¿Qué es la historia sin sus actores y qué es la realidad sin algo trascendente que lo sustente? ¿Es posible construir una historia sin nada más que seguir una línea de tiempo y en consecuencia, dejar que los espacios estén libres de una interpretación que límite el futuro?
Hace unos años, como alumno universitario escuché decir a un profesor la siguiente frase: "Nosotros somos el resultado de las culturas, razas y, por cierto, de la historia". Hoy en día, es una necesidad comprender que la historia es una constante, se construye a medida que se actúa.
Los pueblos necesitan un poder que los gobierne, del mismo modo, los represente. Así, entonces, se construye lo que anhelamos a través del tiempo. En profundidad, las filosofías han tratado de describir este fenómeno, aunque de ello se concluye que no existe una receta perfecta para tan firme dirección, con razón y sentido. Puede, que esta idea aterrice de algún modo en los libros, ensayos y relatos. Sin embargo, considerar que no es definitorio, lo hace aún más interesante. Queda, entonces, ser espectador y autor a la vez, de una medida justa que no descansa en ideas del pasado.
Se proyecta una vida si existen herramientas para mirar detenidamente. Así, entonces, en todas las cosas que tienen que ver con los espacios disponibles.
La oportunidad, es para determinar tiempos y cómo elaborar una beneficiosa proyección. Aunque, a veces parece ser más desafiante de lo pensado. Es una tarea ardua, con altos y bajos, es cierto. Aceptando distintas formas de pensamiento que no estén de acuerdo con la idea inicial de la que inspiró nuestra carrera. Pero, eso no significa que, de algún modo se complementa perfectamente con todos los objetivos.
Notamos criterios muy avanzados, otros en proceso de aprendizaje. Sorprendentemente, también hay de aquellos pensamientos que están descubriendo un presente prometedor. Son muchos los puntos de vista que se encuentran en una gran tarea modernizadora. Los medios de comunicación presentan esta idea como forma de comunicarnos. La sociedad, recibe el mensaje y comienza nuevamente el proceso de intervenir, sin alterar demasiado lo que ya se asume como un fenómeno tradicional o cultural, es decir, más reconocible. Esta es una idea plausible del mundo y su historia, pues, es a lo que día a día nos involucramos, afortunadamente.