Con profundo dolor y desesperanza Aline escuchó las palabras de Andrés que le explicaba algo que ella no alcanzó a visualizar a tiempo. El hombre totalmente convencido le dijo: lo siento, pero se me acabó el amor. Sin darse cuenta la pareja valoró durante años la felicidad mediante las cosas materiales que fueron adquiriendo y descuidaron su relación personal.
Queridos amigos lectores, la vida es una verdadera aventura en la que no existe un trayecto diseñado y por lo mismo es trascendente encontrar un verdadero motivo para abordar sus caminos. Basar la felicidad en tener un auto nuevo, realizar un viaje soñado, realizar deporte de manera desproporcionada, o tener cada día más dinero por poner solo algunos ejemplos, no debe ser la meta.
Una relación potente se construye minuto a minuto con detalles sensibles haciendo sentir al otro que se completa con el amor y admiración de su pareja. No hay que descuidar bien comunicar lo que está sucediendo en lo íntimo del corazón. En el caso de Andrés, él, dejó que todo avanzara como algo natural y de pronto dejó de sentir pasión, cercanía e incluso cariño y cuando decidió hablar ya se había destruido el puente que sostenía una comunión de años.
Frente este caso podemos aprender que no debemos ocultar sensaciones, sentimientos, tristezas, ni tampoco alegrías. Lo oportuno es dialogar sin silenciar lo que se está construyendo y seguramente al hacerlo a tiempo, puede existir la posibilidad de recomenzar nuevamente.
No dejemos de promover dentro de la pareja un espíritu generoso, pero a la vez crítico y acogedor. El vivir siendo auténticos se relaciona con una libertad asumida con madurez, llenando las expectativas de realización, y que claramente están guiadas a cubrir el sueño de la realización.
Se dice que la generosidad es uno de los aspectos esenciales para construir el espacio emocional que uno sueña. El ser generosos nos invita a no ser indolentes e ir desprendiéndonos de la vanidad mal ejecutada y la soberbia que nada aporta.
Los invito como otras veces, a estacionar la prisa para ingresar en aquellas verdades que pueden construir sin máscaras, nuevos comienzos.