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El presidente Boric acudió a cañete tras el crimen de tres carabineros en una emboscada.
no es cosa que un ministro y un subsecretario tengan claras las cosas si no tienen el respaldo del presidente y el respaldo político del bloque. Poco van a poder hacer.
-¿Cree que la ciudadanía le está creyendo al Gobierno que le asigna importancia al tema seguridad, el cual tuvo que abordar dejando atrás la agenda feminista, verde y de equidad con que comenzó este mandato?
-El presidente Boric tiene un serio problema de credibilidad en tema de la delincuencia y eso lo hemos medido en las encuestas. Al presidente le creen todos en otros temas, como desigualdad, feminismo, la lucha por la equidad, pero en la lucha contra la delincuencia y la inmigración irregular tiene baja credibilidad.
-¿Por qué motivos?
-Porque fue un actor importante en el estallido social y todo lo que se relaciona con el estallido social se ve como algo adverso a la lucha contra la delincuencia hoy día. Ahí hay un link que está operando y también la derecha le saca mucho provecho. Es parte del juego democrático, pero en general las personas tienen la percepción de que estos jóvenes que vienen de las luchas sociales, de la calle, poco pueden manejar la calle. No son personas que se hicieron famosas por proyectos intelectuales. Se hicieron famosas en las marchas de movilización callejera el 2011.
-Cuando se piensa en cómo combatir la delincuencia, también en la oposición hay dos almas: por un lado, Chile Vamos hace proposiciones más mesuradas, en la idea de que pueden ser gobierno, mientras que Republicanos habla de zanjas, murallas, deportaciones para la inmigración. ¿Quién tiene mejor cara de ganar?
-Yo noto que hay dos posiciones dentro de la derecha. Una populista, absolutamente, y que es absolutamente inverosímil, por ejemplo, con propuestas como construir un muro con Bolivia, porque ni siquiera Trump en Estados Unidos, con una frontera más corta con México y más plata, pudieron hacerlo. Y creo que hay otra derecha que entiende que puede ser gobierno, que han sido gobierno, y saben lo complejo que puede ser la lucha contra la delincuencia. Ahí hay un matiz.
-Cuando se habla de crisis de seguridad, el Gobierno ha enfatizado que los indicadores mejoran, pero las personas no lo sienten así. ¿Cuál cree que es el principal problema?
-Creo que lo que tenemos en Chile es una situación de delincuencia que llegó para quedarse, fruto de muchos factores y en la cual la única posibilidad es tratar de contener, porque, a ver, la delincuencia no va a desaparecer en ningún país. Se puede contener, se puede mejorar, pero no extinguirla. El gran problema que tiene Chile actualmente, y así lo entienden algunos partidos que pueden ser gobierno, es que para lograr avances significativos tienen que lograrse dos cosas. Uno, el nivel de vida. Dos, los mecanismos de persecución de los delitos y, por lo tanto, el concepto de justicia y tratar de que no exista impunidad en la delincuencia. Para lograr esos dos propósitos se requiere una sociedad mucho más cohesionada y una clase política con mayores niveles de acuerdo. El problema es que Chile no está cohesionado y los niveles de acuerdo son bajísimos. Entonces, la perspectiva de aquellos partidos o políticos que creen que pueden gobernar es bajísima, y la población se desespera y empieza a escuchar estos populismos punitivos o delictuales que realmente no van hacer más que endurecer ciertas cosas, pero no van a terminar con los problemas. Todo el mundo dice Bukele: Bukele tiene encerradas a las bandas, no a los dueños de las bandas, es decir, Bukele ha contenido el síntoma. En Chile se necesitan acuerdos más consistentes porque la realidad es distinta. El ingreso per cápita es mucho más alto que en El Salvador, por lo que se requiere otra ingeniería, otras soluciones más parecidas a los países de la OCDE. Pero los períodos electorales son los peores momentos para lograr acuerdos y vienen dos años de periodo electoral, por lo que el nivel de logro de los programas de delincuencia va a ser bajísimos.
-En Chile hoy hablamos de portonazo, encerrona y secuestro extorsivo, cuando antes era lanzazo, cogoteo. Todos son delitos, pero su gravedad es diferente. ¿Cómo llegamos aquí, de quién es la culpa? ¿Del Congreso, de la policía, del Gobierno?
-No, no... Creo que buscar culpables a estas alturas es seguir preguntándonos quién abrió las puertas, si Sebastián Piñera o Michelle Bachelet. Eso ya no sirve para nada. La inmigración irregular aceleró la llegada de ciertos productos y servicios de la delincuencia, entre comillas, que ya son planetarios. Lo que estamos viendo en Argentina, en Brasil, en Perú, en todas partes, son el menú de lo que me estás diciendo: las extorsiones, los portonazos. El gran problema que tiene Chile es que tenemos policías que no estaban preparadas para esos tipos de delito y lamentablemente tenemos otro problema: cada vez que alguien habla de reformar, de refundar las policías, inhibe cualquier tipo de perfeccionamiento de las policías. Las policías en Chile requieren actualizarse como cualquier profesión en la vida, pero resulta que como ahora no se pueden tocar están cada vez más desactualizadas respecto a estos crímenes. Estamos en el peor de los mundos y por otra parte son fenómenos que se tienen que abordar regionalmente. Lamentablemente la globalización es eso.
-¿Sacar militares a la calle es una solución simplista, entre comillas?
-Sacar militares a la calle lo que hace es ponerle paños fríos a la fiebre, pero lo que hay que hacer es combatir la infección.
"Lo que tenemos en Chile es una situación de delincuencia que llegó para quedarse, fruto de muchos factores y en la cual la única posibilidad es tratar de contener, porque, a ver, la delincuencia no va a desaparecer en ningún país".