeres que conformaron este batallón cívico, y remarco la importancia en este término; el Atacama estaba constituido por personas como usted y como yo. Es por esto la urgencia de devolver a esa ciudadanía estos relatos y dejar fuera cualquier atisbo de secuestro político de este batallón, "Los Bravos de Atacama" son del pueblo de Atacama y vienen del pueblo de Atacama, aunque la palabra pueblo también haya sido secuestrada políticamente y mal mirada por otros. No es casual que hoy transitemos o habitemos espacios comunes con nombres como: Juan Martínez, Rafael Zorraindo, Rafael Torreblanca, Melitón Martínez, Vicente Blanco, Juan Ramón Silva, Cesáreo Huerta, Ramón Rosas, Carmen Vilches, entre otros.