Cambio de tema
Hace una semana mi hija de cinco años me preguntó: "¿siguen peleando por la Constitución? ¿por qué no deciden a la "matita solita"? Dejando de lado lo anecdótico de la solución propuesta, creo que un número importante de chilenos comparte la misma fatiga constitucional. Pero no solo el cansancio justifica el cierre del ciclo de procesos constituyentes, sino la falta de motivos para iniciar uno nuevo cualquiera sea el resultado del plebiscito hoy.
La primera razón que se esgrimía para escribir una nueva constitución era la falta de legitimidad de la carta magna vigente. En caso de ganar el "a favor", este problema se ve superado con creces. El nuevo texto fue redactado por una comisión de expertos designados por partidos políticos con representación en el Congreso, en conjunto con el Consejo Constitucional formado por representantes elegidos democráticamente. Finalmente, la propuesta sería ratificada por la ciudadanía en el plebiscito. Aunque es deseable para la fortaleza de una constitución que la mayoría obtenida en un plebiscito ratificatorio sea amplia, hay que reconocer que la polarización política nacional e internacional hace difícil lograr números holgados.
En caso de ganar el "en contra" el problema de la legitimidad tampoco podría seguir alegándose. Uno de los efectos secundarios del segundo proceso constituyente es que se ha reconocido que la Constitución vigente no es la misma de 1980. Desde el año 2005, lleva la firma del presidente Ricardo Lagos y sus múltiples reformas eliminaron los candados que algunos denunciaban.
Otro motivo al que se aludía para justificar una nueva constitución era que la actual no estaría permitiendo la gobernabilidad. La propuesta plebiscitada hoy plantea una solución al problema del fraccionamiento del Congreso, exigiendo que solo los partidos políticos que alcancen al menos el cinco por ciento de los votos a nivel nacional en la elección de miembros de la Cámara de Diputados tendrán derecho a participar en la atribución de escaños en dicha Cámara. Esta medida debería facilitar la negociación de proyectos de ley por parte del poder Ejecutivo.
La norma que permite la reducción del número de partidos fue aprobada con el voto transversal de representantes de izquierda y derecha, por lo que, si gana el "en contra", los políticos deberían buscar una medida similar que ayude a la gobernabilidad. Ello, sin embargo, requiere la generosidad de los diputados incumbentes que podrían ver peligrar sus escaños. En todo caso, el tema electoral no está definido hoy en día en la Constitución, por lo que una solución de este tipo no requiere un nuevo proceso constituyente sino del quorum para modificar una ley y voluntad política.
Finalmente, se sostenía que para hacer frente a las necesidades sociales era necesario un cambio constitucional. La propuesta de nueva constitución incluye avances en esta materia. Sin embargo, la discusión durante el actual proceso también ha sincerado que la implementación de los derechos sociales requiere del legislador y de recursos, más que de un texto constitucional.
Por estas razones - o, mejor dicho, falta de razones - mañana podríamos cambiar de tema. Esperemos que los políticos estén a la altura.
*Profesora de Derecho Constitucional e investigadora de Polis, Observatorio Constitucional de la U. de los Andes.