El fin de semana el fútbol chileno vivió otro episodio de violencia que obligó a suspender el partido entre la Universidad de Chile y Universidad Católica, el cuál deberá ser reprogramado sin público.
Lo ocurrido no es nuevo y refleja la crisis general que vive el llamado "deporte rey", donde incluso en ciudades más tranquilas como Copiapó han adoptado medidas como no permitir hinchada visitante ante Coquimbo Unido.
Lo peor es que no hay un diagnóstico claro y menos medidas que representen una buena salida, dado que acciones se han tomado antes y siguen ocurriendo hechos vandálicos.
En lo primordial, se cree que el jugar sin público es la medida más ejemplificadora para los clubes. Pero ¿ha sido efectiva para evitar el ingreso de los vándalos? No.
En pandemia se jugó por mucho tiempo sin público y en otros tiempos sin público por castigos a clubes como la misma U. de Chile como Colo Colo han jugado sin público. En el caso de los "albos" también se repiten los incidentes. ¿Volvió la violencia? Sí.
¿Realmente se cree que estos mal llamado hinchas van a parar por partidos sin público? A ellos no les importa si incluso su propio equipo pueda salir perjudicado, al contrario hay varios que manifiestan su felicidad por su acto de rebelión.
Se habla del regreso de carabineros a los estadios, pero ¿por qué el Estado debe hacerse cargo de la seguridad de eventos privados?
Estas y otras medidas han salido a la palestra y lo único claro es que el plan Estadio Seguro más bien es un plan Estadio Inseguro, porque no trae garantías de un espectáculo tranquilo y familiar.
En lo primordial se debe eliminar el Estadio Seguro y segundo lograr la identificación precisa de los vándalos. Sin embargo, no tenemos la misma tecnología que otros países, así que el asunto parece demasiado cuesta arriba. Lamentable.