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El avance de la educación se estanca en el mundo: 251 millones de niños no van al colegio y el celular es un factor de "distracción"

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El progreso de la educación se estancó en el mundo. En 2023, 251 millones de niños no fueron al colegio, lo que representa una reducción de solo el 1% desde 2015, según un informe presentado esta semana por la Unesco en Brasil.

La tasa de niños sin escolarizar se ubicó en el 16% de media el año pasado, dentro de un contexto extremadamente desigual entre los países de ingreso alta, donde ese porcentaje cae al 3%, y los de ingreso alto, en los que uno de cada tres niños no asiste a la escuela.

Los datos son del Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo 2024 (GEM), coincidiendo con la Reunión Global de Educación, que organiza la Unesco, y una serie de encuentros de los ministros del área del G20.

Además, se estima que 650 millones de estudiantes abandonan la escuela sin haber concluido la enseñanza secundaria, a pesar de que la tasa de finalización mejoró desde el 53% hasta el 59% en los últimos ocho años.

La crisis en la educación se ceba con África, donde el número de niños sin escolarizar aumentó en 12 millones, especialmente en la región subsahariana.

"El porcentaje de estudiantes está creciendo muy rápidamente y los sistemas educativos están teniendo dificultades para absorber este gran número", afirmó a Efe Manos Antoninis, director del Informe GEM y uno de los autores del estudio.

A ello se suma que los niveles de pobreza de esos países no se reducen y que el crecimiento económico sigue siendo bajo, algo que sería vital revertir para ver a más niños en la escuela en África, pero que "no está pasando en este momento", apuntó.

Peores resultados

Por otro lado, desde 2012, el porcentaje global de alumnos que alcanzan el nivel mínimo de competencia ha bajado 12 puntos porcentuales en lectura y 6 en matemáticas.

Para Antoninis, varios factores pueden explicar este peor desempeño. Uno es la tecnología como elemento de "distracción en el aprendizaje". En Brasil, por ejemplo, se debate prohibir los celulares en los colegios.

Otro puede venir de casa: el apoyo que reciben por parte de los padres, "cada vez más presionados para hacer tantas cosas", lo que podría estar restándoles tiempo con sus hijos.

En los resultados también impacta la espiral de crecimiento de la deuda de los países más pobres, donde los pagos de intereses crecen más rápidamente que el gasto en educación, como es el caso de Ghana o Zambia.

No obstante, el reporte trae algún dato positivo, como el hecho de que la participación de los menores de tres años en la educación aumentó en todo el mundo durante la última década.

Menos inversión pública

Con todo, el Informe GEM, que es independiente, pero está apadrinado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), afirma que falta inversión.

A escala mundial, el gasto público en educación se redujo 0,4 puntos del Producto Internor Bruto (PIB) entre 2015 y 2022, hasta un 4% en promedio.

En la misma línea, el gasto por niño se ha mantenido prácticamente igual desde 2010, mientras que la proporción de las ayudas destinadas a la educación también se ha reducido con la irrupción de otros problemas, como la guerra en Ucrania.

El informe recomienda, además de destinar más recursos, "invertir en líderes escolares sólidos", un asunto poco abordado, pero fundamental.

"Los directores escolares son el segundo factor más importante que influye en los resultados del aprendizaje después de los profesores", subraya Antoninis.

Evitar el azúcar en los primeros mil días de vida puede proteger de la diabetes y la hipertensión

EFECTO PROTECTOR. Investigación a racionamiento de alimentos después de la Segunda Guerra Mundial en Reino Unido indagó en los efectos a largo plazo de la privación.
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Efe

Restringir el consumo de azúcar en los primeros mil días de vida -desde la concepción a los dos años- reduce el riesgo de sufrir diabetes e hipertensión en la vida adulta, según un estudio basado en el racionamiento de alimentos aplicado en el Reino Unido tras la Segunda Guerra Mundial.

El estudio, cuyos detalles se publican en la revista Science, confirma que el desarrollo temprano es un periodo crítico para la salud de las personas a largo plazo y que seguir una dieta inadecuada en este periodo tiene consecuencias negativas en la edad adulta.

A pesar de que las directrices dietéticas recomiendan no añadir azúcar en los primeros años de vida, en Estados Unidos es frecuente sufrir una elevada exposición al azúcar desde el útero -a través de la dieta materna- y durante la lactancia materna y la alimentación específica para bebés.

Además, las investigaciones sugieren que la mayoría de los lactantes y niños pequeños consumen a diario alimentos y bebidas azucarados.

Experimento natural

Para estudiar los efectos a largo plazo del consumo precoz de azúcar en la salud, Tadeja Gracner, de la Universidad del Sur de California, y un equipo de científicos de las universidades de Berkeley, Chicago, y McGill, examinaron los efectos del racionamiento de azúcar y dulces impuesto en el Reino Unido al acabar la Segunda Guerra Mundial, un experimento natural que duró hasta 1953.

En ese periodo de restricciones, la ración de azúcar recibida por los ciudadanos era comparable a las directrices dietéticas actuales, incluidas las destinadas a embarazadas y niños pequeños, pero al terminar el racionamiento, el consumo de azúcar prácticamente se duplicó de la noche a la mañana.

A partir de los datos del Biobanco del Reino Unido, los investigadores estudiaron el estado de salud de las personas que estuvieron expuestas y las que no al racionamiento de azúcar en el útero y en los primeros años de vida. Así descubrieron que el racionamiento de azúcar en los primeros años de vida tuvo notables beneficios para la salud a largo plazo.

Según los resultados, los que nacieron durante este racionamiento y estuvieron expuestos a bajos niveles de azúcar en sus primeros años de vida tenían un 35% menos de riesgo de desarrollar diabetes y un 20 menos de riesgo de desarrollar hipertensión.

Además, la edad en la que se desarrollaron estas enfermedades en la edad adulta se retrasó una media de 4 y 2 años, respectivamente.

El efecto protector fue más pronunciado en las personas expuestas al azúcar restringido tanto en el útero como después del nacimiento, y la exposición en el útero por sí sola representó cerca de un tercio de la reducción del riesgo.

Además, el efecto se amplificó aún más después de los seis meses de edad, probablemente coincidiendo con la introducción de alimentos sólidos, según los datos aportados por el estudio.

Opiniones de expertos

Para el científico del Centro de Investigación Biomédica en Red de España, Jesús Francisco García Gavilán, los resultados del estudio validan las conclusiones de otros previos y apoyan las recomendaciones dietéticas que buscan evitar o reducir el consumo de azúcares simples en la etapa gestacional y retrasar lo más posible su consumo en la primera infancia.

Sobre las limitaciones, advirtió de que el estudio solo utilizó personas nacidas en Reino Unido y está basado en datos de salud autorreportados.

Además, se limita a los nacidos entre 1951 y 1956, cuando "el tipo y disponibilidad de productos ultraprocesados podría ser muy diferente al actual", dijo.

Por su parte, Rafael Urrialde de Andrés, miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Nutrición, consideró que el trabajo "corrobora lo que otros estudios también demuestran: la importancia de no incorporar azúcar añadido ni tampoco que haya un exceso de azúcares libres, de ninguna fuente alimentaria, en los 1.000 primeros días de vida".

"Esta restricción, no solo con azúcar añadido sino también con la de azúcares libres, ejerce un efecto positivo sobre la reducción del sobrepeso y obesidad infanto-juvenil y la posterior aparición de determinadas patologías ligadas tanto al sobrepeso como a la obesidad", concluyó.