Escamotear las ideas
Ha causado extrañeza, y algo de polémica, los anuncios de campaña de Claudio Orrego en que aparece con alcaldes de oposición, como Evelyn Matthei o Rodolfo Carter. Preguntado acerca de esa circunstancia, Claudio Orrego dijo que eso no era más que una muestra de que él era capaz de trabajar con todos los sectores.
¿Es razonable eso o hay en esa conducta algo reprochable?
Por supuesto no parece caber duda de que, en un sentido fáctico o empírico, Claudio Orrego tiene razón: ha trabajado, de hecho, con todos los sectores. Solo que le faltó agregar, en honor a la verdad si es que algo esta última importa, que ello es inevitable en un cargo de gobernador de esta o cualquier otra región donde, inevitablemente habrá alcaldes de distinto signo. Y así, salvo que se aísle o se ensimisme, no cabe duda de que cualquier gobernador de aquí o de allá, de este signo o del otro, habrá de trabajar con todos los sectores.
Por eso es necesario examinar esas palabras de Claudio Orrego con mayor detenimiento, y examinar el subtexto que en ellas yace.
Porque -no vale la pena ocultarlo- hay en esas palabras y en esa actitud un esfuerzo por presentar la siguiente elección de gobernador de la región metropolitana (pero esto vale para todas las que se avecinan) como una elección en la que las ideas y puntos de vista y las alianzas políticas carecen de importancia, porque lo importante a la hora de elegir sería la amabilidad, el buen trato y la capacidad de trabajar con todos los sectores.
Pero todos sabemos que no es así.
Sabemos que las ideas importan porque, bien mirado, ellas acaban modelando la vida en común, discriminando entre lo que es importante y lo que no, apoyando esto u oponiéndose a aquello, arriesgando este peligro o el otro. Esto fue, desde luego, lo que Claudio Orrego hizo durante el debate constitucional: tomó partido por un conjunto de ideas que aspiraban a modelar la vida en comunidad de una manera distinta a la que había sido predominante al menos en las últimas décadas. Y es de esperar que cuando apoyó esas ideas constitucionales no lo hubiera hecho por frivolidad, mero oportunismo o simple inercia, sino que como resultado de una adhesión sincera y reflexiva. Pero si es así -creer algo distinto sería atribuirle frivolidad- entonces no es cierto que por trabajar él con todos los sectores (algo obvio para cualquiera que gobierne) las ideas que posee o apoya no importan. Y si eso no es cierto, entonces interesa conocer esas ideas con claridad porque la democracia y la política y una comunidad que aspira a gobernarse a sí misma no debe prescindir de ellas so pena de transformarse en un conglomerado demandante de servicios.
De esta manera hay que recordar, con ocasión de esta elección (a él y a su contendor Francisco Orrego quien a veces se desliza hacia la iracundia, también, por supuesto) que los ciudadanos confían ser tratados como personas adultas e inteligentes, capaces de deliberar en torno a ideas y conscientes que al margen del deber de trabajar con todos (algo que no es una virtud de nadie sino una obligación de cualquier persona electa) lo que interesa en esta hora es oír de los candidatos las ideas están dispuestos a promover y las alianzas que están dispuesto a abrazar, los proyectos ideológicos que están dispuestos a tolerar, porque de otra forma en vez de una elección política habría sido mejor, más barato, más sencillo y más eficaz, encargar la búsqueda de próximo gobernador a una empresa de headhunting, con pruebas psicológicas y todo como, dicho sea de paso, son las que de manera insólita pareció requerir Vlado Mirosevic cuando acusó a Francisco Orrego de "no estar en su sano juicio".
Pero ¿a qué extremos se está llegando con esto de ocultar las ideas y eludir el debate?