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Del inyectable a las gotas: la peligrosa "moda" de los nuevos anabólicos

POR VÍA ORAL. El culto al cuerpo es sinónimo del consumo de este tipo de productos. En Europa aumentaron las incautaciones y especialistas alertan sobre riesgos.
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Agencias

El culto al cuerpo sigue siendo sinónimo de consumo de anabólicos. Desde hace un tiempo los que están de moda son los Moduladores Selectivos de los Receptores de Andrógenos (Sarms), fáciles de consumir porque no tienen que inyectarse y se toman por vía oral, pero son tóxicos para el hígado y con el tiempo pueden provocar tumores.

Además, se fabrican y distribuyen de forma ilegal y se trafica con ellos porque los beneficios que los grupos criminales obtienen son muy sustanciosos, ya que un frasco con gotas puede llegar a venderse en Europa a 60 euros cuando el costo de producción no llega a un euro, aunque a esa ganancia habría que restarle lo gastos de la distribución.

Sea como sea, los Sarms (modificaciones a partir de la molécula de la testosterona) son medicamentos en experimentación, según los cataloga la Agencia Española del Medicamento, y, por tanto, está prohibida su distribución y venta en varios países del Viejo Continente.

Los Sarms pueden tener muchas ventajas para la medicina, toda vez que actúan de forma selectiva sobre el órgano que lo precisa, pero de los que están en ensayos clínicos, solo la ostarina es la que está más avanzada y puede ser eficaz para combatir la osteoporosis. A esa sustancia ya dio positivo un ciclista en el Giro de Italia.

Aunque no es exactamente un Sarms, la cardarine es otra de las sustancias que se ha puesto de moda en el mundo del deporte, tanto el profesional como el amateur, porque es un "buen quemador de grasa", como señalan varios expertos consultados por Efe. Pero se han constatado efectos secundarios, como cáncer, en las pruebas con ratones.

El tráfico ilegal

La Guardia Civil española desmanteló hace escasos meses y tras dos años de investigación la primera red criminal en ese país dedicada a la importación, fabricación y distribución de Sarms. Fue la operación llamada Sahagún-Arán.

El "modus operandi" de esas organizaciones comienza con la adquisición en China del principio activo, fabricado allí en laboratorios legales.

Desde China llega a España, en polvo, por vía aérea, marítima o terrestre. Luego organizaciones se encargan de comprar el disolvente farmacéutico. Pero la mezcla con el principio activo no puede hacerla cualquiera, así que "subcontratan" un laboratorio autorizado para poder hacer esas mezclas. En algunos casos, por ejemplo, para cosmética.

En el laboratorio se envasa el medicamento en frascos en forma de gotero, como ocurría en este caso, y se introduce en cajas individuales para su distribución por empresas de logística con las que las organizaciones contactan.

Los policías UCO llegaron a intervenir en la citada operación más de 10.000 envases con la marca Ibero-Sarms, la más vendida junto a NG-Labs.

La publicidad engañosa, también subcontratada, se realiza a través de youtubers, instagramers o influencers que, "como un mantra", repiten que son medicamentos en experimentación y que no son para consumo humano, y ponen ejemplos como la pérdida de grasa corporal que ha provocado el Sarms en una rata. Pero al final del video "se les escapa" que ellos mismos lo han probado.

Los especialistas

Los doctores Pedro Manonelles, reputado especialista en Medicina del Deporte de la Universidad Católica de Murcia; y María José Polanco, profesora de Toxicología de la Universidad CEU San Pablo de Madrid, también han constatado el aumento en el uso de los Sarms.

Recuerdan que son productos prohibidos en el deporte y que resultan peligrosos fuera del ámbito hospitalario y sin control médico.

Sus efectos secundarios relativamente reducidos en relación a otras sustancias utilizadas en el dopaje, como los anabolizantes y esteroides; sus efectos inmediatos en el desarrollo de la musculatura y su aplicación vía oral, facilitan su consumo, recalcan estos especialistas.

