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Los obstáculos del desarrollo turístico

Con la nueva temporada de vacaciones cada vez más cerca, urge un cambio de actitud en autoridades y empresarios.
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La viralización de un video que expone la pobreza del stand instalado por dos empresas chilenas en la feria de promoción turística Top Resa, en Francia, repuso una vieja discusión sobre la voluntad real del país por desarrollar su potencial turístico. Aunque la explicación oficial del Gobierno es que se privilegió las participación en otros eventos del rubro, un simple análisis de las tecnológicas exhibiciones desplegadas por países como México, Perú, Guatemala, Argentina y Brasil revela por qué en dichos países la llegada de visitantes extranjeros es una parte importante de su economía y se trata con las estrategias y recursos que se merece. La presidenta ejecutiva de Fedetur, Helen Kouyoumdjian, apunta al que podemos identificar como uno de los problemas de nuestro país para enfrentar el desarrollo del turismo: la mezquindad de su presupuesto. Los recursos previstos para promoción en el extranjero no sólo son un tercio de los que aprueban cada año otros países del continente, sino que han estado en franca disminución. El cálculo de Fedetur es que en los últimos cuatro años dichas asignaciones cayeron de US$ 12 millones a US$ 8 millones, una cifra que no sirve para generar demasiadas esperanzas de crecimiento, pese a que el turismo es uno de los pocos rubros económicos donde nuestro país tiene ventajas comparativas importantes respecto de sus competidores en el continente.

Lo más preocupante es que la falta de recursos para promoción en el extranjero es sólo una de las numerosas evidencias que hay de la incapacidad del Estado para desplegar una estrategia de desarrollo turístico sólida y consistente en el tiempo. El turismo no consiste en la instalación de hoteles y restaurantes en lugares de belleza escénica o importancia patrimonial, sino en la construcción de valor adicional, con creatividad y audacia.

¿Cuántos empleos nos faltan?

Si calculamos la tasa de desempleo actual con este mismo criterio, obtenemos una tasa de desempleo "real" del 12,5%, una cifra que no se veía desde 1986 antes de la pandemia, con 1,3 millones de empleos aún por recuperar. Debemos avanzar hacia un territorio donde se comprenda la diversidad como un valor y que lo distinto a la hegemonía deje de ser negativo. Felipe Salce Díaz, M.A. in Economics, subdirector y académico del Dpto. de Ingeniería Comercial, UDA., Katia Riveros Zepeda, Encargada de Rutas Formativas PAR Explora Atacama
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EEsta semana se dio a conocer que la tasa de desempleo a nivel nacional ha alcanzado el 9,0%, marcando su décimo aumento interanual consecutivo. Algunos han señalado que estamos enfrentando una crisis laboral no declarada, y la verdad es que tienen razón.

Antes de la pandemia, contábamos con 9,12 millones de personas trabajando y una tasa de desempleo del 7,4%. Sin embargo, en el punto más crítico de la pandemia, a mediados de 2020, perdimos 2,04 millones de puestos de trabajo, retrocediendo a cifras no vistas desde principios de 2010, con una tasa de desempleo del 13,1%.

En la actualidad, tenemos 9,01 millones de personas con empleo, lo que implica una recuperación del 94,6% de los empleos perdidos. A primera vista, podría parecer que la situación no es tan mala, con solo 110 mil empleos pendientes de recuperar, representando el 5,4% de las pérdidas en la pandemia. Sin embargo, este enfoque sería un error, ya que la pandemia no solo afectó la cantidad de personas empleadas, sino también la participación en el mercado laboral.

Si nuestro objetivo es regresar a los niveles de participación laboral previos a la pandemia (58,6% en lugar del 55,4% actual), necesitaríamos tener 9,6 millones de personas empleadas, lo que significa que aún faltan por recuperar 595,5 mil puestos de trabajo.

Sin embargo, esto aún es incompleto, ya que, producto de la pandemia, la tasa de participación cayó del 63,4% al 51,8%, cifra no vista desde 1988. El problema radica en que esas personas que salieron del mercado laboral no lo hicieron porque no necesitaran un empleo, y no considerarlas como desocupados es un error.

Si calculamos la tasa de desempleo teniendo en cuenta a estas personas que han salido del mercado laboral como desempleadas, la tasa de desempleo en el peor momento de la pandemia habría alcanzado un asombroso 28,9%, cifra que no se veía desde la crisis de 1982. El hecho de que estas personas hayan dejado de participar en el mercado laboral ha maquillado la tasa de desempleo, y lo sigue haciendo hoy en día. Si calculamos la tasa de desempleo actual con este mismo criterio, obtenemos una tasa de desempleo "real" del 12,5%, una cifra que no se veía desde 1986 antes de la pandemia, con 1,3 millones de empleos aún por recuperar.


Relevancia de la mirada intercultural en las ciencias

EPara comenzar debemos definir qué entendemos por interculturalidad. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) se refiere a la interculturalidad como "la presencia e interacción equitativa de diversas culturas y a la posibilidad de generar expresiones culturales compartidas, a través del diálogo y del respeto mutuo".

La diversidad cultural es un rasgo propio de la humanidad. Por ende, está referida a los procesos de interrelación y comunicación de saberes, códigos, patrones y valores entre diferentes grupos culturales de forma simétrica. Considerando esto, para el Programa Explora, que pertenece al Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación (CTCI) y que es ejecutado en la región por la Universidad de Atacama, es esencial y se encuentra dentro de los lineamientos incorporar la mirada intercultural en las CTCI, ya que permite ampliar los conocimientos de la sociedad por medio de nuevas formas de comprender, desarrollar y generar ciencias.

Debemos avanzar hacia un territorio donde se comprenda la diversidad como un valor y que lo distinto a la hegemonía deje de ser negativo. El diálogo intercultural debe ser armónico, donde realicemos el ejercicio crítico y reflexivo de dejar de mirar una cultura o nuestra propia tradición como superior a la otra en sentido de supremacía, ya que eso sólo fomenta un diálogo asimétrico.

El desafío de superar el carácter social otorgado al origen de las personas para explicar características personales, morales, físicas, intelectuales, de lengua y económicas es enorme y requiere de una profunda reflexión que permita avanzar a una sociedad sin exclusiones y más justa, donde las diferencias individuales constituyan una oportunidad para encontrarnos en ese valor. En este aspecto, la educación y las ciencias permiten reflexionar y dialogar respecto a ideas, conceptos, buscar y leer referentes bibliográficos validados por investigaciones serias, observar nuestra propia historia y así avanzar.

En el área de las CTCI se debe integrar la mirada desde las diversas culturas ya que permite la generación de un diálogo intercientífico en el que todos los sistemas de conocimiento son considerados válidos y complementarios. Enriqueciendo de esta forma los resultados que se puedan obtener de los diversos procesos y así acercar las ciencias a la sociedad, considerando la perspectiva de múltiples actores y disciplinas.

Se debe tener claro que no existen culturas mejores que otras y que éstas se enriquecen por el contacto con otras.