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Jennifer Boldt: "Casi vivo la experiencia de ir a la ciudad como una turista"

LIBRO. La artista se construyó un refugio en el sur, donde escribió "Slow life", un texto sobre la vida retirada.
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Amelia Carvallo

La cantante soprano e influencer osornina, Jennifer Boldt, que se dio a conocer como conductora de programas de videojuegos y k-pop, empezó en 2020 a construir un refugio en el sur y acaba de publicar el libro "Slow life" (Plaza y Janés), sobre la vida retirada y sin premuras.

Junto a sus perros Tinta y Gorilla y varios gatos, Boldt comparte las jornadas de su nueva vida en medio del bosque, donde "los animales me recuerdan el valor del día a día. La autenticidad, el instinto. Me gusta recostarme bajo un árbol y sentir el hielo del río en mis pies, me gusta creer que capturaré la luna llena con el click de una cámara mientras me tomo un navegado forjado a leña".

La autora explica que esto es "integrar un estilo de vida más lento al que el mundo actual corre, no significa dejar de producir o divertirse. Hoy adapté mis talentos a este nuevo escenario. La pandemia entregó la oportunidad de reinventar la forma en que trabajaba y hoy puedo hacerlo desde casa o elegir mis oficinas. Soy compositora, comunicadora, autora y cantante".

En lo práctico, "cuando voy a Santiago, Futrono, Puerto Varas, La Unión a avanzar en mis proyectos, lo hago desde otra disposición. Ahora disfruto ir a la ciudad porque la perspectiva en la que realizo mis actividades tienen directa relación con la calidad de mis tiempos. Casi que vivo la experiencia de ir a la ciudad como una turista", agregó la música.

Arriba del bote de la vida lenta, Boldt dice que ha vuelto a disfrutar lo cotidiano que su antigua vida le negaba, llena de exigencias y a contrarreloj: "Hay que saber contemplar el tiempo, es uno de los recursos más preciados que tenemos y es limitado y pocos lo saben gestionar o invertir. Yo encarno este cambio radical de vida y le hago un llamado al lector curioso a cuestionarse lo que siempre ha hecho de manera automática o por condicionamiento social".

-¿Cómo fue el proceso de escritura?

-Escribo desde la adolescencia, creo que me sentía distinta en términos de intereses y la soledad era el lugar donde encontraba refugio. La palabra soledad genera opiniones divididas, se aquilata si integrarla o no como un espacio necesario en la vida. Un poco aburrida de habitar las redes sociales desde la superficialidad, un día me dio lo mismo y comencé a mostrarme desde la vulnerabilidad de vivir los procesos que elegía. Quería compartir mis métodos o experiencia y llegar a las personas que sabía podrían encontrar una referencia en mi historia.

La historia

Boldt cuenta en las primeras páginas del libro que llegó al mundo un jueves 17 de julio y cómo fue criada por su papá mientras su mamá estudiaba en la universidad. Fue una niña que trabajó codo a codo en el campo con este hombre autodidacta, hosco e ingenioso, experiencia que le sirvió para forjarse.

-Sobre la memoria de largo alcance, ¿cómo hiciste para recordar tu vida de niña y luego escribir?

-Desde mi experiencia, creo que haber desarrollado disciplinas artísticas desde temprana edad despertó en mí la consciencia y la capacidad de viajar hacia el interior constantemente. Ser consciente de mí en diferentes aspectos, desde la percepción corporal, psicológica, social y más. Cuando desarrollar una disciplina que exige evolución, la introspección y los cuestionamientos para llegar a tu mejor versión es algo de todos los días. Y ese camino de exploración, ensayo y error, de fracasos y realización, no se olvida.

-Es interesante cómo presentas la actividad cultural en regiones, por ejemplo la recepción del público, y la comparación que haces de estos espacios versus la capital.

-Siendo una persona de región (Los Lagos), estaba acostumbrada a creer que, por tener la mayor concentración de los medios y las oportunidades laborales, era en Santiago donde necesariamente tenía que hacer las cosas. Hoy, habiendo estudiado, vivido y trabajando por más de 16 años en la capital, sé que no es así. Por otro lado, también viajando muchísimo por mi carrera, puedo decir que hay cosas que se hacen y disfrutan mejor en región, en especial lo relacionado a lo cultural: la vida social y cultural es mucho más humana y rica fuera de las capitales. Y eso se nota en la calidad y actitud de vida de las personas. Creo que esa mirada hay que actualizarla, Las ciudades capitales post pandemia pueden bajar la soberbia de ser un modelo de vida aspiracional. Y las regiones con sus ciudades y pueblos, tomar consciencia del valor en estilo de vida que poseen.

"Cuando las nubes esconden las sombras" compite en España

PELÍCULA. El realizador chileno José Luis Torres Leiva está en la categoría Horizontes, del Festival de San Sebastián.
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El director chileno José Luis Torres Leiva ("Vendrá la muerte y tendrá tus ojos") abrió la sección Horizontes Latinos del Festival de San Sebastián, en España, con la película "Cuando las nubes esconden las sombras", un viaje entre realidad y ficción a la ciudad más austral del mundo, Puerto Williams, con la actriz argentina María Alché ("Puan").

Este formato híbrido, que mezcla la actuación con personajes que se interpretan a sí mismos y muestran la realidad que habitan, ya había sido experimentado por Torres en "El viento sabe que vuelvo a casa" (2016), donde "había un guión escrito que se reescribió muchas veces, en base también a un viaje previo de investigación para conocer a algunas de las personas que después participaron en la película", señaló el director a la agencia de noticias española Efe.

El filme compite con otras 13 cintas latinoamericanas inéditas por el premio Horizontes, que consiste en 35.000 euros.

"Cuando las nubes esconden las sombras" cuenta el viaje de María, actriz que va a protagonizar una película en Puerto Williams, pero se queda sola debido a una fuerte tormenta que no permite que el resto del equipo llegue a tiempo.

Al buscar ayuda para unos fuertes dolores de espalda, irá descubriendo a los lugareños de la ciudad más austral del mundo, situada en la ribera norte de Isla Navarino y a orillas del Canal Beagle, donde empezará a desentrañar una historia pendiente en su vida que tiene que ver con el duelo.

El realizador señaló que en la grabación fue "muy común esa mezcla de ficción y realidad, trabajar con personas que sí son actores con otras que no", un esquema que siempre le interesa para trabajar, remarcó, también porque permite "darle valor a lo puramente cinematográfico, capturar momentos, y compartir experiencias".