Según Manonelles, los Sarms aparecieron en el dopaje hace unos diez años y cada vez hay más número de ellos en las listas de prohibidos: de tres se ha pasado a una docena y "están en plena expansión".

Aunque los efectos secundarios reales aún no se conocen en profundidad, en los ensayos con animales se han detectado casos de hepatoxicidad. "Si se toman por vía oral son peligrosos, son tóxicos para el hígado y pueden provocar la aparición de tumores pasado un tiempo. Es la única complicación encontrada hasta ahora", comenta el doctor.

"Muchos preparados contienen hasta seis sustancias. Eso es un enorme riesgo", avisa.

Por su parte, la profesora Polanco apunta que la toxicidad hepática se asocia al uso de los Sarms, pero es lo poco se sabe de sus efectos secundarios, aún en estudio.

Polanco enfatiza: "Para la medicina los Sarms son prometedores, pero su uso recreacional o para mejorar el rendimiento deportivo no está justificado. No se pueden usar para mejorar la musculatura en un deportista de gimnasio. No es lo mismo arriesgar el uso para salvar una vida que para verse más fuerte".

Experto en IA sugiere marcas de agua en imágenes y textos creados por robots

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Uno de los mayores expertos en inteligencia artificial (IA), Gary Marcus, profesor emérito de psicología y ciencia neuronal de la Universidad de Nueva York, cree que va a ser necesario aplicar marcas de agua en las imágenes generadas por robots, y algo parecido también en los textos, para diferenciarlos así de los generados por humanos y evitar que se propague la desinformación.

En un artículo reproducido en el New York Times, Marcus, autor de dos libros dedicados a la IA, trata de evitar el tono catastrofista -"no soy de los que piensa que el planeta entero va a ser dominado por los robots"-, pero admite que le preocupa "lo que los actores negativos pueden hacer con estas cosas, porque nadie los controla".

"¿Los beneficios superan a los costos? -se pregunta- La respuesta más honesta es que no lo sabemos. Algunos quisiéramos que esto se ralentice porque vemos sus costos a diario, pero eso no significa que no haya beneficios", matiza, especialmente en los ámbitos técnicos, y advierte de paso contra quienes abogan por el ChatGPT como medio para ganar una especie de carrera con China.

¿abaratar costos?

Como remedio inmediato, Marcus sugiere alguna gobernabilidad internacional sobre el mundo de la IA: "Lo que necesitamos es algo global, neutral, sin ánimo de lucro, con gobiernos y empresas participando en ello. Tenemos que coordinar esfuerzos sobre cómo crear reglas (...) Necesitamos crear un código sobre lo que es aceptable y quién es el responsable".

Este organismo supranacional respondería a dudas razonables que ya se plantean, por ejemplo: "¿Qué pasa si los chatbots mienten mucho?, ¿se puede permitir?, ¿quién será el responsable?; si la desinformación se expande ampliamente, ¿qué hacer? ¿quién asume los costos? ¿queremos que las empresas pongan dinero para crear herramientas que detecten la desinformación que ellas mismas crean?".

Actualmente -advierte- "el costo de la desinformación es igual a cero".

El experto advierte también contra el criterio absoluto de la eficacia a la hora de aceptar el uso masivo de la IA como un elemento para abaratar costos: "Estas herramientas nos pueden dar tremendos beneficios en lo referente a la productividad, pero también destruir el tejido social (en referencia a los eventuales puestos de trabajo amortizados). Si ese es el caso, ya no merecen la pena".

Si no se avanza en una regulación rápida de la IA y los chatbots, Marcus pone un ejemplo de lo que eso puede significar en las próximas elecciones presidenciales en EEUU: "Si no hacemos nada, nadie va a creerse nada, y todas aquellas cosas que no quieran creer, lo van a rechazar atribuyéndolas a la IA. Con lo que los problemas sobre polarización y el discurso público no harán sino empeorar".

Las advertencias de Marcus se suman a las de otros expertos que en los últimos días están alertando sobre el avance de la IA, hasta ahora prácticamente sin control.