Carlos vivió bajo el peso de una leyenda y Camila luchó por ser aceptada
PERFILES. La pelea de los nuevos reyes.
Siete décadas a la sombra de su legendaria madre han configurado la personalidad y la imagen de Carlos III, quien hoy se coronaba pese a haberse convertido en rey a todos los efectos desde la muerte de Isabel II, el 8 de septiembre.
El simple hecho de que haya decidido rebajar el tono y la dimensión de una ceremonia tan fastuosa como la coronación habla, no solo del compromiso con la sostenibilidad del que presume, sino también de que su reinado no debe aspirar a compararse con el de su madre.
Los 74 años de Carlos permiten vaticinar que su reinado será a la fuerza mucho más breve que el de Isabel II.
Asimismo, su popularidad, siempre en entredicho, tampoco le augura un sitio en el panteón de la realeza, aunque por ahora haya desempeñado su papel con solvencia.
Nacido el 14 de noviembre de 1948, Carlos ha pasado a la historia como el heredero que más tiempo ha aguardado para convertirse en monarca del Reino Unido y parte de las excolonias de la Mancomunidad de Naciones (Commonwealth).
Dedicó esa larga espera a la filantropía, la espiritualidad y a su compromiso con el medioambiente, aunque fueron su separación de Diana en 1992 y su matrimonio con Camila en 2005 lo que le atrajo más titulares de la prensa británica.
Pese a un carácter que en ocasiones parece arrogante y altivo, el rey ha hecho en los últimos años esfuerzos por acercarse al ciudadano y modernizar así una institución que siempre se ha distinguido por mantener las distancias.
A diferencia de su madre, si por algo se destacó Carlos como príncipe de Gales fue por defender de forma mucho más desinhibida las causas ambientales y humanitarias a través de más de 20 ONG y fundaciones.
Como soberano se ha mostrado más discreto, aunque no han faltado las filtraciones desde su entorno que reflejan su disgusto con las políticas migratorias del Gobierno conservador o con la forma en que el Brexit se ha llevado a cabo.
Camila
La vida de Carlos Felipe Arturo Jorge de Windsor está definida por tres mujeres: su madre Isabel, su exmujer Diana de Gales y su esposa, la reina consorte.
Si Isabel le legó una monarquía consolidada en los turbulentos tiempos de la posguerra y del fin del imperio, el fallido matrimonio con la difunta Diana de Gales determinó en buena medida la imagen pública de Carlos en el Reino Unido y más allá del país.
Camila, mientras, ha pasado de ser la culpable de acabar con el cuento de hadas entre Carlos y Diana a ser aceptada como el gran amor de la vida del monarca, tras una operación para "amabilizar" su figura en la que la Casa Real no ha escatimado recursos.
Ella se ha convertido contra todo pronóstico en reina de los británicos tras una vida vinculada a Carlos III y tras sacudirse la etiqueta de "enemigo público" de la nación para ganarse a la ciudadanía.
Tras 16 años de matrimonio y otros muchos más de idilio oculto con el hoy monarca, la trayectoria de Camila hasta sentarse en el trono real nunca ha sido convencional.
Hoy abuela de cinco nietos y otros cinco por parte de Carlos, consiguió algo que parecía imposible: llegar al trono convertida en una figura respetada en el país.