Carabineros asesinados
Es hora de hacer un mea culpa y, a la vez, mantener la calma. La frase "estallido por seguridad", está lejos de aquello.
El vil asesinato de tres carabineros es, sin duda, uno de los hechos más dolorosos y terribles por los que ha pasado la institución en su historia. La cantidad, la forma y los hechos posteriores (como el llamado a comisaría burlándose del crimen y amenazando con que irán por más), han calado hondo en la sociedad y las reacciones se han multiplicado. Lamentablemente a los carabineros no se les ha protegido como corresponde y no solamente con los fallecidos, sino que con muchos en general. En una zona de alta criminalidad y hechos de terror, se requiere invertir en equipos especiales y camiones blindados, pero eso está lejos de ser una constante y la burocracia impide que proyectos avancen en esa línea.
Pero cuando se habla de proteger no solamente es en seguridad, sino que en respeto e imagen.
El estallido social debilitó a la institución y si bien las vulneraciones a los Derechos Humanos deben ser investigadas y sancionadas como corresponde, se formó una odiosidad excesiva contra funcionarios. En las calles ciudadanos les gritaron de todo cuando iban a controlar hechos delictuales y se convirtió en deporte nacional ningunearlos. "Dejen a los cabros tranquilos", se escuchaba para justificar el actuar de vándalos que cortaban calles o lanzaban piedras. Incluso el actual seremi de Educación, Pablo Selles, antes de asumir el cargo en el marco de un partido de fútbol insultó a funcionarios y les dijo "asesinos conch...". Además, medios de comunicación no fueron capaces de equilibrar lo que pasaba y volcaron sus informaciones en justificar la "protesta social".
Se debe hacer un mea culpa y, a la vez, poner raciocinio y responsabilidad en esto. La pena de muerte vuelve a rondar como acción de los populistas, mientras que sociólogos hablan que se viene el "estallido" por seguridad.
Lamentablemente la palabra "estallido" ha sido muy manoseada y cada vez que ocurre una crisis se transforma en un "comodín", que genera más ruido que silencio y más inquietud que calma. El país no quiere volver a vivir algo parecido a 2019 y si es que ha de manifestarse por la crisis de seguridad, será de otra manera, sin violencia y sin excesos como los vividos en su momento.